Por | Gabriela Martínez
Las corridas de toros aún son eventos con cierta importancia en el departamento de Boyacá, delirios de muerte, donde son sacrificados entre 11 o 12 toros por evento.
En Boyacá hay alrededor de 30 municipios en las que sus ferias y fiestas son anualmente caracterizadas por corridas de toros, novilladas o corralejas. Los lugares más reconocidos por estos eventos son Duitama, Tuta y Sogamoso.
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Este tipo de espectáculos suelen tener una duración entre dos a tres horas, tiempo suficiente para que la gente grite y se divierta (al menos así me parece) al ver cómo torturan a un animal mientras lo asesinan lenta y cruelmente. En cada municipio se realizan dos días de corralejas con la participación de tres o cuatro toreros, locales, nacionales y/o internacionales.
Si las corridas se hacen en 30 municipios y, en cada uno se sacrifican entre 11 o 12 animales, en el mes de enero (la mayoría de estos pueblos y ciudades realizan sus fiestas a inicios de año), se estarían matando alrededor de 300 toros. Animales que sufren un espantoso estrés psicológico desde el momento en el que lo suben a un camión, y luego lo dejan en un lugar oscuro hasta que es momento de salir al escenario.
Los costos para la realización de estos eventos (para el municipio o la empresa encargada) serían alrededor de los 200 millones de pesos, contando con la debida publicidad, los toreros y los toros. Recientemente algunos municipios como Nuevo Colón y Sutatenza han optado por dejar de lado este tipo de eventos afirmando que para ellos estos espectáculos no hacen parte de la cultura, además, dicen que a ellos les enseñaron a cuidar los animales y la naturaleza.
La corrida
Vine al municipio de Tuta a presenciar las corridas de toros, para enfrentarme directamente con este juego que me repugna. Me entero que el día anterior un toro corneó en un muslo al torero, la gente apenas lo murmura.
Durante la corrida hay tres momentos en los que unos hombres están encargados de enfurecer al animal, pienso que lo hacen para que el show sea entretenido y emocionante para el público: el tercio de varas, el tercio de banderillas y el tercio a muerte.
Cuando el toro entra al escenario, veo en él confusión, desesperación, ansiedad y enojo. Llega la bulla de la gente. Ni él ni yo sabemos qué sucederá a continuación.
En el tercio de banderillas, o, también llamadas avivadores o alegradores, se busca reanimar y excitar al toro sin quitarle fuerzas o matarlo. En este momento los animales ya están muy cansados y usualmente cuando les clavan estas avivadoras, se caen y se levantan aún más enfurecidos y desesperados. En el morrillo (en su parte alta tras la cabeza) comienza a llenarse de sangre y el toro se retuerce de dolor, es evidente su sufrimiento.
La estocada
El animal se queda parado, mira al torero. Se orina (creo que por miedo, porque esto sucedió con todos los toros de la corrida). Ya está tan lastimado y tan cansado que su respiración es acelerada y tiene que sacar la lengua para poder jadear. Se siente asfixiado y confundido, igual que yo.
En este tercio, lo que se busca es que la espada pase entre las costillas del animal para que pique el corazón, pero muchas veces el torero no logra clavarla bien, así que tiene que intentarlo varias veces hasta poder lograrlo. Lo tiene que apuñalar hasta que lo logré.
Mientras los crían para llevarlos a las corridas les hacen cortes en las ojeras y los queman con herraduras para marcarlos, los separan de su familia y los llevan a la fuerza a un camión, y, cuando los bajan, están solos en un lugar oscuro, escuchando gritos que piden ¡que salga, que salga! para que todos se diviertan viendo cómo lo matan, lentamente, a sangre fría. ¿A qué humano le gustaría que le hicieran eso?
