Por | Zully Orozco – Economista e investigadora
“Ninguna de las partes tiene el más mínimo objetivo de velar por el interés general de la población colombina”
Durante los últimos meses el presidente Gustavo Petro junto a la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) y la Asociación Bancaria de Colombia (Asobancaria), han ejercido una continua presión sobre el Banco de la República para que detenga su política de subida de tasas de interés, aduciendo, como lo han expresado en diversos medios que “la inflación ya ha llegado a sus límites y es hora de recuperar la economía.”
Lo que estamos viendo es quizás el episodio más increíble de intento de presión al banco de la república para violar su mandato constitucional a favor de los intereses económicos particulares del gobierno y del lobbysmo corporativo.
Ninguna de las partes tiene el más mínimo objetivo de velar por el interés general de la población colombina. A decir verdad, al gobierno no le interesa que la inflación disminuya porque es el organismo que más se beneficia; con inflación, recauda más. La base tributaria se amplía por el aumento de los ingresos fiscales derivados de los impuestos a la renta y al consumo que se indexan automáticamente con la inflación.
Mientras que a banqueros y empresarios, les conviene que se revierta el ciclo de ajustes al alza sobre la tasa de referencia para que los márgenes de beneficio se aumenten por la caída del costo de financiación. De hecho, excluyendo el efecto de la subida de tasas, el mayor beneficiado de la agresiva expansión de liquidez desde inicio de la pandemia ha sido el sector bancario, que de acuerdo a la Superintendencia Financiera de Colombia, registró un robusto incremento en más de 80% de sus utilidades entre 2021 y 2022…Sobran las razones.
El gobierno y sus cortesanos subvencionados quieren manipular las decisiones del banco de la república bajo la retórica falaz de que su más importante responsabilidad debe obedecer a la de dinamizar la actividad productiva y elevar el empleo. Nada más engañoso. La principal función del BanRep es garantizar el poder adquisitivo de la moneda, por lo que crear empleo de la nada y acelerar artificialmente el crecimiento con endeudamiento barato, como lo defiende la sectaria óptica de los lobbies, solo se logra tolerando una inflación más alta.
En efecto, los más recientes datos sobre la evolución de la inflación suministrados por el DANE, indican que la inflación ha logrado desacelerarse durante cuatro meses consecutivos, pasando del 12,82% en marzo del presente año al 11,8% al mes de julio, en tanto que la inflación de alimentos a tenido una variación anual de 21,8% a 18,5%. Estas son las cifras que utiliza el gobierno para propender por una política monetaria más laxa.
No obstante, a pesar de los importantes esfuerzos, la reducción de la inflación no ha sido suficiente. Colombia sigue siendo uno de los países con la inflación más alta del mundo (11,43%), ubicada incluso por encima de los Estados Unidos (3,8%) y de la Zona del Euro (5,3%). Con el agregado de la región de América Latina, la media es considerablemente mayor en 5 puntos porcentuales. Así mismo, es superior a países como Brasil (4,1%), Chile (6,3%), Perú (5,8%) y México (4,8%), lo que indica que el país ha perdido convergencia con respecto a la región (Grafica 1).
Grafica 1. Evolución de la inflación total anual América Latina, 2020-2023
Fuente: Informe de política monetaria, Banco de la República.
Probablemente, la previsión de que la inflación era transitoria pasará a ser el fallo de pronóstico más grande en la historia del BanRep. El ritmo de desaceleración de la inflación en el país es aun lento lo cual pone de manifiesto que la respuesta del banco para elevar tasas fue tremendamente tardía. Quizás la consecuencia más indeseable de este desastre ha sido la pérdida de credibilidad en la capacidad del emisor para estabilizar los precios, porque mientras proyecta alcanzar la meta arbitraria del 3% al finalizar 2024, por otro lado y con menor optimismo, los analistas predicen una convergencia gradual solamente hasta 2025.
Esto aumenta la probabilidad de desancle de expectativas, porque si los agentes prevén una inflación mayor en el futuro, comenzaran a pedir subidas de salarios para compensar el aumento de los precios al consumo, dificultando aún más la capacidad del planificador para estabilizar la inflación entorno a su meta.
La inflación “transitoria” del BanRep ha dejado la peor destrucción de salarios y ahorros reales en el país. El dinero mal llamado barato ha salido caro, y ha salido caro por la brutal impresión de dinero durante todo 2020-21 que, al superar la demanda por liquidez, ocasionó la inflación de precios más fuerte de los últimos 22 años. Ahora, para el emisor, drenar el exceso de liquidez que el mismo produjo es su principal objetivo en la carrera por estabilizar los precios, algo que no pueden entender ni mucho menos compartir el presidente y la odiosa elite de los gremios que quieren hacer caer la balanza a favor de la producción de dinero sin importar cuáles puedan ser los daños ocasionados al resto de los colombianos. Las mieles para mí, las hieles para los demás. Si el BanRep está realmente comprometido con su mandato constitucional, hará un esfuerzo decisivo por seguir elevando tasas haciendo oídos sordos a la exigencia puramente arbitraria del poder político y económico que luchan por mantener la moneda devaluada.
Leer a una consumada investigadora que pueda expresarse de esta forma, teniendo los reales cimientos argumentativos, nos hace pensar en la realidad expresada en sus palabras, puesto que algunos colombianos nos preocupamos esperando que caigan las tasas de interés porque estamos
Dispuestos a endeudarnos, pero cómo pensar en el bien del país y no en el bien común de unos pocos? Apoyo la noción de la Economista e investigadora Zully, porque claramente es más necesario fortalecer nuestra moneda y economía frente al panorama internacional, que seguir incrementando el beneficio que le trae la inflación a los gobernantes que tenemos actualmente.