Conversaciones con Dios y el precio de los libros

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Darío Jaramillo Agudelo – Conversaciones con Dios – Pre-Textos – 2023.

Por | Darío Rodríguez
X | @etinEspartaego
thopos.wordpress.com

En primer lugar, la buena noticia. Regresa Darío Jaramillo Agudelo.

La primera vez que Dios me habló, Él estaba disfrazado de serpiente.

Era difícil reconocerlo por esa apariencia tan inesperada en un tipo como Dios, pero así es Él, siempre sagaz, sagaz como una serpiente, sí, exactamente como una serpiente.

Además, está el antecedente: el demonio se le presentó a Eva disfrazado de ofidio.

Nadie esperaría que Dios usara el mismo truco. Por eso mismo lo usó. Era la mejor manera de despistar.

Ese día apenas fue una especie de examen. Me dijo que era Dios. Yo le creí y en eso consistía la prueba, en que yo le creyera.

Si llego a dudar, Él no me habría hablado nunca más. Pero yo le creí. Me dijo que Él era el Padre Eterno. Que Él había creado el mundo y que lo controlaba casi todo. Casi. Pero no me aclaró qué asunto no controla. Creo que no explicarme fue un efecto dramático. Me dejó en suspenso. Sigo en suspenso.

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Después de El cuerpo y otra cosa (2016), y de cuatro libros más, Jaramillo vuelve a publicar versos con su casa editorial, la española Pre-Textos. Bajo un tono diferente del libro que lo hizo merecedor del premio nacional de poesía 2017. En este reciente poemario, Conversaciones con Dios, se hace presente un eco del poeta joven que fue (en volúmenes como Historias de 1974 o Tratado de Retórica, de 1978), sobre todo sirviéndose de matices irónicos, un sentido del humor para nada fundamentado en el entretenimiento ni en el solaz del lector. Por el contrario, la risa que provocan algunos de estos poemas, sacude, desconcierta. 

A lo mejor ni te enteras nunca del día de tu muerte. Cuando te digo que es a lo mejor, soy literal.

Puede ser que la esperes y no llegue. Puede que sí. O se porta distinto y aparece repentina, por detrás, sin ruido. O con un ruido que explota después, cuando tú ya no seas.

Eso me soltó Dios cuando le pregunté por la fecha de mi muerte.

Fue una tarde de sábado y yo estaba solo, oyendo música. Él —Dios en persona, Él no tiene secretarios—,

Él estaba ahí hacía rato y sólo abrió la boca para elogiar el color de la tarde.

Dios hablaba con una voz apacible.

No parecía tener ninguno de los problemas que debe soportar el autor de la creación.

Era el momento que yo esperaba para saber cuándo me voy a morir.

Le solté la pregunta y Él no cambió de tono. Sereno, amigable, me dijo que no lo sabe o no se acuerda.

Lo dijo con intención paternalista, dando a entender que me protege: buena coartada para disimular la ignorancia.

Me habla. A casi nadie le ha dirigido la palabra este Dios que nos tocó en suerte. A casi nadie, y a mí me habla.

Pero eso no quiere decir que yo le importe.

La crítica (cuando existía la crítica) calificó a esta poesía como construida desde cierta aparente y estratégica sencillez. Y que explora, sin temor, las grandes temáticas, la muerte, el amor, la música, la poesía misma y los gatos – por no eludir algunos de sus poemas si no más célebres, más celebrados -. La voz poética de este libro dialoga ahora con Dios (otra gran temática) pero, como es habitual en la poesía del autor de Sólo el azar, el común denominador es simplemente la excusa básica, el tema usado por el poeta para construir amplias variaciones.

Conversaciones con Dios es también el regreso a un estilo de poesía que produce complicidad y un fuerte vínculo con las personas que a ella se acercan.

Darío Jaramillo no se detiene. A sus setenta y seis años continúa ofreciendo literatura de alta calidad y eso es algo que sólo puede agradecerse. Con una salvedad.

Esa salvedad es la mala noticia de esta nota. El precio en pesos colombianos de Conversaciones con Dios desanima. ¿Puede costar más de cien mil pesos un pequeño libro editado y publicado en España, al cual toca importar y al que las librerías del país deben exhibir a sabiendas de la astronómica cifra que lleva consigo? Sí. Sí puede costar cien mil pesos, y hasta más, debido a la crisis global del papel, a las directrices arancelarias que se le aplican al libro como productor, a que hacer libros. Hoy por hoy, es más un gasto que una inversión.

Lo de los altos costos no es un problema nuevo. Y las instituciones o los individuos encargados de solucionarlo no dan muestras de hacerlo. Para qué, se preguntarán (el Estado, los dos monopolios editoriales que operan en Colombia, organismos internacionales de cooperación) si la realidad salta a la vista. No hay que estudiar sociología con el fin de notar que se leen menos libros en el ámbito del idioma español. Pese a las campañas de promoción y al fomento de la lectura. Se consume, más bien, una serie de subproductos cercanos a lo literario. O como lo apunta el escritor español Nicolás Melini:

Es la misma falta de ética mediante la cual muchos escritores escriben (y editores publican) libros fáciles, creativamente depauperados para alcanzar un nicho de mercado de lo que tanto les gusta a los oligopolios editoriales de ahora: los no lectores.

De hecho, yo he visto con estos ojitos y escuchado con mis oídos a Roger Domingo (Planeta), en acto público, que ya están trabajando en cómo aplicar la IA a la escritura/confección de sus productos, y que desde ya habrá un tipo de libros (para dummies y otros), que no requerirán de alguien que los escriba, porque la IA es más rápida y eficaz.

El maestro Darío Jaramillo proviene de otra época y ninguna culpa tiene en todo este horror. Además escribe para gente que lee. Es un lujo adquirir Conversaciones con Dios. Pero no podemos dejar de recomendarlo aquí porque es extraordinario.

Darío Jaramillo Agudelo – Conversaciones con Dios – Pre-Textos – 2023.

En primer lugar, la buena noticia. Regresa Darío Jaramillo Agudelo.

La primera vez que Dios me habló, Él estaba disfrazado de serpiente.

Era difícil reconocerlo por esa apariencia tan inesperada en un tipo como Dios, pero así es Él, siempre sagaz, sagaz como una serpiente, sí, exactamente como una serpiente.

Además, está el antecedente: el demonio se le presentó a Eva disfrazado de ofidio.

Nadie esperaría que Dios usara el mismo truco. Por eso mismo lo usó. Era la mejor manera de despistar.

Ese día apenas fue una especie de examen. Me dijo que era Dios. Yo le creí y en eso consistía la prueba, en que yo le creyera.

Si llego a dudar, Él no me habría hablado nunca más. Pero yo le creí. Me dijo que Él era el Padre Eterno. Que Él había creado el mundo y que lo controlaba casi todo. Casi. Pero no me aclaró qué asunto no controla. Creo que no explicarme fue un efecto dramático. Me dejó en suspenso. Sigo en suspenso.

Después de El cuerpo y otra cosa (2016), y de cuatro libros más, Jaramillo vuelve a publicar versos con su casa editorial, la española Pre-Textos. Bajo un tono diferente del libro que lo hizo merecedor del premio nacional de poesía 2017. En este reciente poemario, Conversaciones con Dios, se hace presente un eco del poeta joven que fue (en volúmenes como Historias de 1974 o Tratado de Retórica, de 1978), sobre todo sirviéndose de matices irónicos, un sentido del humor para nada fundamentado en el entretenimiento ni en el solaz del lector. Por el contrario, la risa que provocan algunos de estos poemas, sacude, desconcierta. 

A lo mejor ni te enteras nunca del día de tu muerte. Cuando te digo que es a lo mejor, soy literal.

Puede ser que la esperes y no llegue. Puede que sí. O se porta distinto y aparece repentina, por detrás, sin ruido. O con un ruido que explota después, cuando tú ya no seas.

Eso me soltó Dios cuando le pregunté por la fecha de mi muerte.

Fue una tarde de sábado y yo estaba solo, oyendo música. Él —Dios en persona, Él no tiene secretarios—,

Él estaba ahí hacía rato y sólo abrió la boca para elogiar el color de la tarde.

Dios hablaba con una voz apacible.

No parecía tener ninguno de los problemas que debe soportar el autor de la creación.

Era el momento que yo esperaba para saber cuándo me voy a morir.

Le solté la pregunta y Él no cambió de tono. Sereno, amigable, me dijo que no lo sabe o no se acuerda.

Lo dijo con intención paternalista, dando a entender que me protege: buena coartada para disimular la ignorancia.

Me habla. A casi nadie le ha dirigido la palabra este Dios que nos tocó en suerte. A casi nadie, y a mí me habla.

Pero eso no quiere decir que yo le importe.

La crítica (cuando existía la crítica) calificó a esta poesía como construida desde cierta aparente y estratégica sencillez. Y que explora, sin temor, las grandes temáticas, la muerte, el amor, la música, la poesía misma y los gatos – por no eludir algunos de sus poemas si no más célebres, más celebrados -. La voz poética de este libro dialoga ahora con Dios (otra gran temática) pero, como es habitual en la poesía del autor de Sólo el azar, el común denominador es simplemente la excusa básica, el tema usado por el poeta para construir amplias variaciones.

Conversaciones con Dios es también el regreso a un estilo de poesía que produce complicidad y un fuerte vínculo con las personas que a ella se acercan.

Darío Jaramillo no se detiene. A sus setenta y seis años continúa ofreciendo literatura de alta calidad y eso es algo que sólo puede agradecerse. Con una salvedad.

Esa salvedad es la mala noticia de esta nota. El precio en pesos colombianos de Conversaciones con Dios desanima. ¿Puede costar más de cien mil pesos un pequeño libro editado y publicado en España, al cual toca importar y al que las librerías del país deben exhibir a sabiendas de la astronómica cifra que lleva consigo? Sí. Sí puede costar cien mil pesos, y hasta más, debido a la crisis global del papel, a las directrices arancelarias que se le aplican al libro como productor, a que hacer libros. Hoy por hoy, es más un gasto que una inversión.

Lo de los altos costos no es un problema nuevo. Y las instituciones o los individuos encargados de solucionarlo no dan muestras de hacerlo. Para qué, se preguntarán (el Estado, los dos monopolios editoriales que operan en Colombia, organismos internacionales de cooperación) si la realidad salta a la vista. No hay que estudiar sociología con el fin de notar que se leen menos libros en el ámbito del idioma español. Pese a las campañas de promoción y al fomento de la lectura. Se consume, más bien, una serie de subproductos cercanos a lo literario. O como lo apunta el escritor español Nicolás Melini:

Es la misma falta de ética mediante la cual muchos escritores escriben (y editores publican) libros fáciles, creativamente depauperados para alcanzar un nicho de mercado de lo que tanto les gusta a los oligopolios editoriales de ahora: los no lectores.

De hecho, yo he visto con estos ojitos y escuchado con mis oídos a Roger Domingo (Planeta), en acto público, que ya están trabajando en cómo aplicar la IA a la escritura/confección de sus productos, y que desde ya habrá un tipo de libros (para dummies y otros), que no requerirán de alguien que los escriba, porque la IA es más rápida y eficaz.

El maestro Darío Jaramillo proviene de otra época y ninguna culpa tiene en todo este horror. Además escribe para gente que lee. Es un lujo adquirir Conversaciones con Dios. Pero no podemos dejar de recomendarlo aquí porque es extraordinario.

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