Radiografía de dos años de pandemia por la COVID-19

La Placita Campesina, uno de los mercados más concurridos por los tunjanos, cerrado a pleno medio día. Foto | Hisrael Garzonroa
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*Con información de OMS, Ministerio de Salud de Colombia y Secretaría de Salud de Boyacá.

Fiebre, fatiga, tos seca, son los primeros síntomas que indican contagio por SARS-Cov2, el coronavirus de tipo 2 causante del síndrome respiratorio agudo severo. Sin embargo, aunque han transcurrido dos años desde iniciada la pandemia, el desconocimiento de la enfermedad, sus síntomas cambiantes entre edades, sexos y territorios, y las nuevas cinco variantes, han hecho que los científicos, políticos y tías con mensajes a través de Whatsapp, resuelvan entre todos, las verdades que hoy día están a medias; lo único que aseguran en mutuo acuerdo, es que se mantendrá entre los humanos como otra forma de gripe.

Escenario esperanzador

A dos años de pandemia, la COVID-19 ha provocado cuarentenas, confinamientos masivos en todo el mundo, crisis sanitarias, económicas, políticas y sociales. Y, según los epidemiólogos expertos, aún estamos lejos de salir de ella.

Científicos han logrado avances que han permitido desarrollar las vacunas para contrarrestar los efectos de la COVID-19. Gracias a esto, las personas pudieron salir de sus casas luego de una serie de cuarentenas las cuales, por efecto colateral, provocaron un declive en las finanzas mundiales.

Hoy en el mundo, tras cerca de 6 millones de muertos, y casi 256 millones de contagios, 7.594 millones de personas vacunadas en el mundo, lo único cierto es que quedan más incógnitas que respuestas; los científicos buscan resolverlas en el menor tiempo posible (cosa que han realizado satisfactoriamente y para sorpresa de más de un incrédulo), para tener más y mejores herramientas en la lucha contra la pandemia.

La pandemia en Boyacá

EL DIARIO hace un análisis de lo que ha representado la presencia de ese virus en el territorio de Boyacá desde aquel 25 de marzo del 2020 cuando se reportó el primer caso, una mujer de 57 años de edad en el municipio de Santana. A la fecha de redactado este artículo, en Colombia se cuentan 5’966.706 de casos confirmados y 135.757 fallecidos. La Secretaría de Salud del departamento reporta 122.533 casos confirmados por la COVID-19, 118.595 recuperados y 2.695 fallecimientos, siendo Sogamoso hasta ahora, con 505, la ciudad con más muertos por esta enfermedad, y, Tunja la que tiene más casos confirmados con 35.294.

Antes del cierre de marzo del 2020, la Administración Departamental decidió destinar 5.400 millones de pesos para adquisición de camas y accesorios de Unidades de Cuidados Intensivos. De ahí en adelante, los recursos de la caja gubernamental serían enfocados en su mayoría a la salud del departamento y el manejo y control de la enfermedad.

Sectores como el turismo y la cultura, fueron los más golpeados por la pandemia por la COVID-19. Mientras que el sector construcción en Boyacá, sería uno de los menos afectados, tanto así que el departamento tuvo un reconocimiento nacional: Boyacá como tierra fértil para la compra de vivienda”, dijo en marzo del 2021, el ministro de Vivienda, Jonathan Malagón. El ministro Malagón aseguró que las cifras lo demuestran. “Tuvo el segundo mejor enero de su historia, registrando 259 unidades comercializadas, según cifras de Camacol”. Sin embargo, para septiembre de ese año, de acuerdo con el Índice de Costos de Construcción de Vivienda del DANE, el precio de los hierros y aceros para la construcción de vivienda registró una variación anual al mes de julio de 2021 de 39,6 por ciento en Colombia, cifra que refleja un aumento 9,7 veces superior al observado en julio de 2020, por lo cual, habría estado en riesgo el futuro de la vivienda social por desabastecimiento y altos precios del acero.

Durante el primer año de la pandemia, el 2020, empresas tuvieron que cerrar o, en su defecto, los empleadores tuvieron que deshacerse de trabajadores para poder mantener a flote sus negocios. Con la llegada de las vacunas durante el 2021, empresarios pudieron encender motores gracias a que el Gobierno Nacional y Departamental, empezaron paulatinamente a levantar restricciones, eso sí, con una serie de compromisos y exigencias para los empleadores como la toma de temperatura de cada persona que ingresara en la empresa, el uso de alcohol y/o gel antibacterial.

La construcción, el turismo y el comercio, para mediados del año 2021, fueron sacudidos por la pandemia. Estas tres actividades que representan un considerable porcentaje de los empleos en el departamento, vieron su peor momento entre marzo y junio de 2020, y que a partir de ese entonces han venido recuperándose, aunque no todos al mismo ritmo. Aún hoy, en los primeros meses del 2022, apenas han tenido una recuperación considerada por los expertos como aceptable.

El paro Nacional, ¿excusa del Gobierno o realidad del encarecimiento de precios por la post pandemia?

Iniciamos este párrafo aclarando que el término post pandemia, es una línea muy general y vaga de lo que pueda llamarse verdad, pues la pandemia persiste, dice la OMS.

Sumado a la pandemia, vino el Paro Nacional que inició el 28 de abril del 2021, con el único fin de levantar una voz de protesta en contra de lo que llamaron el mal gobierno de Iván Duque, tanto por la demora en comenzar un adecuado plan de vacunación que cobijara a todos los colombianos, como a la ineficiencia en gestiones para ayudar a los empresarios para que salieran de la crisis económica.

Estudiantes de universidades públicas se movilizaron. El resultado fue la suscripción de compromisos por parte del Gobierno nacional, como la tal matrícula cero, que sin embargo se incumplieron.

Pese a que las protestas en Boyacá no tuvieron relevancia nacional, comparadas con otros departamentos, sí tuvo un latigazo en su economía debido al alza de precios de algunos alimentos de la canasta básica, como fue el pan, la harina, el azúcar, o, los huevos (los cuales para el 2022, sin paro ni restricciones por la COVID-19, siguen subiendo de precio).

Hoy en las redes sociales, denuncian carencia de papa, alza de los precios en la poca producción del tubérculo; los consumidores de carne han tenido que volverse veganos, pues dicen que comprar esta proteína es todo un lujo por estos días.

No solo los alimentos incrementaron precios. Los peajes, las pólizas, la vivienda, los automóviles, las bicicletas, el transporte urbano, el estudio, los materiales escolares, computadores y demás tecnologías, todo comenzó en el año 2022 mucho más caro, y luego de alcanzar topes nunca antes vistos, los expertos aseguran que no volverán a bajar.

Edilberto Rodríguez Araujo, conocido economista y colaborador de EL DIARIO, reveló que, para este año 2022, Tunja ha sufrido una severa inflación.

“Contrario a lo ocurrido el año pasado, cuando la inflación observada en enero fue una de las más bajas, en este año Tunja registró el quinto lugar dentro de las ciudades más caras, -con una variación porcentual de 2,06- después de Ibagué, Riohacha, Villavicencio y Pereira […] Tunja fue la segunda ciudad en que la carestía de alimentos se campeó, solo superada por Ibagué (5,83 por ciento). En enero de 2021 el registro para la ciudad superó el promedio nacional: 5,38 versus 3,79 por ciento. Una situación similar se encuentra en el rubro de Hoteles y restaurantes en que el nivel de precios en Tunja solo fue rebasado por Pereira”.

Crisis estudiantil y laboral

Los más pequeños han sido los más afectados con toda la fatiga de los adultos por querer controlar los efectos de una enfermedad que no entienden, una vacuna a la que muchos ven con desconfianza, pero deben aplicar(se) por obligación del colegio y/o universidad, o, incluso el mismo sitio de trabajo.

La crisis comenzó cuando se dio la primera cuarentena. Quienes lo pudieron hacer, comenzaron a trabajar desde casa. Beneficioso para algunos, un dolor de cabeza para otros, sobre todo para quienes son padres. Los colegios cerraron sus puertas físicas, y entre el desconocimiento, falta de preparación, alejamiento de las nuevas tecnologías y obvia desfinanciación del Estado, las directivas obligaron a los alumnos a ver clases virtuales, clases que en su mayoría tuvieron más apoyo de Whatsapp que de alguna otra plataforma.

Los padres debían laborar en casa, mientras se encargaban de las conexiones de internet, endeudarse para comprar cámara, micrófono, computador, tablet, celular, plan de datos móviles y demás animaciones tecnológicas.

Tanto estudiantes y padres, como algunos profesores, se rindieron en el primer año de pandemia. Renunciaron al colegio o al trabajo.

El año 2021, el Gobierno Nacional para que los niños y jóvenes volvieran a las aulas, comenzó una carrera por adecuar con internet y computadores las instituciones oficiales, muchas de las cuales ni siquiera contaban (ni cuentan) con espacios ni condiciones sanitarias mínimas. Desde el Ministerio de Educación anunciaron en su momento que, con ayuda de la vacunación a docentes, se podría reactivar el sector educativo y económico.

Por su parte, los educadores denunciaban falta de garantías para la vida de ellos y los alumnos. Las vacunas contra la COVID-19 eran escazas, y no fue si no hasta finales del 2021 y comienzos del 2022, cuando las instituciones educativas y universidades públicas volvieron a la presencialidad.

En medio de todo, Tunja no ha resultado tan afectada en su sistema educativo como consecuencia de la pandemia. Tunja tiene cerca de 38.200 estudiantes en los sectores público y privado y unos 1.500 profesores y en el lapso entre el 2020 y el 2021 – a pesar de la virtualidad- mantuvo sus índices de calidad educativa y conservó los puestos de vanguardia que su sistema educativo ha tenido tradicionalmente a nivel nacional.

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