La mortalidad empresarial en Colombia

Foto | Hisrael Garzonroa
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Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC

Edilberto Rodríguez | Contrapunto económico

En los últimos años en la economía mundial, y, particularmente en Colombia, ha adquirido cada vez mayor relevancia la tendencia a sobredimensionar los alcances del emprendimiento, como fuente de la empleabilidad, sobre todo de jóvenes con una propensión, -heredada o aprendida-, a la creación de empresas o negocio, sin tener muy en cuenta que la educación es un vector de aprendizaje e innovación, que potencia las competencias. Sin embargo, no se puede ignorar que el ciclo de vida de las unidades productivas está asociado con las fases del ciclo económico, tal como se evidenció con la aparición y propagación de la pandemia del coronavirus.

En mayo de este año la Confederación Colombiana de Cámaras de Comercio (Confecámaras) divulgó un estudio sobre la supervivencia empresarial en Colombia, concluyendo que sólo el 33,5 por ciento de las empresas creadas en 2017 sobrevivieron en 2022, lo que pone en evidencia un marchitamiento empresarial, que tuvo su máximo pico en 2020 y se acentuó el año pasado.

Como se supone, la mayor incidencia de languidecimiento empresarial, según las modalidades de organización jurídica se encuentra en las personas naturales (30,2 por ciento en 2022), que contrasta con las sociedades (69,8 por ciento). Es indudable que un punto de quiebre fue 2020, el año más crítico de la pandemia.

De lo anterior, podría preverse que el comportamiento de la supervivencia de las empresas guarda una relación con el tamaño de las mismas. Es decir, las pequeñas unidades productivas, que, a su vez, fueron creadas por personas naturales (tamaño en que se encasillan los emprendimientos espontáneos), están más expuestas a los embates del ciclo económico, que los establecimientos de mayor escala, por lo que el ritmo de sobrevivencia es menor y decreciente. La transición de menor a mayor tamaño (microempresa, pequeña, mediana y gran empresa), trae consigo los desafíos de que supone el crecimiento empresarial, en una estructura de mercado muy segmentada, en las que barreras de entrada o salida son significativas.

Contrario a lo que revela el conocimiento intuitivo, la evidencia factual muestra que no son las actividades del sector terciario las más vulnerables, puesto que el escalafón de supervivencia lo encabeza la finca raíz, acompañado del suministro de energía, desarrollo tecno-científico, intermediación financiera y seguros, agua potable y aseo. Sorprende que en los últimos escalones se encuentren los sectores directamente productivos, como la minería y la industria, ocupando el comercio y talleres el último lugar.

COLOFÓN: La estrategia de cambio estructural, con énfasis en la reindustrialización, propuesta por al actual gobierno, debe tener como uno de sus pivotes el fortalecimiento del tejido empresarial, a través de políticas activas, que propicien la permanencia y consolidación de las empresas creadas. El discurso de emprendimiento sólo resulta exitoso, si existe un entorno favorable y unas políticas selectivas de fomento.

E-mail: [email protected]

Twitter: @zaperongo

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