Boyacá se convierte en el faro que señala un nuevo camino para la Nación

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Después de los resultados de la Consulta Anticorrupción en Boyacá, donde casi 400 mil ciudadanos votaron siete veces sí, siendo Tunja, la capital de departamento con el más alto porcentaje de participación, con los antecedentes de movilización social en los dos últimos lustros, y también la mayoría en el plebiscito por la paz en 2016, el departamento de Boyacá se muestra ante el país como ejemplo de madurez política y cultura democrática.

Y es que atenidos a las cifras, que son las que soportan los requisitos legales, este país es un asco, tal como lo calificaron muchos en las redes sociales que reaccionaron indignados ante la derrota de la Consulta Anticorrupción que no alcanzó el umbral para obligar a que el gobierno tome decisiones que se suponen de fondo contra el flagelo que más golpea a los colombianos.

Que hayan hecho falta apenas 450 mil votos para completar el 33% del potencial de votantes existentes en el país, que era el umbral para esta oportunidad, quiere decir que más del 66% de los colombianos, o son indiferentes al fenómeno de la corrupción, o piensan que no es un problema, o definitivamente están cómodos con la situación tal como está: entonces, las mayorías en Colombia, en razón a los números, dijo, ¡viva la corrupción!

Era lo que faltaba, ya que en 2016, con el plebiscito donde se les preguntó a los colombianos si querían o no la paz, ganó el no. Es decir, este es un país que no quiere le paz y aprueba la corrupción. De modo que la indignación de muchos estaría justificada, Colombia es el extraño país cuya conducta ciudadana, el mundo difícilmente puede entender. O mejor, sí se puede entender: esta es una sociedad corrompida hasta el tuétano, cuyo héroe es el padre de esa corrupción absoluta a la cual se llegó en los últimos 16 años.

No se puede creer que haya una sociedad que actúe así, pero es cierto; con los resultados del 26 de agosto, podría decirse que es la comprobación de que cualquier esfuerzo por cambiar el rumbo de la degradación de la corrupción resulta infructuoso.

Y peor todavía, que el departamento más afectado por la corrupción, como es la Guajira, del cual supuestamente se duelen todos los colombianos y que siempre se dice que hay que ayudar, porque los corruptos se lo han devorado, ese departamento, presentó la peor cifra en la jornada: la abstención llegó al 87%. Eso, sin más, significaría que sus habitantes están cómodos, satisfechos, que como están las cosas, están divinamente. Así que se podría sentenciar que a esa comunidad se la debe acabar de cargar el diablo.

Pero la realidad advierte otro extremo; el departamento antípoda de La Guajira, que se dice es el más exitoso e innovador de Colombia, el líder empresarial y cultural, el que no tiene pierde, el de los mayores progresos, pero a la vez el más proclive a todas las violencias; ese departamento resolvió que no apoyaba la consulta. Es, sin duda, la paradoja más notable, Antioquia sigue a su líder político, ético y moral, así que allí no se alcanzó el umbral.

Los antioqueños tendrían razón: la mixtura de la legalidad con el crimen, de la habilidad para los negocios, en medio de la charlatanería embaucadora, con los resultados en la mano, están demostrando que les funciona: Antioquia es ‘la más próspera’, así que por qué cambiar el modelo; sin embargo, allí puede estar el fracaso más escandaloso de la historia reciente de Colombia: el caso Hidroituango, que no sería ajeno a la peor corrupción.

En cambio, Boyacá, el departamento aparentemente más resistente al cambio, volvió a dar muestras de un extraordinario compromiso con las transformaciones que, se supone, deben tener su propia sociedad y el país en general. Boyacá, se ha caracterizado por ser en los últimos diez años el de mayor movilidad social, protagonizando los paros agrario y camionero, los más duros y radicales de la historia reciente; el departamento ha demostrado, con los resultados de agosto que va en sentido contrario, que es el correcto: aquí se alcanzó el umbral, es decir, se aprobó la consulta, siendo su capital, Tunja, el ejemplo nacional, la única ciudad capital del país, donde más de la mitad del censo electoral salió a votar y le dijo no a la corrupción.

Boyacá también le dijo sí a la paz en 2016. Esto muestra que Boyacá, en vísperas del Bicentenario de la Independencia, se convierte en el faro que señala un nuevo camino para la Nación, y dar nuevo sentido a la República al cabo de sus doscientos años de existencia.

Así que el resultado de la consulta del 26 de agosto, en realidad no puede calificarse como un fracaso; por el contrario, los 11 millones 600 mil votos, es la cifra más alta de una votación afirmativa realizada en toda la historia y la capital del departamento de Boyacá convertida en la líder de la participación ente las ciudades capitales de los departamentos del país, asignan el honroso hecho de ser la esperanza de un país que quiere vivir en paz y erradicar la corrupción o, por lo menos, reducirla a sus justas proporciones, como decía hace 40 años el Presidente de entonces, Julio César Turbay Ayala.

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