Amor voraz y falta de ideas

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Por | Luis Alejandro Pulido Porras / Administrador de empresas

Hace medio siglo la agencia de publicidad Wells Rich Greene fue contratada para desarrollar una campaña de mercadotecnia para el Estado de Nueva York. Producto de este trabajo surgió el popular y exitoso logo símbolo I ♥ NY.

Todo es tan elegante en esta ciudad que “el bosquejo del concepto original y los paneles de presentación fueron donados por Doyle a la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York”.

Sin embargo, y pese a que alrededor del mundo afloran los ejemplos que en mayor o menor medida buscan imitar este ideal, es preciso decir que en Boyacá y en Colombia la perversión de esta singular idea abunda y da qué pensar.

Por pueblos, veredas y barrios afloran letreros de Yo ♥ a …, o algunos plagados de spanglish; I ♥ a …, los hay también coloridos y de latón, arcaicos y hediondos, propios de Los Picapiedra. En este punto hay que decir que está bien manifestar el amor al terruño, ojalá que este amor se manifestara siempre más allá de las palabras y transcendiera a los hechos, lo que también nos invita a pensar en que estemos ad-portas de una política pública tácita para levantar monumentos ¿o adefesios? que, más allá de promover el turismo, generar patrimonio público y rescatar el valor y sentido de pertenencia por un lugar, más parecen ser la excusa perfecta para legalizar unos cuantos recursos públicos en pro de hacer algo por pura conducta de rebaño de los burgomaestres de turno.

Sobra decir que en muchos territorios la carencia de estrategias para la promoción del turismo es evidente, al respecto es interesante conocer voces críticas incluso frente a los casos de éxito que se tienen en otros departamentos como el Quindío.

Sin embargo, el punto a resaltar aquí es que la promoción del turismo es un tema complejo, que claramente va más allá de un destemplado aviso. Se requiere planeación a través de los Esquemas de Ordenamiento Territorial, estrategias para la promoción del bilingüismo, infraestructura en telecomunicaciones y, sobre todo, importantes dosis de apertura a nuevas prácticas para ofrecer productos y servicios turísticos de calidad. Aquí es preciso exaltar que las ciudades del departamento y en algunos municipios boyacenses a fuerza de trabajo, maravillas naturales y empresarios ingeniosos, se le ha dado impronta e identidad a escenarios turísticos de talla mundial. Sin embargo, la tarea sigue siendo más larga y compleja que la instalación del ligero letrerito y el apetito por el dinero ajeno.

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