Restaurantes también son azotados con el alza en los insumos

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Casi que imposible se han puesto las ventas en restaurantes no solo de Boyacá, sino de Colombia en general. El panorama es complicado, muchos siguen en la lucha.

La afectación de la pandemia, que azotó muy duro a los restaurantes, hizo que un buen número de ellos cerrara sus puertas, porque la mayoría no tenían locales propios y en cifras extraoficiales se hablaría aproximadamente de unos 40.000 en el país. La realidad no es ajena para Boyacá.

Presidente de la junta directiva de la Cámara de Comercio de Tunja es Israel Romero, quien además es el propietario del restaurante Broster Real. Foto | Cámara de Comercio.

“De encime, pues llegó la guerra entre Ucrania y Rusia, uno de los países que más produce insumos agrícolas y esto nos está tocando ahorita en el sentido de que la gente no ha podido iniciar a cultivar, a producir papa; por ejemplo, la papa que en este momento estoy consumiendo en mi local es una papa canadiense, yo toda mi vida utilizaba papa producida en Boyacá y producida por la empresa Tocanita, quienes me siguen surtiendo, pero les ha tocado recurrir a papa importada, porque es lo único que nos puede liberar un poquito la crisis y poder sostener los precios que tenemos en este momento”, manifestó el vicepresidente de Acodres, Israel Romero.

Acodres es la sigla para la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica, gremio oficial del sector de restaurantes, cafeterías, pastelerías y panaderías en Colombia.

“Si Tocanita se pusiera a producir papa pre-frita hoy en día, elevaría los cotos, una porción no se conseguiría por menos de 10 mil a 15 mil pesos. Todos los productos que tienen que ver con los restaurantes: cilantro, perejil, cebolla cabezona, zanahoria, tomate, tomate de árbol, cebolla larga, todos subieron más del 300%; porque no hay cómo producirlos”, contó don Israel.

El caso de los aceites lo mismo, un biberón que costaba $95 mil, está costando 285 a 300 mil pesos, 250 mil el más barato, los precios se triplicaron, si la pandemia no acabó con algunos restaurantes, hace que éstos deban mantener unos precios elevados, de otra forma no hay cómo subsistir.

Un litro de leche que costaba $1.600, ahora está en $4.600, un bloque de queso que costaba 29 mil pesos, ahora se consigue en 48 mil pesos, un pan que valía $200, está de $400 para arriba, un bulto de harina valía 60 mil pesos, ahorita está en 161 mil pesos, un bulto de arroz de 90 mil pesos hoy cuesta 172 mil pesos, por nombrar algunos.

“Ahorita muy seguramente muchos tendrán, tendremos que reajustar precios nuevamente. Los agricultores no están sembrando, entonces no sé de aquí a junio a dónde iremos a parar. No sé la cifra exacta, pero estimo que unos 5000 restaurantes más o menos han cerrado sus puertas en el departamento”, agregó Romero.

La reciente Semana Santa trajo algo de alivio, hubo una reactivación más o menos buena para la parte gastronómica, no obstante, la utilidad ha sido muy pequeña para la mayoría de negocios.

“Algunos de nosotros estamos en pie realmente porque el gobierno nacional nos ayudó, eso sí hay que reconocerlo, nos dio una mano con la nómina y pudimos sostenernos, con pérdidas, pero por lo menos pudimos mantenernos”, expresó este empresario boyacense.

José Israel Romero Alvarado tiene 63 años, es vicepresidente de Acodres, dueño del famoso Broaster Real en Tunja, un sotaquireño que se formó como administrador de empresas egresado de Uniboyacá.

“Con este restaurante llevo 40 años, trabajé 12 años para Pollos El Dorado y 28 años lleva el Broaster Real conmigo, pero como negocio aquí llevamos cuarenta años, y de ese tiempo la pandemia fue totalmente dura, pero no había visto unos incrementos tan grandes como lo que está pasando ahorita; no ha sido fácil, no será fácil, pero de todas formas continuaremos”, asintió.

Algunos clientes se han ido por el alza obligada en los precios, “no hay otra forma, algunos tienen su forma de vender, no soy quién para discutir eso, no me corresponde ni voy a hablar mal de unas compañías que tienen unos precios que uno no sabe cómo hacen; aquí, realmente, tenemos unos precios que nos da un margen de rentabilidad muy pequeño, pero a pesar de eso sí tengo problemas con los clientes, la gente le reacciona a uno, que por qué tan caro”.

Y es que obviamente el pollo también ha subido, “el alimento para el pollo se produce con maíz y éste ha subido terriblemente, en este año hemos tenido 4 alzas y seguramente se vendrán más; el pollo me llega cada tres días, mantengo un pollo supremamente fresco, a mí El Dorado, soy parte de la familia, sigo siendo fiel a la empresa, entonces ellos me traen el pollo que sacrifican el mismo día; la gente se queja del precio, las grandes marcas como Frisby, KFC, lo pueden hacer, yo no puedo acá en el centro tener precios así, porque no vendería nada”, añadió Romero.

El pollo está por el orden de los 15.900 pesos la unidad y se vende en 26 mil pesos (en este restaurante), cuando anteriormente se compraba en $9.000, “todo ha subido, la yuca también, la papa criolla está incomprable, el plátano lo mismo, así como el arroz, las harinas, y el mercado de plaza, toca pagar al precio que piden porque no hay más, un limón $1.300”.

El gobierno nacional y Guillermo Gómez que es el presidente nacional de Acodres habló y fue escuchado, de tal manera recibieron ayuda con la nómina y eso los ha mantenido.

“El gobierno no puede hacer otra cosa, porque tendrían que ponerse a producir los insumos y montar una fábrica para producir insumos no se hace de hoy para mañana, están pensando en eso, pero no sabemos cuándo podría ser, todo importado es muy complicado, y si no apoyamos nosotros el campo, la agricultura, va a ser peor la situación”, indicó Israel Romero.

De unos 2.000 restaurantes con los que debe contar Tunja, tan solo 20 estarían afiliados a la asociación, “estamos pasando una crisis también bien complicada a nivel nacional con respecto a la asociación, porque se retiraron muchos y no tienen con qué pagar; y pues la asociación tiene que pagar el arriendo de las oficinas, empleados y demás”.

De diez trabajadores que tenía don Israel, hoy solo siguen cinco, obligándolo a él y su esposa a “frentear”, junto con ellos, el día a día.

“Un llamado para las personas, para todos los clientes de todos los restaurantes en general, es que se comprenda que los precios que estamos poniendo no son por capricho, que nos entiendan y que nos ayuden, porque realmente hay muchas familias que vivimos de los restaurantes”, finalizó.

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