La inversión en las mujeres y las niñas tiene sentido desde el punto de vista económico y acelera el progreso para millones de personas

Las mujeres rurales en Colombia, son vigías de la cultura y aportan al desarrollo rural sostenible. Foto | FAO Colombia
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Invertir en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres no sólo es más urgente que nunca, sino que es una inversión sumamente inteligente para fomentar el crecimiento económico, la seguridad alimentaria, las oportunidades de generación de ingresos y la mejora de las condiciones de vida, en especial en las zonas rurales donde residen las personas más pobres del mundo. Este será el mensaje con ocasión del Día Internacional de la Mujer, los dirigentes de los organismos de las Naciones Unidas con sede en Roma dedicados a la alimentación y la agricultura, en el acto titulado Invertir en las mujeres: acelerar el progreso.

Según el informe La situación de las mujeres en los sistemas agroalimentarios de 2023 publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), si se cerrara la brecha de género en la productividad agrícola y se suprimiera la diferencia salarial existente en los sistemas agroalimentarios, el producto interno mundial aumentaría un 1 % —esto es, casi un millón de billones de dólares de los Estados Unidos—, además de reducirse la inseguridad alimentaria mundial, de modo que 45 millones de personas más gozarían de seguridad alimentaria.

“Invertir en las mujeres es invertir en el desarrollo sostenible. El rendimiento de la inversión no se limita a poder erradicar la pobreza y la desigualdad, sino que también permite crear instituciones, economías y comunidades enteras más sólidas”, ha declarado Gerardine Mukeshimana, Vicepresidenta del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).

«Dado el papel crucial de las mujeres en las economías rurales y los sistemas agroalimentarios, en particular en los países de ingresos bajos y medios, abordar la brecha de género en la financiación es fundamental para un desarrollo rural más inclusivo y equitativo. Reducir esta brecha no sólo empodera a las mujeres, sino que también puede tener importantes beneficios para sus hogares y comunidades», aseguró Maria Helena Semedo, Directora General Adjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

«Cuando invertimos en mujeres y niñas, nutrimos comunidades enteras», afirmó Valerie Guarnieri, Subdirectora Ejecutiva de Operaciones de Programas del Programa Mundial de Alimentos (PMA). «Podemos ganar la batalla contra el hambre y la malnutrición empoderando y apoyando a las mujeres para que tomen la iniciativa».

Según el panorama de las cuestiones de género de 2022 elaborado por la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), en la actualidad apenas el 4 % de toda la ayuda bilateral se destina a programas cuyo principal objetivo es la igualdad de género. Además, el actual déficit de financiación para alcanzar la igualdad de género en esferas fundamentales —como la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para poner fin al hambre y la pobreza y el respaldo de la participación igualitaria de las mujeres en la sociedad de aquí a 2030— asciende a unos 360 000 millones de dólares anuales en 48 países en desarrollo (FAO 2023).

Los sistemas agroalimentarios constituyen una importante fuente de ingresos para las mujeres de muchos países. En África Subsahariana, por ejemplo, los sistemas agroalimentarios dan empleo al 66 % de las mujeres, mientras que en Asia Meridional esa cifra se eleva hasta el 71 %. Las mujeres son esenciales para la seguridad alimentaria mundial, regional y nacional (FAO 2023).

Sin embargo, las condiciones de desigualdad que afrontan, debido a las normas sociales discriminatorias que persisten en la sociedad y los sistemas agroalimentarios, aumentan su vulnerabilidad frente al hambre y la pobreza. En 2022, 388 millones de mujeres y niñas vivían en condiciones de pobreza extrema, y el 27,8 % de las mujeres sufrían inseguridad alimentaria grave o moderada.

Este panorama general de la disparidad de género se hace más evidente en las zonas rurales. El acceso limitado a los activos y los insumos agrícolas da lugar a una brecha de género en la productividad de las tierras; se observa una diferencia del 24 % entre la productividad de las explotaciones gestionadas por mujeres y las explotaciones del mismo tamaño administradas por hombres. Las mujeres ganan, de media, un 18,4 % menos que los hombres en los empleos agrícolas asalariados: por cada dólar que ganan ellos, ellas obtienen aproximadamente 82 céntimos. Además, las olas de calor y las inundaciones afectan de forma diferenciada a mujeres y hombres del medio rural y amplían la diferencia de ingresos, como se destaca en el informe Unjust Climate (FAO 2024).

Fuente | ONU

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