FIC 50 AÑOS: Reflexiones desde el arte con mayúsculas y la cultura de masas

El Festival Internacional de la Cultura Foto | Hisrael Garzonroa / Archivo EL DIARIO
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Si tomamos lo banal demasiado en serio, el resultado final es la banalidad de todo.
Daniel Gascón

Este texto, que desde el título y el epígrafe ya comienza con una seria dicotomía, no contempla ninguna pretensión filosófica sobre lo culto, lo humano y lo divino; es, a cambio, una reflexión desde el origen del FIC, la falta de “desdibujar esas fronteras entre la ‘alta’ y ‘baja’ cultura” (como indica Susan Sontag) y, la idea de usar la cultura (financiada con recursos públicos) como negocio para unos pocos.

En 1973 tuvo origen la Semana Internacional de la Cultura gracias al ingenio de Gustavo Matéus Cortés (q.e.p.d), excelentísimo y culto fotógrafo boyacense quien organizó, a través del entonces ICBA, uno de los eventos más importantes del departamento de Boyacá, hoy conocido como Festival Internacional de la Cultura.

Desde entonces, Boyacá ha recibido delegaciones de distintos países, ha acogido y respaldado a artistas y cultores regionales y, sobre todo cultivado en un sinfín de espectadores aquella idea de lo intelectual, de lo que hace décadas se denominaba alta cultura (sin precipitarnos en elitismos conservadores), o, como lo definió Matéus hace cinco décadas: Lo clásico es lo universal, lo que permanece en el tiempo, y, lo folclórico es lo local, la memoria de los pueblos. Un tándem que deben saber maniobrar el Estado y sus manejadores, más cuando es deber de ellos enaltecer la cultura y el gusto estético de los pueblos por medio de las artes y, sobre todo, sin malgastar los recursos públicos (tan escasos para el sector cultural).

Lo que los boyaenses anhelan del FIC, es que sea internacional. Foto | Hisrael Garzonroa / Archivo EL DIARIO

Este joven festival ha resistido durante medio siglo a malas prácticas políticas, a egos seudo artísticos proclives al básico negocio, incluso se mantuvo en pie durante la pandemia del Covid-19.

Hoy los boyacenses muestran su hartazgo cuando ven al Festival convertido en una fiesta sumida al entretenimiento más vacuo y amenizado con licor, cuando dirigentes permiten que lo trivial se convierte en éxito comercial y dejan de lado lo cultural.

La lógica apunta a que esta quincuagésima versión, será la más grande, la que marcará al Festival definitivamente como “un evento trascendental para toda Colombia”, como expresó el gobernador Barragán, durante una reunión con el ministro de Cultura, Juan David Correa, quien mostró voluntad de apoyo para este año.

Esperamos que tanto la Gobernación Departamental, como la Secretaría de Cultura y Patrimonio, tomen la antorcha que dejó encendida el maestro Matéus, la de convertir a Boyacá en un escenario para todas las artes y, donde más que nada, prime la cultura.

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