Entre el arte y la responsabilidad ciudadana, reflexión sobre el FIC y los espectadores

Trabajadores de Urbaser, limpian la Plaza de Bolívar, a la primera hora de la mañana. Foto | Alejandro Castaño
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La mañana del sábado, luego del concierto de la noche anterior en el marco del Festival Internacional de la Cultura, el reconocido fotógrafo boyacense, Alejandro Castaño, recorrió junto con su lente la Plaza de Bolívar y evidenció el impacto de una enclenque cultura ciudadana. Además, reflexiona sobre el irrespeto de algunos espectadores hacia los artistas en eventos teatrales y cinematográficos.

Por | Alejandro Castaño / Fotógrafo

«En la mañana de hoy, mientras andaba entre la niebla, me encontré con un paisaje que, aunque no era nuevo, no dejaba de sorprenderme. Entre las calles que albergaron la magia de la noche anterior, los encargados del aseo de la ciudad luchaban incansablemente contra el desorden y la basura dejados a su paso por los entusiastas asistentes al concierto de Andrés Cepeda, que marcó el pronto final del festival Cultural.

Es innegable el amor que sentimos por las actividades culturales; sin embargo, parece que esta devoción no se traduce de la misma manera cuando se trata de la responsabilidad individual. El espectáculo se vive con intensidad, pero la conciencia sobre el impacto de nuestras acciones en el entorno queda apartado a un segundo plano.

El ambiente vibrante de la noche anterior contrasta fuertemente con la realidad matutina: botellas vacías, envases de comida rápida y restos de papel, celebran la resaca cultural en las calles. Es vital recordar que, para mantener viva la llama de la cultura en nuestra ciudad, necesitamos asumir el compromiso de preservar y respetar el espacio que la alberga.

Trabajador de Urbaser, Tunja. Foto | Alejandro Castaño

No menos preocupante, es la falta de respeto evidenciada durante las representaciones teatrales y proyecciones cinematográficas. Algunos asistentes, inmersos en sus propios mundos digitales, no dudan en romper el hechizo del arte con el constante murmullo de sus teléfonos celulares. La luz intermitente de las pantallas y las conversaciones incesantes se convierten en una distracción desagradable para aquellos que buscan sumergirse en la magia de la actuación y el cine.

La niebla oculta la ciudad tras la Catedral. Foto | Alejandro Castaño

En la premier de la película Siervo sin Tierra, no podía evitar sentir enfado por los papelitos de dulce que no dejaban de sonar a mi alrededor, llamadas telefónicas a pesar que se repite en reiteradas ocasiones que por favor silenciaran sus dispositivos.

¿Por qué no respetamos el trabajo de los artistas y de quienes estamos alrededor disfrutando la función?

Es hora de que demostremos no solo el amor por la cultura y el arte, sino también el respeto por el entorno que las acoge y por los artistas que la hacen posible.

El festival de la Cultura es más que una serie de eventos; es una oportunidad para mostrar la mejor versión de nosotros mismos como ciudadanos responsables y respetuosos.

En medio del esplendor cultural, recordemos que la grandeza de una sociedad se mide no solo por su capacidad para celebrar el arte, sino también por su compromiso con el respeto y la responsabilidad. La magia cultural no debe terminar en el escenario; debe extenderse a cada rincón de nuestra ciudad».

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