Tan claro como el agua: la única opción es el agua

Hisrael Garzonroa
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La comunidad del Alto Ricaurte marchó en masa para reclamar que bajo ninguna circunstancia permitirá la intervención a cielo abierto de más de 2500 has. para la explotación de piedra caliza que ya tiene licenciada y viabilizada la cementera Tequendama, una empresa cuyos propietarios pertenecen a las más encumbradas familias del país, que a su vez están entroncados con el todopoderoso e intocable sistema financiero colombiano.

La explotación de las calizas se haría a razón dos mil toneladas diarias saliendo de la región, lo que son 50 tractocamiones de 40 toneladas efectivas de carga todos los días por la modesta y mal pavimentada carretera que conduce a la central de arcabuco, que tampoco está en el mejor estado, a pesar de pagar un peaje que es más caro que el promedio de los de la región. En total serían cuatro aparatos cada hora las 24 horas del día transitando por la vía.

Pero esto sería lo menos grave; lo que de verdad teme la comunidad es la afectación a las fuentes de agua de la región, las que se verían irremediablemente perjudicadas, dándose por seguro su desaparición en la forma como naturalmente ha fluido el líquido siempre, en lo que son los nacederos, humedales y quebradas que surcan el territorio y que son la fuente de vida y de la economía del municipio de Gachantivá, en particular, y la fuente de abastecimiento de municipios como Sutamarchán, localidad que capta parte de sus necesidades de la Quebrada La Cebada, que a su vez sería la fuente más afectada en caso de llevarse a cabo la explotación minera.

Por estas rezones, entre otras, la comunidad de Gachantivá y delegaciones de Villa de Leyva, Ráquira, Santa Sofía, Tinjacá  y del mismo Sutamarchán, además de delegaciones de otras provincias del departamento y entusiastas solidarios de Bogotá y otras regiones del país, se dieron cita en la primera localidad para iniciar una gran marcha que culminó en el parque principal de Arcabuco, el otro municipio que forma parte del gran escudo ecológico del Santuario de Fauna y flora de Iguaque y que es la zona de nacimiento de uno de los ríos más importantes de la región, el Río Pómeca, en cuya cuenca se alberga uno de los paisajes más valiosos del sistema alto andino en esta parte de Boyacá.

Esta explotación, bajo ninguna condición

La decisión manifiesta de la comunidad es que bajo ninguna circunstancia allí se permitirá la explotación de las calizas en la proporción que lo pretende Cementos Tequendama, y que la disyuntiva está desidia: la opción es el agua. La minería de las calizas se considera muy importante para la industria cementera; pero, no hay otra salida, la gente prefiere el agua y la va a defender hasta las últimas consecuencias, según la manifestación de la mayoría de participantes en la marcha que transcurrió en plena normalidad, en una demostración de fuerza cívica y contundencia ética y moral que son inquebrantables ante las posibles tentaciones económicas.

Pero es que el asunto es definitivo: el paisaje de la región, que ya ha estado intervenido por la presencia de las mineras del caolín y por la explotación y mal uso de los bosques nativos, no aguantaría la explotación de las calizas sin que, a juicio de los moradores del lugar, se afecten definitivamente las aguas superficiales y se dañe de manera irremediable el paisaje que hoy es la principal riqueza que, por tanto, no se podría cambiar por ninguna otra; por eso los habitantes de la región están dispuestos a rechazar y no permitir ninguna intervención de este tenor.

Este hecho de una nueva marcha en contra de laminería y en favor del agua se da en momentos en que las organizaciones de productores y los gremios representativos de la minería en Boyacá, como en muchas otras zonas del país, están coordinando movilizaciones muy importantes para defender su actividad, de la cual viven muchas personas, y prosperan empresas de todo tipo, pero que a la vez crean rechazo dado que en el caso de la gran minería son los intereses foráneos que so pretexto de los grandes capitales que se necesitan para la explotación, terminan llevándose todo, dejando muy poco como rédito económico pero sí muchos perjuicios ambientales y daños irreparables para los tradicionales parajes donde se han desarrollado y vivido las comunidades por generaciones.

Proteger el equilibrio natural no es moda ni capricho

Pero también vienen en ayuda de la posición de los defensores de los recursos naturales y del agua, hechos de la naturaleza tan contundentes como la tragedia que todo el planeta ha visto en tiempo real con el Huracán Harvey, que acaba de afectar las costas de los estados norteamericanos del Golfo de México y que han dañado principalmente la infraestructura de la ciudad Houston, donde ahora se viene a saber que gran parte de la tragedia se hubiera podido evitar si la ciudad y sus alrededores costeros hubieran sido protegidos debidamente con una sana y rigurosa política de protección. Sin embargo, dadas las condiciones de políticas aplicadas al territorio, se estima que esta ciudad y gran parte del desarrollo del Estado han sido impulsados bajo las lógicas de la inversión y el desarrollo por encima de todo y ahora se ven las consecuencias cuyos costos están siendo ya superiores a los beneficios transitoriamente obtenidos de los desarrollos permitidos por fuera de la necesaria protección de los ecosistemas.

Otro tópico que se muestra con lo que pasó en Estados Unidos, es lo que ahora mismo sucede en España donde el sistema de embalse de agua está 20 puntos porcentuales por debajo del promedio histórico para le época, es decir que España se aboca a la sequía, por solo citar dos ejemplos en el mundo, del cambio climático que a pesar de las ideas que promueve el presidente Trump es evidente que es una realidad y que cada vez puede ser peor. Por eso la lucha de las comunidades en cualquier parte del mundo como esta del alto Ricaurte parece ser la más justa y sensata, incluso en términos económicos de mercado ya que en el largo plazo, los beneficios de la conservación serán superiores a los transitorios y de corto plazo que son las explotaciones que se proponen con minerías como la de las calizas de la región.

Hay que proteger todo el Alto Ricaurte

En la marcha de la mañana de este domingo 3 de septiembre estuvieron, como queda dicho, las delegaciones de todos los municipios del alto Ricaurte, dado que todo el ecosistema es altamente sensible y cuya afectación puede dañar para siempre una región que es preferible que se desarrolle y permanezca como oferente de servicios turísticos y ambientales y que por más necesidad o codicia que se sienta por los recursos del subsuelo, si explotar estos pone en riesgo los recursos de la superficie, hay que optar por unos o por otros, y en este caso es por los de la superficie.

La región tiene características que la hacen especialmente sensible en su equilibrio ambiental; al suroccidente está el ecosistema de la Laguna de Fúquene que alcanza los municipios boyacenses de Ráquira, Tinjacá, San Miquel de Sema y Chiquinquirá; el sistema de páramo, al sur oriente, con el complejo Rabanal; al oriente el sistema natural del santuario de Fauna y Flora de San Pedro de Iguaque; al occidente, el micro sistema de páramo del páramo de Saboyá que limita con Sutamarchán; y, por el norte, los ecosistemas de Gachantivá y Arcabuco que completan una región de particular belleza e interés biótico que debe ser cuidada y protegida, ya que estas riquezas deben superar en mucho a los posibles beneficios de la explotación de materiales del subsuelo.

Pero además, en la zona no hay necesidades apremiantes de actividad ya que el desarrollo turístico y la agricultura que se practica están llevando oportunidades de trabajo para la gran mayoría de la población, donde villa de Leyva, según sus actores económicos, ya empieza a ver escasear la mano de obra tanto para las necesidades de la industria del turismo como en la agricultura y otros oficios indispensables, teniendo que acudirse a mano de obra foránea. Esta misma situación se escucha entre empresarios y finqueros del resto de la región que tampoco encuentran mano de obra. Así que la justificación de la minería por el lado del empleo no se da para este caso.

Otras riquezas que no se quieren ver

Por otro lado, en el caso del área de intervención potencial de las canteras de la nueva mina, se encuentra una zona calculada en más de 50 hectáreas, que corresponde a ecosistemas subterráneos de extraordinario valor que, expertos como la espeleóloga Blanca Usuga, han venido estudiando desde hace años, requiriendo la intervención de las autoridades locales y ambientales para que protejan tales lugares sin que hasta el momento haya tenido la respuesta adecuada. Estos ecosistemas incluyen cavernas que albergan diversas formas de vida y que presentan sistemas de corrientes de agua subterráneas que de ser intervenidos, desaparecerían para siempre.

Todos estos factores se suponen argumentos fundamentales para decir que la zona del alto Ricaurte debe estar por fuera de nuevos proyectos de minería a mediana y gran escala, extremando la vigilancia y control sobre los ya existentes y promoviendo, mejor, la conservación de lo queda y la recuperación de las zonas afectadas que pueden ser restablecidas. “Todos en defensa del agua y de la vida, porque lo que queremos es chicha y maíz y fuera las transnacionales del país”, gritaron, entre otras consignas, los participantes de la marcha en el recorrido de Gacahntivá a Arcabuco.

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