Ráquira: el humo en la caverna

Horno para artesanías, en Ráquira. Foto | Vía CAR Cundinamarca
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Este municipio de Boyacá es reconocido por sus artesanías en arcilla. El artista Santiago Rodríguez quien trabaja con este material, expone las inquietudes sobre el proceso entre preservar el saber ancestral y el cuidado del medioambiente, pues 90% de los hornos funcionan con carbón y el 80% de la población vive de la elaboración de artesanías.

Por | Julio Medrano

Cipriano Algor soñó que estaba dentro de su nuevo horno.
José Saramago, La caverna.

Santiago se acomodó la gorra cuando estudiantes de artes llegaron al auditorio, media hora después de la que estaba anunciado el inicio de la conferencia ‘Ráquira, entre el humo y los colores’, en la Biblioteca del Banco de la República, en Tunja. La tardanza no le importó a él, ni a la trabajadora de la biblioteca, porque esos quince adolescentes de mente y pelo oxigenados, eran el único público, el exclusivo público.

Cuando el profesor logró que su grupo se sentara, la voz del expositor se puso en modo on (ronca como la de un fumador de mediana edad [Santiago no fuma]). Alfarería, carbón, medioambiente, energías renovables, Petro, artesanos, CAR. Palabras salían disparadas de su boca y revotaban contra la pared donde se proyectaba una imagen del pueblo de Ráquira, apenas perceptible, tras una niebla de humo negro que, como explicó luego, provenía de un horno donde cuecen las artesanías.

La trabajadora de la biblioteca cerró unas persianas mecánicas que dividen el auditorio con la sala de lectura, donde una pareja de desadaptados de la vida tecnológica se atrevía a leer, ¡libros de papel y en silencio! Entre las enormes telas negras se coló un halo de luz que pegó en los lentes naranja del raquireño Santiago Rodríguez Ruíz, artista ganador del Salón BAT de Arte Popular.

Santiago Rodríguez. Foto | Archivo particular

Comenzó a hablar sobre los pueblos alfareros y la necesidad de cuidar el medioambiente. Explicó que para realizar las piezas artesanales deben quemar carbón, talar árboles, “la minería de arcilla modifica el paisaje, arrasa con especies nativas, contamina las fuentes hídricas”. Y al gobierno de Petro no le gusta eso. Pero, le gusta el turismo y la artesanía popular y el trabajo que genera. A los artesanos no les gusta, o, mejor, les afana, el discurso de Petro sobre los cambios de energía y el daño ambiental por el uso del carbón.

“Noventa por ciento de los hornos funcionan con carbón […] Ochenta por ciento de la población vive de la elaboración de artesanías”, dice Santiago, y bebe despacio de un vaso con agua a punto de desbordarse.

Pienso en el alfarero de Saramago, aquel viejo Cipriano Algor. A diferencia de La caverna, acá el Centro comercial que determina los gustos de la gente es el pueblo mismo, es el mercado, es la producción en masa, el modo industrial que obliga al consumo desmedido. El afán del gobierno por vender al municipio de Ráquira como lugar turístico. Los artesanos se ven casi obligados a realizar una sobreproducción de figuras de arcilla, como Cipriano, para ser competentes en el mundomercado impuesto por el capitalismo.

Entran dos estudiantes más. Uno se sienta a dos sillas de donde estoy y enciende su aparato que irradia de la pantalla una tremenda luz blanca. Olvida bajar el volumen antes de reproducir una canción de rap. Silencio del expositor. Pálido, el estudiante apaga la música.

Santiago se repone. Pulsa un control y cambia la diapositiva proyectada en la pared.

Conferencia

“La CAR (Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca[1]) llegó a Ráquira con intención sancionatoria a cerrar y multar los hornos, pues la estación de monitoreo de calidad del aire ubicada en el municipio, reportó promedios de material particulado PM10 con los índices más altos en Colombia […] Artesanos se reunieron para buscar soluciones que ayudaran a mejorar la calidad del aire y, apareció la asociación de alfareros”.

Bebe del vaso de agua. Acomoda las gafas.

“Para reemplazar la quema de carbón intentan con gas natural, pero también contamina; con energía eléctrica, pero es muy costoso”, pues, según Santiago, son casi mil grados centígrados los que necesita el alfarero para cocer las piezas artesanales que los turistas se llevarán a casa para que un crío de cinco años destruya de un balonazo: una olla, pora, chorote, múcura, paila, rogache, u, obra de arte (aquí resbalo porque los científicos expertos son quienes decidirán qué es arte y qué artesanía y dónde encontrar la línea divisoria entre el mercader Nadín Ospina y el trabajador Cipriano Algor).

“No se puede acabar de la noche a la mañana con la principal actividad económica del pueblo. No se pueden quitar los hornos”, sentencia Santiago, que para ese momento ya no me sorprendía el hecho de que no se preocupara por buscar quién vea su obra ‘Mujer con ruana’, con la que ganó el Gran Premio, o, de buscar seguidores en redes sociales para ser otro artista influencer; no, para él, su necesidad se basa en la búsqueda de algo que pueda salvar los saberes ancestrales de su tierra nativa.

En las conclusiones de la conferencia, el profesor no mira al expositor sino a los estudiantes escurridos en las sillas. Habla sobre el comportamiento de compraventa en el mundo, el demonio guardado en el capitalismo, el mito especulativo de la economía y, en un timonazo, liga lo anterior con los movimientos ambientalistas que están tan de moda lanzando latas de sopa a la obra de Van Gogh y/o pegando con Superbonder las palmas de sus manos a cuadros de Picasso.

Pienso en un grupo de esos ambientalistas llegando a Ráquira. Golpeando con latas a los alfareros por quemar carbón, pegándose marranos alcancías de barro en la panza. Me aburro de mis cavilaciones, ¿qué sentido tendrían sus discursos de protección al medioambiente si abordaran un avión, subieran a un automóvil y luego a otro (¿cuánto petróleo consumirían en ese viaje?), para llegar al municipio alfarero más bello de Boyacá, de Colombia?

Santiago les pide a los asistentes que no se alarmen, que visiten Ráquira y el lugar ‘Patio de brujas’, que compren artesanías porque eso ayuda a la economía del pueblo y, además, y mucho más importante, a que otros sigan trabajando las prácticas ancestrales.

Ráquira hace unos cinco años estuvo en una miserable lista que la ubicaba entre los pueblos más contaminados de Colombia, según informes del Ideam (Calidad del Aire 2016). Según Santiago, la asociación trabaja en la construcción de un horno piloto que disminuye las emisiones atmosféricas generadas por la actividad artesanal, gracias al cambio de tecnología. Esto lo ratifica un documento de la CAR Cundinamarca publicado en 2019 que dice:

“Se trata de una alternativa que ayudará en el proceso artesanal para mitigar los niveles de contaminación y optimizar la cocción, el uso de combustibles y el aprovechamiento energético, de modo que se reduzca el impacto ambiental y en la salud de los habitantes”. 

“Lo que quisimos fue definir una estrategia de gestión para la optimización de la energía que los hornos alfareros generan, mediante el diseño y montaje de un horno piloto, gracias a un trabajo articulado de gestión del conocimiento con los alfareros, el Municipio, las Universidades Nacional, Pedagógica y Tecnológica de Colombia ubicada en Tunja, en cabeza de la Corporación, de forma tal que se pueda replicar esta iniciativa en otros sectores del territorio”.

Para este año 2022, el trabajo con carbón y la contaminación continúan en el pueblo (no en la misma cantidad que en 2016, según la CAR), la población sigue trabajando junto con la Corporación (pues nadie les salva de eso); los discursos de oposición al gobierno de Gustavo Petro se filtran entre los artesanos, lenguas viperinas les dicen que se quedarán sin trabajo: tiempo de politiquería.

Después de la conferencia fuimos con Santiago al Pasaje de Vargas para beber un café. Lo pude felicitar por recibir el premio nacional, nada menos. Pedí un tinto y encendí un cigarrillo. Santiago no fuma y comprendí, al menos interpreté entre vagos delirios, que quizá el humo de un horno le forjó esa voz ronca.

Sobre ‘Mujer con ruana’, Gran Premio del Gran Salón BAT de Arte Popular, Colombia y el Medio Ambiente

‘Mujer con ruana’, obra ganadora. Autor, Santiago Rodríguez Ruiz, de Raquira. Foto | Salón BAT

Esto es lo que dice el Museo Nacional de Colombia sobre la obra:

La obra en modelado en arcilla MUJER CON RUANA, del artista Santiago Rodríguez Ruiz, proveniente de Ráquira (Boyacá), fue la ganadora del gran premio, debido a que tiene un gran valor artístico por la innovación en el empleo de una técnica artesanal trabajada de una manera muy particular, con una visión moderna. Ráquira, tierra de maestros artesanos, se caracteriza por la tradición del trabajo en arcilla, un material ancestral.

En la obra, el artista elaboró una pieza en la que le rinde homenaje a la ruana de origen campesino y, de una manera simple y solemne, hace un llamado a la protección de la fauna y la tierra. Se destaca que el artista, a partir de un oficio artesanal, crea una pieza única, con un claro mensaje ambientalista.


[1] La CAR al igual que las demás corporaciones tienen por objeto la ejecución de las políticas, planes, programas y proyectos sobre medio ambiente y recursos naturales renovables, así como el cumplimiento y oportuna aplicación a las disposiciones legales vigentes sobre su disposición, administración, manejo y aprovechamiento, conforme a las regulaciones, pautas y directrices expedidas por el MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE. 

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