Creatividad, disciplina y entereza, la vida detrás del personaje de teatro

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Daniel Castro empezó a actuar en 1995 en la Corporación Cultural Tercer Acto, con la convicción de que el teatro era el camino que tenía en su destino.

Castro, desde entonces, lleva 27 años sin parar de crear, imaginar e interpretar un número de personajes de los que ya perdió la cuenta.

Dice, con un poco de resignación, que la gente tiene la idea de que los actores de teatro son gente desocupada, pero lo que muchos desconocen es la disciplina, la dedicación y el sacrificio que deben imprimirle a su trabajo para seguir en pie sobre el escenario, “tenemos que estudiar muchísimo para prepararnos. Todo el tiempo es una permanente investigación, búsqueda de nuevos lenguajes, de códigos y básicamente, de hacer teatro”, expresa mientras se prepara para su show en el Festival Internacional de la Cultura.

Su día comienza con la luz del sol; a las 8:00 de la mañana debe estar en el
teatro para ensayar hasta mediodía, porque en la tarde debe dedicarse a
labores administrativas y creativas.

Es que la vida ya no es como antes, todo transcurre muy rápido y aunque su pasión es estar frente al público, desde que se convirtió en director de la compañía teatral en 2004, debe intentar que el arte también le brinde una buena calidad de vida al equipo, entonces “se ensaya lo que se pueda, porque ahora el mundo va mucho más acelerado y los tiempos no alcanzan
para nada” relata.

Cada vez que se pone el vestuario, el maquillaje y los zapatos de un personaje distinto su corazón se acelera, pero los nervios no ganan el protagonismo.

Es el instante en que olvida lo difícil que es hacer arte en un país como el nuestro, ya que, “no estamos acostumbrados a la cultura, no somos un producto de primera necesidad, así que mantener un grupo es
muy complejo”.

Para Carlos, la mayor satisfacción es que pese a todas las dificultades de esta Nación, todavía tienen la oportunidad de seguir existiendo; porque al final del día cuando regresa a su casa en la noche, con el cansancio de la jornada, lo que hace que el sueño de hacer teatro valga la pena es recibir como recompensa sonrisas y aplausos, como los que recibió con alegría en el alma del público del FIC.

Fuente: Prensa FIC.

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