Amaya y Duque, de jefe a jefe, se pactó paz política en Boyacá 

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Por: El tábano en la oreja

No nos mintamos; si del uribismo de Boyacá habláramos, la pelea con el gobernador Amaya se haría eterna. Por varias razones, entre las que se destacan la animadversión personal que desde ese sector le tienen a Amaya y que esa pelea les proporciona réditos políticos. Peleando con el gobernador se lograron posicionar como la fuerza opositora, desplazando al grupo de Granados que se achicopaló por los escándalos de su jefe y definitivamente se ahogó en un vaso de agua. Sus integrantes no tuvieron la altura para defender ese proyecto político. Pero ese tema es para otra columna.

Y sí. Se firmó una paz política por iniciativa, quién lo creyera, del propio Amaya. El gobernador le extendió la mano a Duque el pasado sábado en Aquitania cuando muchos de sus cercanos lo puyaban para que armara el boroló. Así como a los uribistas boyacenses (Los Ciros y compañía) les da más exposición mediática y los ubica en el panorama político de Boyacá, darle con toda a Amaya, a este le hubiera convenido darle fuete corrido a Duque y ganarse unos aplausos de la galería.

Pero no. Amaya decidió hacer lo contrario. Le puso ruana al presidente, se tomó foto con él, lo llevó a inaugurar obras construidas con recursos del departamento y de las que este gobierno nacional ni idea tenía que existían; y, en medio de todo, le propuso un pacto tácito de paz política. El presidente entendió y sin dudar aceptó. Sonrió, se vio a sus anchas. Duque estaba feliz con la apretada de mano de Amaya.

Duque tiene olfato. El gobernador de Boyacá podría generarle bastante ruido, utilizar eso para subir su imagen (que tanto les interesa hoy a los políticos), y aprovechar todo lo que eso desate electoralmente hablando. No lo hizo; y, el Presidente, más contento que con guitarra en mano.

Entretanto, los Ciros miraban desde abajo de la tarima principal. Con decepción de que Amaya no le metió fuego a la hoguera. El pacto de paz política estaba hecho de jefe a jefe, de Amaya a Duque, y ellos, los Ciros, se enteraron cuando estaba pasando, sin poder hacer nada más que rechinar los dientes y echar madres para adentro. Pasa en las películas, pasa en la vida real.

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