División y discurso de odio: Uribe en Puerto Boyacá

En Puerto Boyacá Uribe recordó el sangriento paso de los paramilitares, el cual la ciudadanía condena y no piensa repetir. Foto | Vía @EduarTrianaR
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El pasado fin de semana el exsenador y expresidente Álvaro Uribe Vélez, junto con el representante del Centro Democrático Eduar Triana, visitaron Puerto Boyacá. Mientras en el público había altercados entre seguidores y opositores, Uribe señalaba un discurso pareciera dirigido a aclamar el paramilitarismo. «Cuando había paramilitarismo no se atrevían a sabotear una reunión», dijo contra un opositor.

Uribe resguardado entre sus guardias y la sonrisa del representante Triana, sin importarle los altercados a su alrededor, le recordaba a las personas el cruel pasado de una violencia entre guerrilla y paramilitarismo que padecieron (como hundir el dedo en la llaga), un difícil camino que por décadas los ciudadanos han querido superar.

«Esa guerrilla y ese narcotráfico se encargaron de crear la reacción de las autodefensas que llenaron el vacío de seguridad del Estado», arengó Uribe al puñado de seguidores con celular en mano.

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«Esas autodefensas terminaron con la crueldad del narcotráfico». Si el lector se para en que Álvaro Uribe en los noventa fue acérrimo defensor de las cooperativas de vigilancia y seguridad, llamadas Convivir, le será más claro el discurso de Uribe en Puerto Boyacá.

La comunidad rechaza estas políticas electorales, arengas viciadas de señalamientos y recuerdos infames para todos los boyacenses quienes padecieron del recorrido sangriento del paramilitarismo desde Puerto hasta el Occidente.

Nunca se detuvo la división entre quienes escuchaban al exsenador. Incluso imágenes muestran cómo entre los mismos copartidarios se lanzaban puyas y empujones. Increpan e insultan a oficiales, llaman guerrilleros a opositores luego de que estos se atrevieran a pasar entre la muchedumbre y gritar ‘asesino’ a Uribe.

Como suele verse en los discursos públicos del exsenador, es común ver que este señala a alguien entre la gente.

«Usted vino a quejarse que lo estaban maltratando le pido el favor y no me sabotee, amigo», le pide Uribe a alguien entre el público. Y lanza la segunda ronda de recordatorios paramilitares que, entre líneas, parecieran una amenaza contra el que se oponga a sus presentaciones públicas.

«Cuando había paramilitarismo no se atrevían a sabotear una reunión paramilitar porque los mataban».

«Pero abusan de nuestro espíritu democrático».

Precisamente el día de ayer, 30 de agosto, la JEP imputó al general (r) Mario Montoya, uno de los nueve máximos responsables imputados por la JEP en el marco del Subcaso Antioquia, que investiga ‘falsos positivos’, y que priorizó 130 crímenes perpetrados por la IV Brigada en el oriente antioqueño, entre 2002 y 2003, del Gobierno Uribe, quien carga con 6.402 nombres de inocentes asesinados extrajudicialmente durante su mandato.

«Si aquí tuviéramos avanzado un sistema cubano cualquier crítica de estos señores al sistema, inmediatamente sería conducido a la tortura».

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