Por | Echando lengua / Luis Heriberto Bohórquez / @luchocalidad
Ante la andanada de anuncios relativos al contrato la construcción del puente sobre la Quebrada El Bosque el sitio conocido como Sisa y la apropiación de 30.000 millones de pesos para culminar la vía entre Tibaná y Garagoa; cualquier ciudadano desprevenido podría pensar que los problemas viales del Valle de Tenza quedarán solucionados, lo cual está muy lejos de ser cierto.
La Conexión Suroriental, sólo estará completa cuando se pavimente el segmento entre Garagoa y Las Juntas y se construya la variante que elimine el tránsito intermunicipal por el sector urbano y de paso genere un nuevo polo de desarrollo de la ciudad. Pero el verdadero nudo gordiano, radica en el mejoramiento de 3,0 kilómetros entre Garagoa y El Crucero que son parte de la ruta 6101 y los restantes 7,4 kilómetros de la ruta 56BY02 El Crucero – Las Juntas.
Fácil deducir de la codificación misma de las vías, que la mayor parte del tramo por mejorar corresponde al acceso de la Ruta 56 Transversal del Sisga a Garagoa, y por lo tanto es factible y justificable explorar la opción de incorporarla a esta concesión, con el fin garantizar su operación y mantenimiento durante los próximos 20 años, luego de finalizar su intervención. Para explicarlo a quienes toman las decisiones, basta considerar que los garagoenses pagan un peaje costoso en Machetá, por recorrer únicamente 59 kilómetros de la vía concesionada y sería más que justo seguirlo haciendo por utilizarla además en este sector, claro está si el sueño se hiciera realidad.
No se requiere mucha imaginación, para pensar que la gobernación de Boyacá puede lograr un acuerdo con la sociedad concesionaria del Sisga con el objeto construir la vía y encargarse de su operación y mantenimiento bajo condiciones similares a las del contrato original. Con el mejoramiento del acceso a Garagoa, el flujo vehicular aumentaría en lo que en ingeniería denominamos tránsito inducido, con el consecuente incremento del recaudo en la estación de peaje Machetá. Es cuestión de modelar el proyecto o hacer los números como dicen ahora, y buscar los diálogos necesarios para analizarlo y sacarlo adelante.
Por supuesto esto no será tarea fácil, es un desafío para la sociedad civil de Garagoa y los dirigentes políticos regionales, lo cual requiere sensatez, objetividad, largo aliento, pero sobre todo adecuado acompañamiento técnico. De hecho, en algunas conversaciones exploratorias con ejecutivos de otras concesionarias sobre temas similares, se consideran viables este tipo de opciones porque forman parte de sus estrategias de responsabilidad social. Hasta aquí llego como columnista y la idea queda en manos de gobernantes, dirigentes y ciudadanos, para asumir el liderazgo del proyecto.
Si bien es cierto, estamos en la época de la postverdad, donde esperamos que el Estado sea único generador de ingresos y desarrollo, también es claro que las iniciativas ciudadanas son las mas aterrizadas, por el conocimiento de sus necesidades y por el sentido de pertenencia que despiertan. Seamos visionarios, no esperemos migajas producto de ruegos durante otros treinta años. Mientras tanto sigamos esperando que se inicie la construcción del tan anunciado Puente de Sisa, que al parecer solo ha servido de plataforma para campañas políticas, especialmente en Garagoa.
Y si de visionarios se trata, la reciente visita del director del INVIAS a la Transversal de Boyacá, es una muestra de las esperas de treinta años, luego que un soñador Gerente de Macropoyectos de la Gobernación de Boyacá por allá en la década de los noventa, planteara esta propuesta que parecía de locos. Hoy simplemente podría ser otro macroproyecto 5G, claro está, si nuestras instituciones sobreviven a los ataques del populismo.
