Una oportunidad lo cambia todo, mujeres resilientes en democracia y con verdad

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Para la mayoría de la población colombiana el conflicto y la violencia han sido un problema que se ha apoderado de nuestro país, no se ha respetado la dignidad humana del que cae en las garras de la guerra, desde las ciudades capitales del país hasta los más recónditos lugares de las espesas selvas, los colombianos hemos sufrido de la enfermedad que aqueja el abandono del Estado, zonas que se han quedado sin Dios ni ley, en el olvido.

Por | Vanessa Pérez / Ingeniera Ambiental / Esp. Gestión de Proyectos / Mag. Gobierno Políticas Públicas y Desarrollo Territorial

La Comisión de la Verdad lo refleja en su informe publicado el 28 de junio de 2022, herramienta que ha permitido evidenciar los hechos violentos que atentaron contra los derechos humanos de miles de colombianos, niños, niñas, mujeres, ancianos y hombres, que han sido marginalizados por el horror de la guerra; Colombia dentro de sus políticas de estado ha pretendido brindar garantías de no repetición y en
especial buscar dignificar la memoria y las historias de las personas que cayeron en el tejido roto de lo que comúnmente concebimos como un país sin futuro.

El reconstruir la memoria de los 30,000 testimonios de las víctimas del conflicto también me entristece e internamente me lleva a pensar en cada una de las mujeres campesinas, madres de familia, desplazadas y violentadas que han sido impunemente almas inmersas en los resultados de la guerra; la violencia sexual contra la mujer ha sido un detonante sin mesura en la historia del conflicto y se hace
pertinente mostrar uno de los miles de testimonios que la Comisión de la Verdad expone para visibilizar el dolor: “Se me tiró encima [..] y abusó sexualmente […], me amenazó, me dijo que él era un paramilitar que conocía a mi mamá, a mis hermanas, todo […], que, si yo me ponía a denunciar o algo, me mataban a mí y a mi familia y se fue”, el 22 % de las mujeres entrevistadas expresó que sufrió múltiples tipos de violencia durante la guerra, afectaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, que hacen que dentro de mí se cree el deseo de vernos a nosotras, las mujeres, madres, hijas, hermanas, tías con la sed de buscar una democracia sin violencia, con anhelos, con esperanza para nuestros hijos, que nos permita pensar y opinar diferente.

En el ejercicio de liderazgo la mujer debe tener un papel importante en la sociedad, si no somos nosotras las que labren el camino de un nuevo mundo, si no tomamos las riendas para transformar las cicatrices de la guerra en nuevas oportunidades, ¿entonces quién? Creer que las mujeres no han sido afectadas por la violencia es sesgar la historia, el corazón y la realidad con respecto a cada una de las afectaciones en las que la mujer ha sido ultrajada, violentada, asesinada y desaparecida.

Lo anterior, nos muestra que debemos visibilizar lo “invisible”, demostrar que sostener una familia no es solamente la lucha diaria por conseguir lo básico, sino que también se necesita del sostenimiento de la familia desde la enseñanza, el afecto, las caricias los abrazos y el saber educar a las personas del mañana para que las nuevas generaciones no continúen inmersas en mares de ignorancia y desolación; estas manifestaciones en la historia reciente tienen sus inicios con las mujeres líderes que han buscado romper las cadenas de la perpetua subordinación al poder masculino, y que en la actualidad representamos la renovación de los ideales democráticos con dignidad, igualdad y equidad para nosotras y el futuro de nuestros hijos, como semilla de cambio en la transformación del poder tradicional a un política con hechos de amor y compasión por la humanidad, que genere cambios en el consciente social, y que promueva la diversidad de ideas y pensamientos, una nueva democracia, que nos incluya a todos.

Así mismo, como se citó en el informe de la Comisión de la Verdad, según reportes de la Unidad para las Victimas, el 48,9 % de las víctimas son mujeres; el 18,1 % forma parte de pueblos étnicos; el 22,1 % tiene entre 0 y 17 años y el 22,7 % se encuentra entre los 18 y 28 años, estas cifras me motivan a trabajar cada día por nosotras las mujeres, por creer que en Sogamoso se pueden crear herramientas y desarrollar proyectos que impulsen la igualdad, que las mujeres en su totalidad seamos reconocidas como pilares de la sociedad, seres que importan y que puedan ser promotoras de ejercicios de liderazgo.

Las consecuencias del conflicto armado, nos invita como sociedad a retomar una pedagogía de la memoria, que se comprometa a la transformación social y cultural, que nos ayude a construir paz, desde un pensamiento crítico que nos permita a los sogamoseños comprender y superar los problemas sociales, desde la promoción de la libertad en todas sus manifestaciones y el uso de la democracia, donde las interpretaciones de las víctimas ocupan un lugar significativo en la reconstrucción del tejido social.

Como mujer líder y comprometida con mi sociedad es importante el reconocimiento y el respeto por el otro en el marco de prácticas democráticas, contextuales y transformadoras que nos permita entretejer el pasado, el presente y el futuro; pretendo comprender de la mano de la comunidad el porqué de las actuales condiciones sociales y políticas de nuestra ciudad y crear condiciones ético-políticas para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de Sogamoso. El poder conceptualizar los resultados de la comisión de la verdad, las afectaciones de la mujer en el conflicto y querer compenetrar estas dinámicas sociales, las cuales a la luz de la justicia han encontrado garantías, justicia y reconciliación, son las mismas necesidades que veo como mujer y como sogamoseña para mi ciudad, es ser un pueblo resiliente y que de las cenizas podamos construir una mejor sociedad.

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