‘Tiempos amargos’ para la industria del bocadillo del Alto Ricaurte y Vélez

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El elevado costo de los insumos (azúcar, guayaba y leche) tiene en dificultades a las tradicionales fábricas de bocadillo de Moniquirá y de varias localidades de Santander. “Comer un bocadillo ahora es un lujo”, dice Concejal de Moniquirá Jhon Ramírez.

¿Quién no ha comido y ha disfrutado los deliciosos bocadillos envueltos en hoja de bibao o el bocadillo veleño? ¿Quién no ha llevado un presente de tumes, galletas rellenas o una lonja de bocadillo?

Pues todos esos hacen parte de los productos más tradicionales de la gastronomía colombiana, que los adultos compraban en las fiestas de los pueblos para tener en casa o para regalar y que hasta hace unos años los niños recibían con frecuencia para sus onces.

‘El postre de guayaba’ siempre fue un producto muy barato y popular e incluso se le atribuyeron grandes propiedades, tanto que cuando los ciclistas colombianos comenzaron a triunfar por todo el mundo se dijo que una de las claves de ese rendimiento era que comían panela y bocadillos.

Debido a esa demanda, durante décadas se desarrolló en Moniquirá (provincia de Alto Ricaurte) y Vélez, Barbosa, Guavatá y otros municipios de la provincia de Vélez (Santander) una gran industria que generó empleo e ingresos para muchas familias.

Al igual que sus derivados, que van desde jaleas, mermeladas y dulces, era el postre por excelencia en la cocina colombiana, que posteriormente los panaderos usaron en panes, roscones, pasteles y demás.

Hasta hace dos o tres décadas, esos bocadillos al igual que sus derivados como las jaleas, mermeladas y dulces, fueron considerados como el postre por excelencia de la familia colombiana.

Sin embargo, esos productos están hoy en decadencia por varias razones. En primer lugar, porque llegaron otros postres con nombres extranjeros, como cheesecake, tiramisú o brownie, que remplazaron a productos populares y económicos.

La gran mayoría de las familias miran mal lo que es barato y en cambio buscan productos extranjeros, que son más caros, pues eso les da imagen de son muy elegantes.

La segunda razón es la tendencia en salud hacia comidas más saludables y los consejos de los expertos en salud que identifican al bocadillo y sus derivados con azúcares que afectan el metabolismo.

Pero hay nuevos factores que ahora sí amenazan con causar la quiebra de empresas y personas que durante muchos años se han dedicado a producir bocadillos.

El concejal de Moniquirá Jhon Ramírez dice que el nuevo gran problema es el alto costo de los insumos: azúcar y leche y que, además, la principal materia primera, la guayaba ya no se consigue.

En Moniquirá, particularmente, hay algunos cultivos de guayaba, pero no son suficientes para atender la demanda y en la actualidad no están en cosecha.

Para los productores de bocadillo de Moniquirá, Guavatá, Vélez o Barbosa es muy difícil porque cada vez es más costoso cubrir los costos de transporte.

Muchas de la guayaba que emplean la transportan desde Tununguá y Briceño, en el Occidente de Boyacá. Para los productores de Moniquirá cada vez es más complicado conseguir la guayaba que necesitan. Aunque cuando hay cosecha se consigue a 9.000 o 10.000 pesos, hoy una caja de guayaba cuesta entre 20 y 30 mil pesos, lo que eleva los costos de producción, pero esos valores no se le pueden cargar al producto porque nadie lo compraría.

Como si el problema de la guayaba fuera poco, ahora también está muy cara la leche, que compran a 800 pesos la botella; pero el otro problema es que la poca que sale de la región la están utilizando para hacer quesos, cuajadas o almojábanas. El pequeño ganadero sabe que es mejor darle un valor agregado a una botella de leche, convertirla en queso o en cuajada y ganarse 7 u ocho mil pesos, y prefiere no venderla para los procesos de las fábricas de bocadillos.

La leche para las fábricas de bocadillo de Ricaurte la están trayendo desde Arcabuco, La Palma (Santander) o Saboyá).

Y el último problema con los insumos es el precio del azúcar, que también se ha incrementado considerablemente durante los últimos meses.

De esa manera hoy hay una decadencia de la producción de bocadillo y productos derivados de la guayaba en Moniquirá. Hasta hace unos años llegó a haber cerca de 60 fábricas y ahora solo hay unas 15, por lo que se han perdido cientos de empleos.

El concejal Jhon Ramírez propone políticas municipales y departamentales para promover los cultivos de guayaba, con asistencia técnica; y concertación con los ganaderos para que provean la leche con unos precios razonables. Finalmente, dice que hoy comerse una panelita o un bocadillo se está volviendo un lujo.

Por su parte Nelly Niño, propietaria de una fábrica de bocadillos en Moniquirá, confirma que los precios de los insumos los tienen al borde de la quiebra y reclama políticas para fortalecer los sectores productivos, entre ellas el establecimiento de créditos para los productores.

Doña Nelly dice que cada vez es más complicado conseguir a precios asequibles productos como la guayaba, el azúcar y la leche, que los costos de esos productos se triplicaron en los últimos meses, por lo que muchos propietarios de fábricas prefieren cerrar que trabajar a pérdida.

En muchas de esas fábricas ya han tenido que despedir a gran parte de sus trabajadores.

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