Se ensancha la brecha de la pobreza

Foto | Hisrael Garzonroa
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Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC

Edilberto Rodríguez | Contrapunto económico

La pandemia arrastró a las economías latinoamericanas a un empobrecimiento de su población. En 2020 la pobreza monetaria, medida por el acceso a una canasta de bienes y servicios, saltó de 20,5 a 33,7 por ciento. Los tecnócratas de los organismos multilaterales como el Banco Mundial y de entidades nacionales como el DNP y el DANE, consideran que  el descalabro hubiera sido mayor, si no se hubieran adoptado medidas de mitigación como los diferentes programas de transferencias monetarias condicionadas (Familias en Acción, Jóvenes en Acción, Colombia Mayor, Ingreso Solidario, etc.).

En Colombia, como lo corroboran las cifras oficiales, se evidencia un comportamiento de la pobreza asociado al desempeño de la economía agregada y del deterioro del mercado laboral. Como lo han sostenido muchos analistas económicos la economía se precipitó en caída libre, registrando el peor guarismo conocido y fueron lanzados a la calle, como subproducto de esta recesión sin precedentes, miles de personas a la calle, no para protestar sino a buscar un empleo decente.

Con ese detonante la pobreza monetaria (medida por un ingreso diario por persona de $ 11.056) se trepó en siete puntos porcentuales y la pobreza extrema (tasada en $4.833 diarios), lo hizo en más de cinco puntos. Sorprende que esta incapacidad de tener acceso a una canasta de bienes y servicios, o, simplemente de alimentos sea más protuberante en los centros urbanos, que en el campo colombiano, donde la pobreza, extrañamente, se contrajo. A su vez, estas penurias se ciernen más sobre las mujeres, los jóvenes, las personas con un bajo nivel educativo y los desempleados.

Las líneas de pobreza monetaria y pobreza extrema, representaron en 2020, el 38 y el 16 por ciento, respectivamente, de un salario mínimo, nivel que refleja, dramáticamente, la pauperización de la población colombiana, que se acentuará con la cascada tributaria que pretende el actual Gobierno imponer a rajatabla. La desigualdad distributiva del ingreso es más palpable con el aumento del coeficiente de Gini, reafirmando Colombia su penosa condición de ser uno de los países más desiguales de América Latina.

Ahora bien, al contrastar este retroceso social, fuente del malestar ciudadano, el panorama es más preocupante en Boyacá y Tunja, comoquiera que, si en el departamento la pobreza monetaria se incrementó en cuatro puntos, en Tunja, lo triplicó alcanzando doce puntos. En el caso de la pobreza extrema, este desolador escenario se reproduce, con ligeras variaciones (cinco y nueve puntos, respectivamente). Estas frías cifras significan, que la pandemia y el desafortunado manejo económico catapultó el número de pobres en Colombia en 3,5 millones de personas, en tanto que en Boyacá más de 54.000 personas cayeron en la trampa de la pobreza, mientras que en la capital del departamento reincidieron en este círculo vicioso 25.000 tunjanos. 

COLOFÓN: No obstante que el reciente reporte del DANE incorpora en la medición de la pobreza, las llamadas ayudas institucionales, no debe olvidarse que estos son paliativos que mitigan la intensidad de esta, pero no remueve sus raíces: una desigual estructura de la propiedad y del ingreso, que la regresiva reforma alcabalera del actual Gobierno busca perpetuar.

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