Reino que al asumirlo, no admite temores ni privilegios ni comodidades

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El Evangelio, en su rigor de vida y exigencia de toda justicia, siempre irá más allá de la vida devocional, de la cultura de las simples procesiones; más allá del culto, de la caridad paternalista.

Por: Teófilo de la Roca

En muchas de las ramas de la actividad humana, de las que se rigen con base a reglamentos internos de la empresa o la entidad, encontraremos siempre a empleados, funcionarios, ejecutivos, que se han propuesto como norma de conducta, cumplir a la letra lo que les corresponde. Como quien dice, ni más allá, ni más acá. Formas de concebir el trabajo y la misma forma de servir; siempre como monotonía, como obligación de simple rigor.

El sentido del elogio humano, se detiene muchas veces a reconocer, exaltar, valorar y hasta premiar al trabajador o empleado que ha sabido ser esa pieza de simple funcionamiento, obediente, sumiso y hasta resignado. Servidores entonces de simple esquema o normatividad, que ya para otros, será simple pasividad de vida laboral.

Entre tanto encontraremos que en tantas ocupaciones de actividad salaria, así en modestas posiciones, como en mandos medios, en planos directivos o gerenciales, no faltan los hombres que son como alma y nervio de cuanto ha de ser la vida de la empresa, de la entidad o de la institución. Todo porque en sus oficios o posiciones, dan lo máximo de sí mismos, como en una mística por la eficacia.

Hay entonces la diferencia, entre el que sirve o trabaja, porque esa es simple obligación de normatividad y el que va más allá de todo esto, como indicando que la vida es también imaginación, creatividad, ingenio, actividad recursiva y que mucho tendrá de fogosidad, de desafío, de alma exigente, de calor humano, si se quiere.

Y el sentido de elogio humano, se detiene y con gran veneración y respeto, ante este tipo de hombres, para reconocer, exaltar, valorar y por sobre todo premiar, en muchos casos, un trabajo, una labor, una gestión, todo porque se ha sabido ser sujeto de cambio, que es como el sentido mismo de la dinámica de la historia.

Quién lo creyera, el Cristo hasta se ocupa de establecer la gran diferencia que pueda existir entre dos tipos de actividad entre quienes se consideran  siervos del reino. Estarán los que sirven más movidos por simples obligaciones, tomadas incluso muy a la letra. No es que sean trabajadores de buen recibo para las perspectivas del reino. Hasta son calificados de inútiles, conforme a la aplicación de alguna parábola del Cristo. En un balance, de parábola, los describe diciéndose a sí mismos: “Somos servidores inútiles, porque no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación”. 

Aquí nos adentramos en una realidad del mundo de creyentes en el Cristo, que no suele ser asumida desde las perspectivas del reino, desde la palabra revelada en Jesucristo. Valga preguntarnos antes: ¿Qué de eficacia pudo encontrar el Mesías, en los tantos que lo abordaban, haciendo alarde incluso del cumplimiento de la ley de Moisés y aun del cumplimiento de todo el decálogo? Para ellos pudo ser la expresión de parábola y por la cual el Cristo hace alusión al caso de unos siervos, que al cabo de su propio balance de actividades, de vida, acabaron por decirse: “Hemos sido no más que unos siervos inútiles, al solo actuar por la simple obligación”. Como quien dice, se negaron a ir más allá de lo impuesto, de la norma, de la ley, del precepto.

Valga ahora preguntarnos: ¿Qué de eficacia puede encontrar el Cristo en experiencias de iglesia que nada tienen de inquietud y de afán por el reino de Dios? Porque tenemos entendido que el reino es precisamente ir más allá de la vida devocional, de la cultura de las simples procesiones; más allá de culto; más allá de la fe ancestral; más allá de la caridad paternalista; más allá de las “limosnas”.

Entendemos que el reino de Dios, no es asumido en su espíritu y exigencia, porque reclama acción profética, mesiánica. Y a ello se le teme y mucho; ya que hay que romper ataduras; hay que renunciar a privilegios, a esquemas cómodos de “cristianismo”. Pero eso sí, el que viva el reino, será el “siervo de la eficacia”, y no el inútil, ya que pertenecerá al carisma de los místicos por la vida, en todas sus expresiones. 

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