Reducción del precio de la gasolina: ¿un paliativo populista?

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Por: Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo de investigación OIKOS de la UPTC

Pese a que el Gobierno Nacional anunció que la rebaja en el precio del galón de gasolina comenzaría a regir desde el 17 de marzo, lo cierto es que hasta este fin de semana las bombas de gasolina comenzarán a facturarlo. El pretexto es que el nuevo precio se cobrará, una vez se agoten los inventarios en las estaciones de gasolina. En muchas de las gasolineras sólo ofrecen gasolina extra, pues la gasolina corriente, supuestamente, se agotó.

En 2014 el precio internacional del barril del petróleo Brent se precipitó en caída libre hasta alcanzar una cotización en julio de 57,88 dólares, cerrando el ciclo de los buenos precios, cuyo máximo pico fue en diciembre de 2008 (146,08 dólares); hoy, casi seis años después, al finalizar esta semana, el precio se sitúa por debajo del umbral de los 25 dólares el barril. En gran parte este colapso se le atribuye al impacto de la propagación del coronavirus a escala mundial, lo que incidirá en las rentas petroleras de Colombia, -cuya producción de crudo no supera el millón de barriles diarios-, que sostuvieron una fugaz bonanza, -con la consiguiente revaluación del peso colombiano-, siendo hoy por hoy, el Fondo de Estabilización Petrolera, la fuente de financiación de las medidas de emergencia tomadas por el Gobierno Nacional.

De otra parte, Colombia es uno de los países en que el precio del galón de gasolina es, relativamente, reducido. En esa dirección, es el tercer país en América Latina, después de Venezuela ($9,16/galón) y Ecuador ($7.461,7/galón), con un precio bajo, comoquiera que el 16 de marzo de este año quedó, en promedio, en $7.958,07/galón. En la ciudad Estado de Hong Kong el precio del galón de gasolina, en pesos colombianos, era de 33.790,79.

Si existe una marcada dispersión en los precios internacionales, en la fijación del precio de la gasolina corriente en el país, la situación es similar. En las 17 ciudades capitales más importantes del país, el Ministerio de Minas y Energía ha determinado precios diferenciados, argumentando una estructura diferenciada de los mismos, que no guarda relación ni con el comportamiento de los precios internacionales del petróleo, ni los costos de la producción y distribución internos. Dentro de la estructura de precios los productores reciben un poco más del 50 por ciento, en tanto que el margen de los mayoristas y minoristas es de cerca de 12 por ciento, acaparando los impuestos y sobretasas alrededor del 28 por ciento. La proporción restante se destina al transporte. La carga impositiva es abrumadoramente alta.

A lo largo de la última década, exceptuando algunos años, el precio más elevado de la gasolina corriente en el país, se registra en Tunja. En marzo de este año se produjeron dos variaciones: el 11 de marzo y el 17 de marzo. La primera fijó el precio en $9.710/galón y la segunda en $8.420, una diferencia de $1.290, mientras en el resto del país, la reducción bordeó los $1.200. 

Esta súbita disminución podría parecer un gesto gubernamental de buen samaritano, dada la agobiante situación de la población colombiana, sin embargo, es un paliativo para atenuar el previsible incremento estacional de precios de la canasta familiar en el mes de marzo, atizado por la eventual escasez de bienes y productos, una vez se acentúe la curva de contagiados por el coronavirus.

Persiste la pregunta: ¿Por qué Tunja tiene el precio más alto del galón de la gasolina en Colombia? Algo más: la brecha entre el precio promedio nacional y el de Tunja, es de $462. Una respuesta fácil sería: por el costo de transporte de la planta de abasto a la gasolinera. Empero, este representa menos del uno por ciento.

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