Reactivación económica: ¿Mucho tilín, tilín?

Foto | Hisrael Garzonroa
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Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC / @zaperongo

Edilberto Rodríguez | Contrapunto económico

Desde hace un año, cuando la pandemia se desató y comenzaron a ensayarse todo tipo de fórmulas de reactivación económica, el Gobierno Nacional ha anunciado engañosos resultados, tal como lo revelaron las cifras del comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB), al cierre de 2020, con una caída de -6,8 por ciento, acompañado de una pérdida de 1,3 millones de puestos de trabajo entre diciembre de 2019 y 2020.  La ANDI reportó en su Encuesta de Opinión Industrial Conjunta, una caída drástica en la producción, venta y pedidos.

Recientemente el DANE divulgó el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE), -que mide su evolución mensual-, el cual mostró que la variación porcentual de este indicador fue en enero del año pasado, antes de la aparición del coronavirus, de 3,48 precipitándose en caída libre en febrero hasta romper en abril del mismo año la barrera de -20,0 por ciento, hasta repuntar y bordear en diciembre -5,0 por ciento, marcando en enero de este año -4,63 por ciento. Es decir, los síntomas de recuperación se revirtieron, lo que, de alguna manera, se reflejaron en la generación de empleo, pues 1,4 millones abandonaron el mercado del trabajo.

Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) Series original y corregida de efecto estacional y calendario Enero 2019p – enero 2021pr

Fuente: DANE, Cuentas nacionales. Pr: Provisional

Como es previsible, el desempeño de cada uno de los sectores económicos es diferenciado. En el reporte del ISE entre enero de 2020 y 2021, el sector más afectado fue el secundario (-9,81 por ciento), seguido por el primario (-7,9 por ciento), lo que contrasta con el terciario (-2,81 por ciento), siendo esta última la actividad económica que ha podido reabrirse, manteniéndose las restricciones en algunos renglones asociados al esparcimiento y la diversión, en las que muchos establecimientos han soportado estoicamente la recesión económica, derivada de la pandemia y las contradictorias medidas que se han improvisado. Como correlato de esta coyuntura, el sector industrial perdió cerca de 160.000 empleos finalizando 2020 y comenzando 2021, en tanto que una de las actividades de la tan publicitada “Economía Naranja”, como son las actividades artísticas, de entretenimiento y recreación, vieron esfumarse más de 50.000 plazas.

Hoy, los optimistas pronósticos gubernamentales sitúan el crecimiento de la economía colombiana para 2021 en 4,8 por ciento, basados en su peregrina teoría del rebote de la economía, como si la reversión de las tendencias recesivas respondiera al conjuro mágico de la reactivación espontánea. De otra parte, instituciones como Fedesarrollo, a través de la Encuesta de Opinión Empresarial, está en la misma línea optimista en cuanto a la mejoría de las expectativas empresariales (producción, pedidos, etc.) para el primer trimestre de 2021, lo que coincide con  el reporte del Pulso empresarial del DANE, que anticipa aumento en los ingresos empresariales, estabilidad laboral y normalización en el pago de pasivos.

Una de las implicaciones del retroceso económico es el deterioro social. La pobreza y la inequidad se acentuarán, ahora agravadas por los anuncios de la enésima reforma tributaria que el Gobierno pretende implantar, para recaudar $15 billones y taponar el déficit fiscal. Los argumentos de progresividad que se esgrimen no dejan de ser un mal chiste, pues además de extender el IVA a más productos de la canasta familiar, pondrá a tributar a un número mayor de asalariados y pensionados.

Colofón: Si eso ocurre a escala nacional, ¿Qué ocurre a nivel de Boyacá?

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