Pandemia y pobreza: de mal en peor…

Foto | Hisrael Garzonroa
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Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC

Edilberto Rodríguez | Contrapunto económico

Al cierre de 2020, saltarán los guarismos de pobreza a niveles impensables, como consecuencia del pésimo desempeño económico que arrastrará el desempleo, el subempleo y la informalidad. Las indolentes medidas tomadas por el Gobierno Nacional son dudosos paliativos a la crisis social.

Recientemente el DANE divulgó las cifras actualizadas de la pobreza en Colombia. Los resultados son desalentadores. Las ganancias logradas en la última década fueron anuladas por los efectos de la pandemia, pese a la apresurada reapertura y a los parciales repuntes sectoriales. Si en 2019 se había evidenciado el rebrote de la pobreza monetaria, este año atravesado por la recesión económica y el deterioro social generalizado, no presagia ninguna mejoría.

 Según lo revelan las cifras disponibles, el descenso en los niveles de pobreza se detuvo en 2015 en América Latina, para escalar, nuevamente, y recluir a una tercera parte de la población del continente en esa penosa condición. El año pasado se acentuó esta tendencia. En Colombia la trayectoria observada es muy similar: en 2019 se registró un rebrote de la pobreza, con cerca de 662.000 colombianos que cayeron en la trampa de la pobreza (por debajo de $10.922 diarios por persona) y alrededor de 730.000 en la pobreza extrema (inferior a $4.578 por habitante), dedicados a empleos informales, con una elevada prevalencia femenina.  Como es de suponerse, la proporción de pobres rurales supera al de pobres urbanos (47,5 versus 32,3 por ciento).

 Evolución de la pobreza y otros indicadores (%)

Esta tendencia regresiva se dio, no obstante que la economía creció el año pasado en 3,3 por ciento, lo que no se vio reflejado en la disminución del desempleo, por el contrario, este volvió a los niveles de comienzos de la década.

Como si fuera poco, al analizarse la desigual estructura social del país, se observa que la proporción de pobres es idéntica en las dos mediciones, con un incremento de un punto entre 2018 y 2019. Quienes han tratado de dejar atrás la pobreza (clase vulnerable), alcanzan los 15,3 millones. Entre estas dos categorías suman 67 por ciento (32,8 millones) de colombianos en condiciones precarias, lo que es un elocuente indicador de la limitada movilidad social.

Estructura social de Colombia (%)

Quizá llama la atención, la leve variación registrada en la clase media, segmento cuyo publicitado empoderamiento se ha convertido en un lugar común en la retórica oficial. Otro tanto se observa con la marginal participación de la llamada clase alta. De acuerdo con las cifras del DANE, 88.000 tunjanos (45,0 por ciento), se catalogarían como clase media, superando la franja de pobres (32,9 por ciento). ¡Vaya sorpresa! ¿Acaso es un aplanamiento de la brecha social?

Si esta era la radiografía de 2019, en 2020 el escenario de la distribución del ingreso se trastocó drásticamente.  La recesión económica derivada de la pandemia arrasó con las mejorías logradas.

En efecto, el recién divulgado índice de Seguimiento de la Economía (ISE), muestra una caída de -8,1por ciento entre enero y agosto, periodo en el que la economía se vino a pique en abril, repuntó en junio y volvió a comprimirse ligeramente en agosto. Simultáneamente, el desempleo de los meses de abril y junio fue similar (19,8 por ciento), después de su pico máximo en mayo (21,4 por ciento). En agosto de este año, como resultado de la forzada reapertura económica, el desempleo se redujo en tres puntos, hasta situarse en 16,8 por ciento, pese a ello, el consumo de los hogares sigue aletargado.

Al cierre de 2020, saltarán los guarismos de pobreza a niveles impensables, como consecuencia del pésimo desempeño económico que arrastrará el desempleo, el subempleo y la informalidad. Las indolentes medidas tomadas por el Gobierno Nacional son dudosos paliativos a la crisis social.  Como lo han propuesto diversos analistas económicos y organizaciones sociales, la renta básica podría mitigar el despeñadero del retroceso social. 


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