Motivar a los alumnos, reto del maestro

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Por| Fausto Renán Mastrodoménico Corredor

No hay preadolescentes ni adolescentes desmotivados. Ellos están hipermotivados hacia sus intereses y gustos. Motivar su interés por el aprendizaje y fortalecer su voluntad, cautivándolos, es un reto de todos días para nosotros los maestros.

La experiencia nos demuestra que ningún método conocido tiene éxito con todos los estudiantes, que debemos concentrarnos en las posibilidades que la variedad de ellos nos ofrecen. Porque, cualquier modelo de la forma de aprender, no es más que una hipótesis de lo que puede ocurrir, pero no necesariamente, garantiza que sucederá.

Sin embargo, algunas veces, parecemos estar tan preocupados en enseñar, que no tenemos paciencia y control sobre nosotros mismos, para esperar que los alumnos aprendan.  Aun sabiendo, que uno de los enemigos supremos de la actividad pedagógica, es la prisa, queremos que corran, sin poder todavía caminar.

En cualquier actividad de aprendizaje, aunque cuidemos guardar equilibrio entre el grado de desafío que provoca y nivel de conocimiento y habilidades de quien las realiza, el error acompaña inevitablemente el proceso. La corrección de nosotros los profesores por sí sola, no introduce cambios, mientras no sea el estudiante quien reflexione sobre ellos y averigüe que lo provoca. Muchos de nosotros hemos ido aprendiendo a ser mejores profesores, más por nuestros errores que por nuestros aciertos.

Para el caso de las tareas, si no se van a revisar,  retroalimentar y valorar, es mejor no asignarlas. Las características difíciles de las tareas llevan a expectativas de éxito bajas, que inhiben la acción de los estudiantes, mientras que las características de dificultad creciente llevan a expectativas de éxito altas, que preparan para desafíos más complejos.

Cuando nuestros estudiantes reconocen que mediante el estudio aprenden, y si además reciben juicios favorables sobre lo que hacen, tienden a seguir haciéndolo, porque adquieren seguridad,  al tiempo que su autoestima y su autonomía se hacen mayores. Responder amablemente a sus inquietudes, equivale a que vuelvan hacerlo. Sentirse valorado por los demás, es uno de los principales factores para el desarrollo de actitudes positivas. Los estudiantes y todas las personas nos comprometemos y esforzamos más, cuando se nos trata mejor.

La principal fuente de autoridad de los profesores frente a los estudiantes, es nuestra personalidad, coherencia, la preparación cuidadosa, el trato respetuoso y la dedicación a la mejora de su formación. Lo que no esté en el proceso, difícilmente lo encontraremos en los resultados.  Debemos cultivar y regar las flores que pretendemos que crezcan. Porque siempre será mucho más difícil estimular y orientar el esfuerzo hacia el aprendizaje, que exponer y explicar. Lo monótono no es donde trabajamos, es lo que hacemos. ¡Feliz día del maestro!

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