Los vietnamitas ahora aliados de Estados Unidos, ¿un hecho ejemplo para Colombia?

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Carl Thayer, profesor emérito de la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), y reconocido experto en Vietnam, citado por el canal RT,  apunta que Hanói fue «rápido» en su versión de «diplomacia del coronavirus».

Y describe la misma información que esa nación asiática, que solo ha registrado 268 casos de covid-19, ha incrementado la producción de equipos médicos, y realizado donaciones a países como EE.UU., Rusia, España, Italia, Francia, Alemania y el Reino Unido, es decir a los países más desarrollados; excluida Rusia, los demás países mencionados partícipes directos de los 20 años de confrontación que significó la Segunda Guerra de Indochina o Guerra del Vietnam entre 1955 y 1975, del siglo pasado, contra el pueblo vietnamita. Y se añade: Vietnam ha donado mascarillas, desinfectantes para manos y otros suministros a servicios médicos en los vecinos Camboya y Laos, países con los que comparte relaciones especiales.

Otro experto, citado por la misma fuente, Alexander Vuving, profesor del Centro de Estudios de Seguridad Asia-Pacífico, con sede en Hawái, concluye que «la pandemia de coronavirus ha sido una gran oportunidad para que Vietnam mejore su poder blando, ya que ayudó a transmitir su generoso comportamiento hacia la comunidad internacional».

Lo arriba descrito para hacer una comparación pertinente con el caso de Colombia y su proceso de paz, que podría ser hoy el escenario consolidado de la transformación del país, tal como se pensó por parte de quienes han estado convencidos de que el camino es más sencillo con “un mal arreglo que un buen pleito”.

Si se miran los acontecimientos de la Guerra de Vietnam, los 20 años que duró la confrontación fueron tanto o más cruentos que los sucedidos en la segunda Guerra Mundial. Sin haber acudido a la bomba atómica, se calcula que en esta guerra se propiciaron de manera más intensiva los bombardeos convenciones que los acaecidos en la gran conflagración mundial.

El conflicto finalmente terminó con la derrota del ejército norteamericano y sus aliados, es decir la derrota de Occidente. Hoy, 45 años después, quién lo hubiera predicho, Vietnam está más cerca de los Estados Unidos que de sus aliados con los que ganó la confrontación, es decir Rusia y China. Y por si fuera poco, se considera que hoy Vietnam puede ser uno de los principales y/o pocos “ganadores” de la crisis de la pandemia del coronavirus. El aparato productivo vietnamita empieza a ser un jugador “de talla mundial”, de acuerdo con muchos expertos; y su principal aliado, EE.UU.

Así que si traemos el fenómeno para comprarlo con el caso colombiano, cotejación para nada novedosa, lo lógico era que en este momento, cuando ya estamos a casi cuatro años de la firma del acuerdo de paz, se hubieran podido encausar todas las fuerzas y potencialidades del país hacia el logro de nuevas condiciones de convivencia que propiciaran otro camino para transformar la sociedad.

Sin embargo, todo eso se ha venido abajo, por la simple, pero perversa actitud de un individuo que a contrapelo dela realidad histórica ha decidido, secundado por un grupo de fanáticos seguidores, devolver al país por los caminos del odio y la venganza, cuando se sabe que en materia de política y en la esfera de los asuntos del Estado no existen amigos ni enemigos, ni odios ni amores eternos; que lo que hay son intereses, que en este caso deberían ser los de construir una sociedad distinta, desde un país en paz con nuevos derroteros y objetivos. Sin que sean iguales, en ningún plano, tanto el pueblo vietnamita como el colombiano han sufrido los horrores de la guerra; y, sin embargo, como se ve en el caso del país asiático, quien fuera su enemigo maldito, ahora se convierte en su aliado principal.

Así que la comparación pude ser válida: ¿no podían ser las Farc y los demás movimientos insurgentes, incluso junto con los demás actores violentos, aliados al resto de la sociedad en la construcción de un nuevo país?Hoy, lo único claro es que “la paz con justicia” que predica el gobierno de Duque, no es más que la justificación de prolongar, sin saber hasta cuando, el sentimiento del odio y el ejercicio de la venganza.    

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