Los entresijos de la elección de rector de la UPTC, el pulso ganado en favor de la Universidad

Más que justificado el brindis para celebrar la elección del nuevo Rector, después de un pulso ganado a pesar de las maniobras para que el resultado hubiese sido distinto.
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Por | Unidad investigativa de ED

El ex rector Pérez había recibido la estocada final: su abierta coacción a los consejeros presentes actuó como un bumerang. Fue su segunda derrota. Se había impuesto la autonomía universitaria sobre el pretendido vasallaje de los micropoderes regionales. El arrogante clan cirista perdió el pulso. Sus seguidores se dieron a la fuga. 

Con la designación del nuevo rector de la UPTC el pasado 27 de noviembre, se cierra un ciclo que se prolongó por cerca de dos meses y se abre un nuevo capítulo, cargado de muchas expectativas de toda la comunidad universitaria y de la sociedad boyacense. Fueron varias las apuestas hechas desde diferentes orillas y muchas las cábalas alrededor de los cinco candidatos que se disputaban el segundo cargo público del departamento de Boyacá. Se trataba de un  pulso entre el continuismo y la ruptura  de un estilo rectoral, inaugurado hace un poco  más de una década, caracterizado por un autoritarismo rampante, en los planos académico, administrativo e investigativo, que ha acarreado conflictos y tensiones internas, como el actual paro universitario.

Las cartas marcadas

A pesar de que todas las apuestan apuntaban hacia uno de los candidatos, Leonel Vega, ex director Jurídico, y candidato de las directivas universitarias, el Gobierno Nacional se inclinaba por el ex vicerrector Académico, Hugo Rojas, cuya candidatura fue auspiciada por el decano de Ciencias, de apellido Patarroyo, y aupada por el cirismo, vertiente del uribismo recalcitrante en Boyacá. Como si fuera poco, contaba con el respaldo irrestricto del patriarca conservador, Juan B. Pérez. Así las cosas, todo parecía que el designado saldría de esas dos propuestas continuistas. El ex decano de la Facultad de Estudios a Distancia (FESAD), Javier Parra, a pesar de su bien lubricada campaña mediática, no se perfilaba como ganador. Por ello, se excusó de asistir a la presentación de su propuesta; fue derrotado tempranamente.

Para asegurar el triunfo de su patrocinado, los promotores de la candidatura de Hugo Rojas movieron tierra y cielo; el lobby ante el Gobierno Nacional fue incesante. El encuentro de los candidatos con la ministra de Educación tan solo fue un sainete para la galería. La decisión estaba tomada. Asimismo, para inhabilitar a dos de losnueve miembros del Consejo Superior, responsable de la designación, los patrocinadores de esta  candidatura recusaron al gobernador Carlos Amaya y al representante de los egresados, Eddye Reyes; mientras tanto esperaban que se produjera el relevo  del representante del presidente de la República, Rogelio Zuleta, a quien reemplazaría, según el chismorreo de pasillo, Ana Hamón. Sin embargo, ni las recusaciones, ni el reemplazo, se dio. El ex rector Juan B. Pérez y sus paniaguados padecieron su primera derrota. Dilatar el proceso de designación y pedir su aplazamiento fueron dos desgastadas estratagemas. Los demás consejeros, como el representante de los docentes, Edilberto Rodríguez, no se amilanaron y lanzaron una seguidilla de argumentos demoledores que llevaron a rechazar las dos temerarias recusaciones. Así se destrabó la designación del rector. El gobernador y el representante de los graduados continuaban en la liza eleccionaria.

El desenlace inesperado

Las horas pasaban y nunca llegó el decreto de marras. El representante del presidente de la República se sentía cómodo, mientras la delegada de la ministra de Educación se sentía incomoda. La votación fue un asunto de trámite. El ex rector Pérez había destapado sus cartas pidiéndole a la presidenta del Consejo Superior, Carolina Guzmán, mostrar las preferencias de la ministra de Educación, a lo que la funcionaria, haciendo un exagerado panegírico del ex vicerrector Rojas, concluyó que era éste el ungido. Ante eso el reincorporado gobernador Amaya recurrió a su cercanía con el Gobierno Nacional, como interlocutor de la mesa de Diálogo entre los estudiantes y profesores y el gobierno de Duque, ejerciendo una presión de poder, y, también destapó su carta: su voto era por el ingeniero Oscar Ramírez. De allí en adelante, se fueron desgranando los votos. La representación profesoral mantuvo su promesa de votar a conciencia, en sintonía con sus electores.

 Las fuerzas se iban alineando. En la práctica el candidato oficialista, Leonel Vega, fue descartado, al igual que el candidato alternativo, Manuel Restrepo. El bloque encabezado por el decano de la seccional Duitama, Adán Bautista, veía derrumbarse a su candidato. Debían realinearse, para no quedar por fuera del baile. Así lo hicieron.  El duelo se daba entre Hugo Rojas y Oscar Ramírez. El resto es historia: la votación final favoreció con cinco votos contra cuatro, al ingeniero Ramírez. Se había logrado la mayoría requerida. El voto del representante del presidente, para preservar la apariencia de la   unidad del gobierno, acompañó a la contrariada delegada de la ministra de Educación. El ex rector Pérez había recibido la estocada final: su abierta coacción a los consejeros presentes actuó como un bumerang. Fue su segunda derrota. Se había impuesto la autonomía universitaria sobre el pretendido vasallaje de los micropoderes regionales. El arrogante clan cirista perdió el pulso. Sus seguidores se dieron a la fuga.

Moraleja

Ahora se abre un nuevo capítulo para la universidad. El nuevo rector, que se
posesionará el 18 de diciembre, deberá dejar atrás el inmovilismo institucional, e
imprimirle un renovado aire de transformación a la UPTC. Se espera una nueva
agenda en la gestión rectoral, paralelamente a un nuevo estilo y un nuevo equipo de trabajo. Quienes, por su repudiado talante, no han podido manejar la
problemática universitaria, deben dar un paso al costado.

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