Librería de la Once

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En el corazón de la ciudad de Sogamoso, en medio de la pululante cantidad de almacenes de ropa y calzado, entre las calles 13 y 14, se encuentra la librería de la Once, un espacio para la venta de libros y revistas que se mantiene vigente en la historia de los sogamoseños desde hace 50 años.

Corría el año de 1972, el mundo como de costumbre era agitado, la economía del país se situaba en un modelo de sustitución de importaciones, y con ello la necesidad de impulsar el desarrollo económico del país a través de la creación de un modelo de desarrollo que apoyara la producción interna e industrial de la nación.

En este contexto, la siderúrgica Acerías Paz del río, era motor de desarrollo para la vida económica del país y de la región oriental de Boyacá, lo cual ocasionó para los años 60, 70 y parte de los 80, un proceso de modernización de la ciudad, caracterizada, por ser capital de provincia de Sugamuxi y con ello, un polo de desarrollo económico, educativo cultural y social.

Unos cuantos años atrás, el desarrollo de la infraestructura urbana iba también en transformación, por ejemplo, en el año de 1968, se levantaba la plaza de toros La Pradera, en el año de 1972, se inauguraba la sede Sogamoso de la Universidad pedagógica y tecnológica de Colombia UPTC, la iglesia central de la ciudad se erigía como Catedral, en honor a San Martin de Tours y en el año de 1973, se edificaba la terminal de Sogamoso, entre otros aspectos para esas años fue celebrado el reinado latinoamericano del acero.

Los años 70 en la ciudad en Sogamoso, perfilaban muy buenos augurios para el desarrollo de la ciudad, no solo por ser capital de la provincia de Sugamuxi, sino también, centro industrial de la región, y puerta del oriente Colombiano. Y con el desarrollo de la infraestructura en distintos ámbitos, (cultural, educativo y social) hicieron atractivo el municipio para jalonar otros sectores de la economía, como lograr establecer otras cadenas de producción y distribución, logrando que se diversificara el comercio y así los libros empezaran a tener un espacio de desarrollo dentro de las diferentes actividades comerciales de la ciudad del Sol y del acero.

Historia de esa diversificación es aquella cuadra tradicional caracterizada en su momento en estar constituida por pequeños locales comerciales, que entre los años 70, 80, 90 y parte del 2000, se fueron estableciendo al paso del tiempo. La carrera 11 por lo menos entre la calle 13 y calle 14, era una diversidad de locales con diferentes líneas de comercio, en artículos y servicios.

Locales como La cigarrería Totogol, clásico espacio para comprar las boletas de las corridas de toros para las clásicas ferias del Sol y del Acero, locales para la venta de ropa como lo fueron El Buen Precio, marcado por la atención de familias venidas del eje cafetero, el calzado Croydon del Oriente, Calzado Chiquinquirá, y Calzado Estonia, Almacén de víveres el Regalo y ferretería El Regalo, la Droguería la Guardia en toda la esquina de la 11 con 13 costado nororiental, Almacenes de telas, como La Siria atendido por su propietario familia migrantes del medio oriente, La Tienda de lanas de la Señora Paulina en toda la esquina de la carrera 11 con calle 14 costado sur-oriental, Sombrearías La Richard y Barbisio, tienda de discos como La Travolta, más adelante La Coruña (Charcutería), la óptica Sol, Foto Japón entre otros, son un ejemplo de la multitud de negocios que en su momento se establecieron en aquella calle icónica de la ciudad.

Mal se pudiera decir que la librería de la Once, fuere el primer local en tener libros, tal vez los hubo en su tiempo. Dice el Sr. Álvaro Calixto, que un integrante de la familia Castro, tuvo un papelería que tenía libros para la venta, pero que un local de venta de libros haya llegado a mantenerse en el tiempo desde aquel entonces, ese lugar es atribuido a la librería de la Once, por ello, un referente importante de la ciudadanía sogamoseña, cuando de adquirir un libro es requerido.

La fachada del establecimiento es de adobe recubierto, la cual contempla con otras pocas casas que quedan en el municipio, la imagen de un Sogamoso antiguo por allá más o menos de los años 30 y 40. Anteriormente a la actual librería de La Once, se encontraba una cacharrería que se llamaba “El Surtidor”, administrada por su propio dueño, Señor Ricardo Ballesteros Pérez, quien cedió el espacio a los hoy propietarios Señor Álvaro Octavio Calixto y su señora esposa Francelisa Chaquea.

Las vitrinas, estantes que pueden verse hoy día, y un piso embaldosinado en baldosa hidráulica (a usanza de la época), -las mismas de hace 50 años-, son testigos fieles de la atención a una clientela que por generaciones ha entrado para la adquisición de un libro, una revista, un dulce, un helado, algún comestible, inclusive en otras épocas licores, ya que en un principio su denominación fue cigarrería, licorería y librería de la Once. A manera de su diversidad en otras épocas fue epicentro para la venta de las láminas del álbum del mundial, -España 82- y en otrora para navidad, la venta de juegos pirotécnicos.

Lo anterior demuestra la diversidad de artículos para la venta, que demuestran que la librería en un principio, tenía otras líneas de productos, licores, víveres enlatados, una gran variedad de cigarrillos para la venta, dulces, cigarrillos, etc, de los cuales se conserva la dulcería, pues detrás de un buen libro se puede decir que hay una dulce compañía. También hay comestibles en paquete, algunas líneas de cigarrillos, y por supuesto la venta de libros y revistas. Y así, se ha empezado a constituir el local, cada vez más con una mayor consistencia en una Librería.

Entonces hoy o hoy, sus estantes, casi en la totalidad, (de los cuales algunos de ellas estaban antiguamente ocupados por algún licor nacional o extranjero, o cajas de cigarrillos o comestibles) hoy por hoy son ocupados por libros de las diferentes editoriales que tienen circulación nacional e internacional.

La librería de la Once se erige en un espacio cuya infraestructura se detuvo en el tiempo, pero a la vanguardia de la cultura, la literatura y la educación sogamoseña.

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