La única puta que conozco bien

Foto | Hisrael Garzonroa
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Por: Mauricio Arturo Molina Montenegro – Ingeniero Civil – M. Sc Ciencias Económicas (E) – @mao77mm

No es frecuente encontrar clientela en los burdeles en períodos piadosos, sobre todo cuando se sitúan en ciudades con una tradición bastante arraigada a la religión católica y donde mezclar “religión y trabajo sexual” en una misma oración genera indignación.

Yo hace bastante tiempo leo a Salud Hernández (que dice ir a misa todos los domingos en la mañana); como periodista tendrá sus defensores y sus detractores, pero a mí particularmente me generó bastante curiosidad cuando leí una crónica que escribió para el periódico El Mundo de España titulada: Viaje a la cuna de las prostitutas. Me pareció un artículo indolente, quede consternado. ¿Acaso existe en Colombia un linaje de putas, un abolengo ilustre que puede marcar a las mujeres por nacer en una zona geográfica determinada? Dios la perdone.

Hace un par de años Margarita Rosa de Francisco -la “Niña Mencha” para los de mi edad- escribió un artículo de opinión en la revista Soho y se titulaba: La Virgen Puta. Y recientemente el 25 de febrero de 2017 la Revista Semana publico una nota titulada: “De Venezuela con amor: una noche de putas en el barrio Santa Fe”.

De las fulanas se ha dicho mucho y ellas mismas han contado bastante; Andrea la de Soho detallaba su actividad de meretriz sin reservas; se hizo famosa con el blog, posó desnuda, escribió un libro y Dios sabe que cosas más. Sofía –prepago fina- también ha contado sus peripecias; la que más me marcó fue saber que encontró a Dios en una Iglesia Cristiana, y que desde entonces cada vez que “presta un servicio”, entrega los 100.000 pesos de diezmo en un sobre cerrado que el Pastor recibe entusiasmado agradeciéndole con un: “que Dios te multiplique”.

Adolfo Zableh Durán escribió que durante la Semana Santa, Popayán es la ciudad con más pasión y menos sexo de Colombia; ha de ser porque no ha pasado en esas fechas por la “tierrita”. Recuerdo que en Tunja hace un par de años, un conocido que ni era amigo ni enemigo, un tipo de clase media, conservador, religioso, caricaturesco, que vivía exteriorizando su opinión en contra del uso de drogas, de esos de mentiras pero que la novia cree que es verdad, todo un personaje… un día de esos que él tenía ganas de ir a “putiar” nos pidió que lo acompañáramos, con el compromiso de que mientras lo esperábamos él invitaba una botella de aguardiente en Acuarios. Para infortunio del personaje y de nosotros, aquella casa de lenocinio se encontraba cerrada por causa de las fechas sacras. Tunja también es así; una ciudad con bastante tradición devota, donde las cortesanas por respeto o por temor divino no trabajan en Semana Santa.

Y como no trabajan no tienen dinero. Lo lamentable no es que Tunja sea una ciudad devota, lo realmente espantoso es que Tunja cada día es más pobre; como las putas en Semana Santa. Y presenta una desigualdad de no creer, pero no lo digo yo, lo dicen los resultados de las mediciones oficiales de Pobreza Monetaria y Multidimensional en Colombia 2016 presentados por el DANE el 22 de marzo de 2017.

La ciudad con menor porcentaje de pobreza extrema en 2016 fue Bucaramanga con 1.2%, seguida por Pereira con 1.8%, Bogotá con 2.3%, Medellín 2.9% y Cali 3.2%. Aunque en Tunja la indigencia es mínima; y las casas con tablas, viviendas en lata y cambuches son casi inexistentes, el DANE afirma con los resultados, que en Tunja existe mayor pobreza extrema con relación a su población que en las ciudades mencionadas anteriormente con un increíble 3.6% en la capital Boyacense; resaltando que en Tunja la pobreza extrema aumentó, pasó de tener un 3.4% de pobreza extrema en el 2010.

Los datos son abrumadores, dentro de los resultados que arroja el análisis, también presenta a Bucaramanga como la ciudad con menor porcentaje de pobreza monetaria en 2016 con 10.6%, seguida por Bogotá con 11.6%, Medellín con 14.1%, y Cali 15.4%, para sorpresa Tunja aparece con un 17.8%.

La cereza del pastel es puesta por la Distribución del ingreso del 2016 o como es conocido en términos económicos: el Coeficiente de Gini. Para quienes desconocen el término; el Coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, donde cero es una perfecta igualdad en el que todas las personas tienen los mismos ingresos; y uno es una desigualdad absoluta donde una persona tiene todos los ingresos y los demás no tienen ningún ingreso. Mejor dicho: entre más bajito el número es mejor.

Para hacerlo más fácil de entender; en el año 2012 el país que mejor tenía la distribución del ingreso en el mundo era Noruega con 0,259 y ocupaba el 1er puesto, mientras que Colombia con 0,535 se situaba en un deshonroso puesto 144 de la lista. Es decir que en Colombia los ingresos altos se concentran en pocas personas y muchas personas tienen un ingreso bajo.

En el 2016 de acuerdo al DANE, en Colombia la distribución del ingreso logró un año más de mejora porque el Gini pasó de 0,522 en 2015 a 0,517 en 2016 en el total nacional, completando 3 años con reducciones consecutivas. Pero en Tunja no fue así, sucedió lo contrario, aumentó; pasó de 0,471 en 2015 a 0,493 en 2016. Así las cosas, ¿será que le creemos al DANE? Los datos presentados de ser correctos son preocupantes, y me recuerdan mucho a la única puta que conozco bien: la puta pobreza.

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