El santo sorbo

Foto | Vía bogota.gov.co
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Por: Sebastián Ruano / Candidato a la alcaldía de Santa Rosa de Viterbo

Mucho antes de que a América llegara Cristóbal con la Niña, la Pinta, la Santa María y la conquista, ya estaba la chicha, luego, esta durante los siglos de la colonia servía de escape a los infames castigos españoles a esclavos, mulatos, mestizos, indígenas y criollos; en la independencia cabalgaba junto a Palomo, Simón y las tropas el Santo Sorbo.

En la mitología precolombina el Santo Sorbo es el descubrimiento de una mujer indígena oprimida que en  La Laguna de Guatavita, desesperada y huyendo por el castigo que recibía en su hogar, recibió el fermento dorado y dulce que los dioses chibchas le entregaban para su liberación.

Tiempo después la Chicha sufrió agresiva persecución con el objetivo de imponer el mercado Europeo sobre el indígena, campesino y ancestral, las empresas cerveceras alemanas fundaron una campaña para desprestigiar y maldecir a los productores y comercializadores que luchaban con lo poco que tenían por mantener la tradición que unía nuestras raíces con nuestra liberación del yugo español.

Por años, gobernantes sin escrúpulos castigaron y persiguieron a campesinos productores que orgullosos de sus raíces veían con tristeza como el “Santo Sorbo” se tiraba en el suelo, y no en las bocas sedientas de los campesinos que trabajaban de sol a sol.

En el Siglo XX dentro de las nubes y en lo alto de las montañas de la noble y culta villa republicana de Santa Rosa de Viterbo revivió la tradición de la mano de mujeres y hombres incansables, han sacado familias enteras adelante, sin apoyo, y perseguidos por una noble labor.

Más de 500 años de tradición propia, autóctona y guerrera tienen que lucir en el Bicentenario de nuestra tierra, ya nunca se calificará al Santo Sorbo como amenaza, sino como la fuerza del campesino y de la historia.

Es sinónimo de liberación, de lucha, de resistencia, la historia de Boyacá y Colombia no sería la misma sin su presencia, es tiempo de darle el valor que merece, de sentir el orgullo de las familias que salen adelante con su producción y su venta.

El Santo Sorbo tiene su capital y está ubicada en el corazón del Tundama, la noble y culta villa de Santa Rosa es epicentro de tradición y en ningún lugar se hace como se hace en sus montañas, ni se encuentra la panela ni el maíz con mejores condiciones para su producción. 

El orgullo de las familias campesinas, el amor que se le debe tener a una historia de liberación y resistencia debe sentirse en toda Boyacá y la obligación de ir hacia el futuro va de la mano no solo de saber de dónde viene nuestra idiosincrasia sino también de como refrescarla con el Santo Sorbo. 

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