El rescate de las papas perdidas

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Por | Margarita Velásquez-periodista /@endirectocon

Recuerda don Pedro Briceño, un campesino de Ventaquemada Boyacá, Tecnólogo en Producción Agropecuaria, que de niños jugaban con papas de colores que se perdieron con el tiempo, y ya de adultos comenzaron a preguntarse ¿dónde podrían estar?

Así comenzó, en 2008, el trabajo de investigación campesina de rescate y conservación de las papas perdidas, que ha logrado recuperar, a hoy, 40 especies de papas nativas, de colores internos y externos que las hacen tan exóticas, que algunas personas preguntan “¿cómo hacen para meterles los colores?”.

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Las papas nativas son un alimento ancestral cuya comercialización comenzó a disminuir en los años 40, desapareciendo del mercado en los 60. “Era un alimento tradicional en el plato de nuestros abuelos, después la gente llegó a creer que eran papas dañadas, e inclusive, las terminaron desechando o dejando como alimento para porcinos”, rememora Briceño, quien además explica que el desplazamiento de las papas de colores se debió a la revolución verde que comenzó en la primera mitad del siglo pasado, cuando los investigadores de la época enfocaron su atención en producir papas más grandes y en mayores cantidades, apareciendo variedades modificadas y, en algunos casos, con cepas importadas.

Con la búsqueda de las papas perdidas, también se recuperaron sus nombres ancestrales que por tradición oral resistieron el paso de las generaciones: alcarrosa, pacha negra, chivos, quincha, mora, carrisa, punto rojo, manzana, andina, corazón negro, amapola, sangre de toro, entre otras.  Los autores de esta investigación que la reconocen como ancestral y cultural, agradecen a las personas mayores de 60 años que conservaron las papas nativas por décadas, luego de la revolución verde que cambió la agricultura en el país.

Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia son los principales países de Suramérica donde existe mayor cantidad de papas nativas; en el comercio nacional, las más conocidas son la criolla amarilla yema de huevo y la tuquerreña, que lograron permanecer en el mercado.

Luego de nueve años, el trabajo de rescate de papas nativas se constituyó como la empresa Tesoros Nativos S.A.S. para investigar, comercializar y ahora, industrializar, con la vinculación de comunidades agricultoras formadas y convencidas de producir un alimento sano y confiable para el consumidor: “son familias campesinas unidas, convertidas en custodias de las semillas, patrimonio nacional”, enfatiza Briceño.

Pedro Briceño explicándole a estudiantes de la Università di Scienze Gastronomiche de Italia, que desde el año pasado visitan los núcleos de conservación de semillas nativas.
Pedro Briceño explicándole a estudiantes de la Università di Scienze Gastronomiche de Italia, que desde el año 2016 visitan los núcleos de conservación de semillas nativas.

El rescate de las papas no solo consistió en ubicarlas, sino también en devolverles su digno lugar en el universo gastronómico colombiano: ahora son un alimento gourmet favorito de los chefs de un centenar de restaurantes bogotanos, principalmente de la zona G; y un producto nativo atractivo para estudiantes como los de la Università di Scienze Gastronomiche de Italia, que desde el año 2016 comenzaron a visitar las fincas productoras para conocer los núcleos de conservación de semillas nativas.

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Justo por su innovación en la investigación y el rescate de productos ancestrales, además del aporte social a 60 familias campesinas aliadas, la empresa Tesoros Nativos S.A.S., fue seleccionada a nivel nacional para participar en Agroexpo 2017, como representante del programa SENA Emprende Rural, donde presentaron el producto de su última aventura: Puras Andinas, papas fritas en chips.

Pedro Briceño, representante legal de Tesoros Nativos S.A.S. explica que el programa SENA Emprende Rural, acompaña el proceso desde el cultivo, para garantizar, tanto las buenas prácticas agrícolas (BPA) y las exigencias técnicas de la industria, como el proceso de fortalecimiento técnico y empresarial; además del apoyo del Centro de Desarrollo Agropecuario y Agroindustrial, CEDEAGRO, con la planta agroindustrial y el Sistema de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación (SENNOVA).

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