¿El padre Víctor sabe en el infierno que se metió?

Foto | Hisrael Garzonroa / EL DIARIO
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Al margen de lo que pueda ocurrir en las elecciones de octubre de este año y sin que todavía comience en firme la campaña hacia la Gobernación de Boyacá, el sacerdote Víctor Leguízamo es una de las grandes figuras regionales de la vida pública. Sin embargo, para lograr su objetivo tendrá que demostrar que entiende la dinámica y la mecánica política. ¿Cuáles son sus ventajas y sus desventajas en el inédito camino que comenzó ayer?

De una manera que pareciera ingenua, acompañado de unos pocos amigos, el sacerdote Víctor Leguízamo fue ayer ante la Registraduría del Estado Civil e inscribió un Grupo Significativo de Ciudadanos con el que espera recolectar más de 50 mil firmas para aspirar a la Gobernación de Boyacá. Quien no conozca al cura diría “no sabe en el infierno que se metió”.

Pero el Padre Víctor no es tan inocente y sí conoce el infierno que comienza para él. En primer lugar, es, como se dice en el sumario de esta nota, una reconocidísima figura de la vida pública de Tunja y, en segundo lugar, tal vez por su labor sacerdotal, ha tenido contacto y amistad durante años y décadas con todas los protagonistas de la política regional.

Leguízamo estudió su bachillerato en el Instituto Técnico Agrícola de Paipa, ha ejercido el sacerdocio durante casi cuatro décadas, es abogado egresado de la Universidad de Boyacá, amigo personal de los exalcaldes Fernando Flórez y Pablo Cepeda y del actual mandatario Luis Alejandro Fúneme, ha ejercido como secretario de Educación de Tunja y fue, hasta hace unos meses, rector del Colegio Boyacá, la institución de educación pública más importante del departamento.

Entre sus amigos y conocidos están concejales, integrantes de los gabinetes locales y regionales, diputados, congresistas, periodistas, empresarios, industriales, comerciantes y personas de todos los círculos sociales, incluyendo las clases marginadas, en donde ha realizado su labor social, llevando mercados, realizando brigadas de salud, dando consejos, confesando a los pecadores y dando indulgencias.

Este sacerdote ingresa el día y a la hora que quiera por la puerta principal del Club Boyacá, en donde es recibido con brazos abiertos por todos los integrantes de la sociedad tunjana y, al mismo tiempo, es reconocido en los barrios y lugares más humildes. También es el hijo del pueblo.

No es fortuito que en la más reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría sobre preferencias electorales en la capital boyacense el padre Víctor hubiera logrado el 41 por ciento de intención de voto para la Alcaldía de Tunja, contra apenas el 7 por ciento de John Carrero, quien lleva ocho años en campaña; o contra el prestigioso exrector de la Uptc Olmedo Vargas Hernández, quien también tiene el 7 por ciento.

Esos resultados reflejan que si Leguízamo quisiera ser alcalde de Tunja solo tendría que levantar la mano, pero él ya ha aclarado que, aunque ama a la ciudad, ese no es su objetivo político a corto o mediano plazo.

En esa superioridad electoral en Tunja consiste justamente la primera ventaja del sacerdote en su lucha por la Gobernación. En las últimas elecciones hubo en Tunja más de 120 mil votos y por eso es considerada la ciudad más importante a conquistar en cualquier proceso electoral de camino a la Gobernación o instancia parecida.

Además de Tunja, para el padre Víctor también está Paipa, la ciudad que lo vio nacer, en donde está su familia, incluyendo sus hermanos, entre ellos un coronel retirado del Ejército, otro sacerdote, un concejal, una exitosa empresaria y un reconocido docente universitario y promotor turístico.

En Paipa la familia Leguízamo Díaz es tan grande e importante que cuando su primo, Rodolfo Díaz fue alcalde, hace ya varios años, se hizo popular un chiste de que esa era la única alcaldía del país en donde trabajaban todos los Díaz, pues en esa ciudad parece que todos tuvieran los mismos descendientes y que la ciudad fuera solo habitada por ellos. Y aunque, por supuesto, la administración descansa los fines de semana, en el edificio municipal muchos, casi todos, tienen por alguna parte un Díaz entre sus familiares.

De manera que es muy posible que el padre Víctor también conquiste una ciudad que ha sido clave en el triunfo de los últimos gobernadores.

Aunque su campaña hasta ahora comienza, el padre Víctor ya tiene entre sus aliados a sectores afines del exsenador y actual director del Sena Jorge Eduardo Londoño y de la exsenadora Sandra Ortiz; que serán muy importantes por los primeros meses, al menos como ‘plante’ en las conversaciones que tenga con toda la clase política regional.

Con la cercanía de los sectores de los exsenadores Jorge Eduardo Londoño y Sandra Ortiz también es posible que a mediano plazo el padre Víctor logre conseguir el respaldo del Pacto Histórico y de la Colombia Humana, los partidos que llevaron al poder al presidente de la República, Gustavo Petro, lo que significaría también la llegada de otras colectividades afines al Primer Mandatario.

Mientras lograba el permiso del Arzobispo de Tunja, que terminó concediéndole una ‘licencia’ para realizar actividad proselitista y meterse en los ‘pecaminosos’ vericuetos de la vida pública, el sacerdote Leguízamo ha hecho en los últimos meses contactos, acercamientos y amistad con líderes políticos de todas las provincias; además de que espera, por supuesto, tener a los curas y párrocos de todos los pueblos de Boyacá como sus ‘jefes de debate’. Sin embargo, como el cura ha dicho varias veces, es posible que surjan ‘disidencias’, porque nadie, ni en la Iglesia Católica, es monedita de oro para caerle bien a todos.

El padre Víctor Leguízamo también tiene entre sus fortalezas que, aunque ya pasó del medio siglo en edad (tiene 58 años), irradia una imagen de joven, habla como joven, se entiende con los jóvenes, los entiende y hasta dice groserías, como ellos.

El cura no es un aparecido en los asuntos de la vida pública y el Estado; tiene experiencia en cargos oficiales y no lo ha hecho mal. Pero no solo es un referente de la sociedad tunjana y boyacense. Tiene otra enorme ventaja: es un gran orador.

Miles y miles de tunjanos y boyacenses han escuchado sus homilías, sermones geniales, en los que mezcla pensamientos de filósofos griegos y otros grandes pensadores con frases sencillas de la cultura popular, consejos de una madre, el estribillo de una canción mexicana o el argumento de la Rosa de Guadalupe.

Cuando vengan los debates y los foros, seguramente en la recta final de la campaña, por allá en agosto, septiembre y octubre de este año, esa capacidad como orador le va a servir al cura Víctor para defenderse, para atacar y para demostrar que es o que puede ser el mejor.

Finalmente, el sacerdote tiene otra ventaja. El enorme descontento, especialmente entre las nuevas generaciones, por la manera de actuar de quienes han ejercido el poder en Boyacá durante el último lustro.

Pero, de todas maneras, la campaña para él y su familia serán como un infierno. Sus contradictores, con las más poderosas herramientas de la tecnología moderna, incluyendo las redes sociales, serán implacables y no respetarán su condición sacerdotal. A la luz pública saldrá todo lo que nunca ha conocido alguien de él, incluyendo sus errores y falencias como funcionario, sus defectos como ser humano (que los debe tener y muchos) y sus pecados, también humanos.

Mientras tanto, el cura como político, genera muchas dudas e incógnitas entre quienes ya lo siguen o pretenden acompañarlo: ¿Tiene recursos económicos suficientes y conoce las claves y las negociaciones de la política para hacer aliados y conseguir votos?

Posee fortaleza es Tunja y Paipa, ¿pero tiene capacidad para conquistar otros públicos y para convencer que él es el gobernador que necesita Boyacá, especialmente en sectores que hoy no lo conocen?

¿Se entenderá con la clase política, que por lo general siempre pide y negocia puestos, cargos públicos y contratos? Con los principios que pregona, ¿cómo hará eso?

¿Será capaz de enfrentar, confrontar y ganarle a los dos más grandes políticos profesionales de Boyacá de la última década: Rodrigo Rojas, casi dueño del Partido Liberal; y, sobre todo, a Carlos Amaya, el considerado el ’más, más’ de la política regional en la última década, quien hizo una magnífica presentación en la última campaña por la Presidencia de Colombia?

No es nada fácil. El padre Víctor hasta ahora está incursionando en la política partidista y ni siquiera tiene redes sociales, que es la manera más eficiente y eficaz de llegarle a las nuevas audiencias en los tiempos modernos.

Lo que sí parece seguro es que el padre Víctor será protagonista. Y lo otro que también es seguro es que el sacerdote sí conoce el infierno en el que se metió.

¿Por ese infierno se puede llegar al cielo?, Solo Dios y el pueblo lo dirán…

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