El General Rojas Pinilla que yo conocí…

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Por | Fabio Becerra Ruiz / Abogado, periodista y locutor boyacense

Este 13 de junio de 1953, es decir hace 69 años y como consecuencia de un levantamiento popular, asumió el poder presidencial en Colombia el ingeniero graduado en los Estados Unidos, y único militar que llegó a ostentar por primera vez en la historia militar de Colombia, el hasta ese momento más alto grado dentro de las Fuerzas Militares de Colombia de, Teniente General Gustavo Rojas Pinilla.

En 1924 pidió permiso para retirarse del servicio activo, con el fin de realizar estudios de Ingeniería Civil en Three State College, en Estados Unidos, donde se graduó de ingeniero civil en 1927, y un año después trabajó en la construcción de la carretera Belén-Socha-San Salvador, que se convirtió en la vía de Boyacá a Casanare y Arauca, y en 1932, con motivo del conflicto entre Colombia y Perú, el entonces capitán Gustavo Rojas Pinilla se vinculó de nuevo al ejército colombiano.

Militar y estadista boyacense, Presidente de la República entre 1953 y 1957, Rojas Pinilla gobernó resaltando el binomio Pueblo-Fuerzas Armadas, y con el lema de «paz, justicia y libertad”, y su asunción del poder ocurrió como consecuencia de la difícil situación política del país al haber reasumido el poder presidencial el presidente titular Laureano Gómez, en reemplazo del Presidente encargado Roberto Urdaneta Arbeláez, que se negó a destituir al boyacense Rojas Pinilla (por orden de Laureano Gómez), y quien ostentó las funciones presidenciales iniciando una serie de transformaciones en el país, que incluyeron la concreción de la paz con la guerrilla liberal de entonces, que operaba en los llanos orientales, y que comandaba el famoso jefe guerrillero Guadalupe Salcedo Unda.

Como buen «maestro», egresado de la Escuela Normal de Varones de Tunja, Rojas Pinilla se propuso la creación de numerosas escuelas, colegios y universidades, creó, organizó, y dio especial apoyo a la Universidad Pedagógica de Colombia con sede en Tunja, elevando a esta categoría a la antigua Normal Superior Universitaria de Colombia, y en el Departamento de Boyacá, su tierra natal, se preocupó por la ampliación y pavimentación de la carretera Bogotá-Sogamoso, la electrificación de Boyacá con la instalación de tres unidades en Termopaipa, y la construcción de los acueductos de Tunja, Sogamoso y Belencito.

Fueron también obras suyas el Palacio Municipal y el Palacio de Justicia de Tunja, la Industria Militar INDUMIL, la planta de leches de Chiquinquirá, con destino a los niños pobres, la Transmisora de la Independencia, y numerosas obras sociales para los damnificados de la violencia, y otras obras de su administración fueron la terminación de la represa hidroeléctrica de Lebrija, la nueva refinería de Barrancabermeja, la carretera Bogotá-Chía, el Centro Administrativo Nacional (CAN), el Club Militar de Bogotá, la construcción del Observatorio Astronómico, el Hospital Militar, la construcción del aeropuerto Eldorado de Bogotá, el Centro Administrativo Nacional CAN, La Caja Nacional de Previsión, y para su tierra boyacense, la mejor carretera del país en esa época, autopista Bogotá-Sogamoso, el discado telefónico automático para todos los pueblos de Boyacá, primero que se instaló en el país, y diversas obras sociales como el Servicio Nacional de Asistencia social SENDAS, el apoyo a los estudiantes pobres con becas en los más destacados colegios del país, y muchísimos obras más que el país desapasionadamente recuerda hoy día, y que el pueblo agradecido premió con su victoria electoral de 1970, que le fue birlada como la historia lo recuerda, por el entonces Presidente saliente Carlos Lleras Restrepo, quien instaló en el poder al huilense Misael Pastrana Borrero, en bochornosos episodios que los llamados “adultos mayores” recordamos con claridad, y que las juventudes hoy desconocen totalmente.

Corría el año 1954, cuando siendo yo muy niño, tuve la ocasión en una visita suya a Duitama, de conocer y tomar emocionado y muy brevemente, la mano del General Rojas Pinilla, instantes de los cuales guardo impactante recuerdo, hablándome el entonces Presidente de Colombia, sin escoltas, ni caravanas, ni los sofisticados sistemas de seguridad de hoy día, revuelto con su pueblo, aclamado por los paisanos, y satisfecho de ayudar a los desposeídos que lo aplaudían por su gestión y su apoyo a las clases populares del país.

Quiso la historia de entonces, que el General Rojas Pinilla, ante la presión de los grupos económicos que, igual que hoy manejan el país, y para evitar un derramamiento de sangre, optara por abandonar voluntariamente el poder, dejando una Junta Militar de cinco (5) miembros, que luego le entregó el poder al recordado Alberto Lleras Camargo, a quien también se veía al final de su elogiado mandato, como humilde Concejal de Chía, paseando en su modesta bicicleta, sin escoltas ni sistemas de seguridad, pues era otra la Colombia que se vivía entonces.
Alejado del poder, que abandonó por su propia voluntad, Rojas Pinilla volvió a la política después de recuperar su calidad de expresidente, le volvió a ser otorgada su pensión como ex mandatario que le restituyó la Corte Suprema de Justicia junto con la totalidad de sus derechos políticos, y afrontó el juicio que le inició el Congreso nacional, y que terminó acusándolo de supuesta “indignidad” en el ejercicio de la Presidencia, delito inexistente en el código penal Colombiano, y que el pueblo entendió como la persecución que le montaron sus adversarios, y por lo cual ese pueblo agradecido lo llevó al poder nuevamente en 1970, como lo atestiguan historiadores y conocedores de la manera como manejan las cosas políticas los “dueños del país”, desde esas épocas y hasta la fecha presente.

Juzgado en el Congreso, del cual existen las grabaciones magnetofónicas transcritas literalmente al libro «Rojas Pinilla ante el Senado» una de cuyas muy escasas copias existentes poseo en mi modesta biblioteca particular, asumió su defensa ante el Congreso el abogado Daniel Valois Arce con el jurista Jesús Estrada Monsalve, quien, al iniciar su gestión jurídica, aclaró que nunca antes conoció personalmente al General Rojas Pinilla, ni se lucró de contratos o prebendas, pero el veredicto del Congreso Nacional, del 18 de marzo de 1959, fue condenatorio contra el general Rojas Pinilla, aunque sin embargo, siete años después, el Tribunal Superior de Cundinamarca le devolvió sus derechos políticos el 20 de diciembre de 1966, y un año después la Corte Suprema de Justicia confirmó ese acto judicial, el 18 de octubre de 1967. El general Rojas Pinilla y sus simpatizantes conformaron entonces un movimiento político llamado Alianza Nacional Popular (ANAPO), que se inició en Duitama el 6 de enero de 1962.

Esta a grandes trazos, es la historia breve del General Gustavo Rojas Pinilla, un hombre bueno, quizá con errores como cualquier otro ser humano, pero bien intencionado, y a quien le esculcaron toda su vida personal y profesional, pero a quien muchos colombianos recordamos con agradecimiento, aunque jamás hayamos sido lucrados tampoco con prebendas ni contratos, ni becas, pero que recordamos su trayectoria de hombre de bien, y enamorado de las causas nobles de Colombia.

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