El desempleo en Colombia nos agobia

Este reconocimiento, por demás merecido, ¿de qué sirve si no garantiza que el trabajo se pueda continuar como realización personal y profesional y aporte cierto a la sociedad? Foto | archivo personal
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Por | Jhonathan Leonel Sánchez Becerra / Historiador

Foto | Archivo personal

Quiero‌ ‌compartir‌ ‌esta‌ ‌experiencia‌ ‌porque‌ ‌considero‌ ‌que‌ ‌es‌ ‌la‌ ‌situación‌ ‌que‌ ‌enfrentamos‌ ‌muchos‌ ‌profesionales‌ ‌en‌ ‌Colombia,‌ ‌que‌ ‌intentamos‌ ‌con‌ ‌mucho‌ ‌esfuerzo‌ ‌salir‌ ‌adelante‌ ‌para‌ ‌aportar‌ ‌al‌ ‌desarrollo‌ ‌social‌ ‌y‌ ‌cultural‌ ‌de‌ ‌nuestros‌ ‌territorios‌ ‌y‌ ‌solo‌ ‌recibimos‌ ‌el‌ ‌silencio‌ ‌y‌ ‌la‌ ‌indiferencia‌ ‌por‌ ‌parte‌ ‌del‌ ‌Estado.‌

Con el pasar del tiempo se agrava la situación de desempleo en el país para las personas de todas las edades, profesiones y oficios y, lo peor de todo, es que no se vislumbra una solución a corto plazo, la promesa de estudiar como medio para alcanzar una mejor calidad de vida, es hoy una promesa rota. Sin dejar de lado la crisis de la educación que desde hace mucho tiempo, perdió su horizonte de formación humana para convertirse en un gran negocio.

La mayoría de jóvenes en edad productiva, no tenemos ofertas laborales y seguramente, muchos compartirán conmigo este sentimiento de desesperanza e inestabilidad, a un más profundo, cuando nos hemos preparado para contribuir en la construcción de una mejor sociedad.

Normalmente pasamos 6 años en educación primaria, otros 6 años en bachillerato y 5 años más de educación universitaria para graduarnos como profesionales, instancias en las que, como fue mi caso, me distinguí siempre por ocupar el primer puesto con diplomas a la excelencia académica.

Por otra parte, la inversión en dinero que debe hacerse en una carrera, ronda en promedio los $60 millones de pesos, y hay que tener en cuenta que muchos como yo, hemos tenido que trabajar desde muy jóvenes para poder solventar los gastos de arriendo, servicios públicos, vestuario, alimentación, pasajes, matriculas, salidas de campo, libros y fotocopias, entre otros gastos que implican, el no contar con el apoyo familiar.

Antes de terminar mi carrera de Historia con énfasis en Patrimonio Histórico y Museología en la Universidad Autónoma de Colombia, tuve la fortuna de encontrar una vacante y vincularme al Ministerio de Cultura, donde pude desempeñarme en el Área de Investigación y Curaduría del Museo de la Independencia – Casa del Florero en Bogotá, entre los años 2014 y 2018, claro que desde los 15 años había incursionado en el campo de la literatura y el periodismo como parte de mi precoz curiosidad intelectual.

Luego entre 2018 y 2019, hice parte del grupo de docentes de cátedra que dictamos el Diplomado en Museos, Educación y Diseño de Guiones en  la Universidad Autónoma de Colombia, salario que a la fecha no hemos percibido ninguno de los profesores, después de haber interpuesto diferentes recursos legales, dicha circunstancia ha desencadenado en una serie de problemas que van desde la afectación económica hasta repercusiones morales.

En 2019 y dada mi experiencia en temas relacionados con la cultura y el patrimonio, puesto que no solamente me quedé con la formación universitaria sino que paralelamente a mi trabajo y estudios formales, asistí e hice parte de un gran número de capacitaciones, diplomados, cursos, congresos, seminarios y simposios, al alcance de mis posibilidades económicas.

En el mes de enero recibí la propuesta por parte de la Alcaldía Mayor de Tunja de ejercer la Secretaría Técnica y coordinar la organización del Congreso Internacional Bicentenario de la Independencia de Colombia 1819 – 2019, lo cual acepté con gusto, y aunque el tipo de contratación era de prestación de servicios, no me importó porque siempre tuve el deseo de regresar y aportar mis conocimientos en la ciudad de la que soy orgullosamente oriundo.

Considero que los contratos de prestación de servicios le hacen daño tanto a la administración pública porque impiden la trazabilidad de los procesos objeto del contrato como a los empleados, dado el rango de incertidumbre que producen ya que no se sabe si lo volverán a contratar o no. La OPS es un tipo de contratación que generalmente varía en un rango de tiempo entre los 3 y 5 meses y que luego, de ser renovado, el tiempo que transcurre en la elaboración del nuevo documento, se labora gratis, haciéndose normal que de los 12 meses del año 3 sean ab honorem.

Dejo a su imaginación el reto que significó para mí organizar un evento de tales magnitudes en un tiempo record de 6 meses, coordinando para tal objetivo, los compromisos de la Alcaldía Mayor de Tunja como delegado y Secretario Técnico, y de las demás entidades como la Gobernación de Boyacá, la Academia Boyacense de Historia, el Banco de la República, la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, la Escuela Superior de Administración Pública, la Universidad Santo Tomás, la Universidad de Boyacá, la Universidad Antonio Nariño, la Universidad Juan de Castellanos y los aportes del SENA y las Fuerzas Armadas pues, pese a que el Comité Organizador venía reuniéndose asiduamente desde hacía dos años, muy poco habían avanzado a la hora de mi llegada.

Finalmente, el evento fue un éxito rotundo en la conmemoración de nuestro Bicentenario,  contando con la participación de eminentes figuras a nivel nacional e internacional como el expresidente de la Corte Constitucional José Gregorio Hernández; la exministra de cultura Paula Marcela Moreno; la Ambientalista Brigitte Baptiste; la premio Nobel de paz guatemalteca Rigoberta Menchú; el sociólogo francés Daniel Pécaut y el filósofo mexicano José Guadalupe Gandarilla, entre otros, que dictaron conferencias en los diferentes escenarios a los que concurrió de manera tumultuosa la ciudadanía.

Se habilitaron 14 auditorios entre el 31 de julio y el 5 de agosto donde tuvieron lugar 130 conferencias y conversatorios acerca de diferentes temáticas que nos permitieron reflexionar en torno a lo que somos hoy, después de 200 años de independencia, evento sin precedentes en América Latina.

Concluí mis funciones el 1 de noviembre de ese año pasado 2019, y desde entonces, a pesar de la constante búsqueda laboral en varias instituciones, hoy cuatro meses después, la tarea ha sido desgastante e infructuosa y las facturas no dan espera.

Incluso, el 3 de febrero de este año 2020, tomé la decisión desesperada de radicar una nota en las respectivas oficinas de correspondencia del alcalde de Tunja y del Gobernador de Boyacá a la cual anexé mi currículum, poniendo a su consideración mis servicios, formación y experiencia profesional para contribuir en la consolidación de un territorio de verdaderas oportunidades, pero seguramente, como no hago parte de algún grupo político, desafortunadamente no he recibido respuesta. El pasado 14 de febrero se llevó a cabo en el Hotel Hunza de la ciudad de Tunja, la entrega de premios “Personaje del Bicentenario” que entregó la Fundación Bicentenario de la Libertad, donde quedó en evidencia el arribismo político y social tradicional en nuestro departamento de Boyacá, no por el trabajo de la Fundación sino por algunos de los personajes que recibieron el premio sin merecerlo, políticos y empresarios.

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