Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC / [email protected] / @zaperongo
Algunas cifras preliminares
Recientemente el DANE, en su reporte sobre el pulso social del país de comienzos de año, reveló que la confianza del consumidor en Tunja no muestra indicios de recuperación; a pesar de la aparente reactivación económica esta se situó por debajo del promedio nacional, siendo una de los coleros junto a Santa Marta, Bogotá y Riohacha. Esta situación coincide con el deterioro del mercado laboral en el trimestre noviembre 2021/ febrero 2022 en la ciudad. Según este organismo, -que implantó una nueva metodología este año para medir las principales variables del mercado de trabajo, lo que no permite hacer comparaciones con el periodo prepandémico-, en 2021 se han observado notorias mejorías, sin embargo, Tunja al cierre del año pasado y comienzos del actual, evidenció una baja en la generación de empleo, a la par que un rebrote del desempleo: 1.000 tunjanos abandonaron sus puestos de trabajo.
¿Qué opinan los tunjanos?
Como la percepción no se aleja de la realidad vivenciada, a mediados de 2020, en plena pandemia, más del 50 por ciento de los tunjanos catalogaba la situación económica como peor o mucho peor; a comienzos del año pasado saltó hasta 60 por ciento, para luego descender, bordeando el 50 por ciento, nivel similar al observado en la fase más aguda de la pandemia.
De otra parte, el porcentaje de tunjanos que percibían que las expectativas económicas mejorarán en los próximos 12 meses, -con una trayectoria muy errática-, se redujo dramáticamente entre 2020 y 2022, comoquiera que descendió de 45 por ciento a mediados de 2020 a la mitad (22, 2 por ciento) en el periodo diciembre 2021/febrero 2022, lo que se ha reflejado en las dificultades de más del 60 por ciento de los hogares tunjanos para adquirir ropa, zapatos, y, lo que es más preocupante, alimentos. En la fase crítica de la pandemia, a mediados de 2020, rozaba el 75 por ciento.
¿Ha mejorado la seguridad?
Llama la atención, que Tunja, pese a que siempre se ha promocionado como la ciudad más segura de Colombia, muestra una alarmante y creciente percepción de inseguridad de sus habitantes de salir a caminar de noche en su barrio, proporción que se mantuvo por debajo del umbral del 20 por ciento, hasta mediados del año pasado -quizás esto obedece al confinamiento y restricciones a la movilidad que se adoptaron en 2020 y 2021 y su incidencia en la ocurrencia de hurtos, robos, lesiones personales, aunque discutible, en relación con la violencia intrafamiliar-, que se trepó hasta 49,2 por ciento a finales de 2021 y comienzos de 2022 (trimestre diciembre 2021/febrero 2022), ligeramente inferior al promedio nacional (53,4 por ciento).
En el agregado de las ciudades inseguras o muy inseguras para salir a caminar solo/a de noche, Tunja ocupa el puesto 18 entre 23 ciudades incluidas en la encuesta del DANE. Si fuese solo insegura se situaría en el nada honroso cuarto lugar, después de Riohacha, Quibdó, Popayán y Cúcuta. Atribuir el empeoramiento de estas cifras a la diáspora venezolana es una respuesta facilista. En contraste, para salir de día, es la penúltima ciudad, solo antecedida por Medellín, tal como declaró el 77 por ciento de los encuestados.
Y del bienestar ¿qué?
Cerrando esta cuadratura del círculo del bienestar, resulta alarmante el deterioro del acceso de los tunjanos a una ración de comida. En pleno apogeo de la pandemia más del 95,0 por ciento de las familias consumían tres raciones, no obstante, esta situación se revirtió hace un año, llevando a que solo el 72,3 por ciento de los hogares en el trimestre diciembre 2021/febrero 2022, declarara tener acceso a tres comidas diarias; en el resto de las 23 ciudades incluidas en la medición, el porcentaje de respuesta de los entrevistados se ha mantenido alrededor del 70%.
