Defender a Boyacá es dejar cada voto en Boyacá

Foto | Hisrael Garzonroa
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Las cuentas son elementales, si la abstención se eliminara y todos los 946.828 ciudadanos aptos para votar en Boyacá, según la actualización del censo electoral hecha en noviembre de 2017, los diez candidatos que se supone están en la contienda en marzo próximo, serían elegidos con los noventa y cuatro mil votos que le correspondería a cada uno.

Entrados en la recta final de la campaña electoral para definir la conformación del nuevo Congreso en marzo de 2018, es indispensable la reflexión sobre lo que debería suceder con el voto de cada uno de los boyacenses si en realidad se pretende una representación seria en el caso de Senado de la República, para lo cual es necesario acudir a las cifras.

Lo primero es decir que en este periodo que está por concluir, 2014-2018, el departamento en realidad contó con tres senadores que se tienen como boyacenses: Jorge Hernando Pedraza, del Partido Conservador, Senén Niño Avendaño, del Polo y Rigoberto Barón, del Centro Democrático; al resto de nombres, que obtuvieron votos en el departamento, no se les puede clasificar como sus representantes y voceros.

La prueba de esta afirmación son los resultados a lo largo de este periodo, el cual deja un saldo muy pobre para Boyacá, no solo con respecto a las gestiones cotidianas, sino en temas de más fondo como la preparación del Bicentenario de la Independencia, el cual será apenas un pálido reflejo de lo que se pensó que deberían ser las celebraciones y los logros de 2019.

En 2014 se fueron y/o se perdieron el 90% de los votos para Senado

El censo electoral en ese año determinaba que en Boyacá podían votar 890.579 personas, de las cuales, para el Senado de la Republica, votaron 334.373, que equivalen al 37.55% del potencial, lo que quiere decir que la abstención fue del 62.5%.

Sin embargo, los votos válidos en esa oportunidad fueron 294.899 para el Senado en Boyacá, de los que apenas sirvieron 94.016 a la posible elección de candidatos del departamento, lo que equivale al 35% del total de esos votos. En otras palabras, 200 mil votos se fueron para candidatos de otras regiones del país.

De estos 94 mil votos que se depositaron por los nombres de los candidatos del departamento, en realidad sirvieron para elegir apenas 30 mil votos, que fueron los 26.473 a favor de Jorge Hernando Pedraza y los 3.479 de Senén Niño; en cuanto a los 49.680 votos del Centro Democrático, en estricto sentido sirvieron para elegir al bloque de sus 20 senadores, entre los cuales no estaba ningún boyacense; otra cosa es que la suerte ayudó a Rigoberto Barón, quien estando en el puesto 21 de la lista de esa colectividad, le permitió ejercer como senador la mayor parte del periodo gracias al retiro de uno de los elegidos.

En estas condiciones, habría que reconocer que el departamento en realidad aportó muy poco para la representación senatorial propia en el periodo que está por concluir, lo cual tuvo las consecuencias ya descritas, con el agravante de que a los elegidos no se les puede exigir mucho, pues les tocó completar con un buen número de votos de afuera para poder garantizar su elección. Mientras tanto, la masa de votación mayoritaria que se depositó por nombres de candidatos al senado de otras regiones del país, tampoco sirvieron a los intereses estratégicos del departamento.

Así que con estos resultados, en la práctica los únicos beneficiados son los negociantes locales de acuerdos con nombres de afuera que lo más seguro es que cobran importantes sumas por canalizar votaciones distintas a las llamadas de opinión, lo cual no significa un real compromiso con el departamento.

Imagen | EL DIARIO
Imagen | EL DIARIO

Una comparación que no es odiosa sino necesaria

Un referente que habría que tenerse en cuenta, ya que ha sido el departamento espejo para muchas cosas en Boyacá y en el país, es Córdoba. Esa sección del país tiene un censo electoral un poco más alto que el nuestro, siendo de 1.141.772 votos, allí en las últimas elecciones de 2014, se d depositaron 665.713 votos, lo que significa que la participación fue del 58.3% y la abstención del 41.7%.

De los votos válidos, que fueron 576.669, los cordobeses aprovecharon para sus candidatos 521.110 votos, que son más del 90%, sin que se perdiera un solo voto, mientras que aquí en Boyacá el resultado fue al contrario y aún peor: los elegidos obtuvieron alrededor de 30 mil votos, y los otros 60 mil, emitidos en favor de candidatos locales, se perdieron; lo que quiere decir que solo el 3% de los potenciales votantes boyacenses, en las elecciones de 2014, sirvieron a la elección real de los candidatos propios.

Mientras que Jorge Hernando Pedraza y Senén Niño lograron sus curules en las elecciones de 2014, Rigoberto Barón entro como reemplazo. FOTO / Hisrael Garzonroa - EL DIARIO
Mientras que Jorge Hernando Pedraza y Senén Niño lograron sus curules en las elecciones de 2014, Rigoberto Barón entro como reemplazo. FOTO / Hisrael Garzonroa – EL DIARIO

Lo que viene

Esta experiencia no puede repetirse, sería la primera lección a tenerse en cuenta. Un desperdicio de votos de la magnitud descrita es un despropósito que hay que corregir dado que las necesidades del departamento son crecientes, que la economía en estos últimos años ha tendido resultados desalentadores y que de seguir en estas, lo único que se logrará son más frustraciones. Dicho de manera prosaica: votar por nombres de afuera imposibilita, para muchos en Boyacá, el trámite de alguna influencia, así sea para lograr el puesto de un modesto vigilante.

Aquí hay que aplicar a rajatabla, aquello de que más vale malo conocido que bueno por conocer, lo que debe significar que para las próximas elecciones, en el departamento, por más que se diga que no hay figuras con las condiciones para ser los mejores senadores en representación del departamento, no debe quedar otra salida distinta a decidir por uno de los de aquí. Como van las cosas, los candidatos al Senado por el departamento serán a lo sumo diez, que, como queda dicho, si el potencial de electores votara, garantizaría de a 90 mil votos por cada uno, con lo cual saldrían elegidos, todos, los que una vez en sus curules, por lo menos tendrían que nombrar sus unidades de apoyo de aquí, que serían unos 50 empleos para empezar. Pueda que esto suene a chiste, pero no es más que la realidad.

 

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