De cuarentenas desperdiciadas y otros tormentos tunjanos

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Por: Daniel Triviño

Con el diario del lunes debajo del brazo es fácil hablar, dicen algunos por ahí. Pero afortunadamente algunos advertimos lo que se veía venir a pesar del acoso y mofa que algunos quisieron hacer. Hoy cuando la ciudad está de nuevo en alerta con más de cien casos reportados en las últimas 24 horas, el tiempo nos ha dado la razón.

La cuarentena en Tunja se echó en saco roto, y no porque no se haya reforzado la red hospitalaria del departamento, porque eso se hizo y de forma más que loable, llegando casi que a triplicar el número de Unidades de Cuidado Intensivo en el departamento.

Lo que se hizo de forma pobre fue el trabajo de concientización, que se centró más en buscar figuración que en cualquier otra cosa. Se le terminó dando importancia a tener más conectados en una transmisión de Facebook Live que al mensaje como tal. Se le dio más importancia a ser invitado a un programa al que necesitan rellenar, que a llegarle verdaderamente a los conciudadanos. El resultado está a la vista, la ciudad amedrentada por el COVID-19 bajo el pretexto de que las cosas son así porque hay un intenso trabajo de búsqueda activa.

Tan pobres fueron las campañas de concientización que al interior del mismo edificio municipal señalan a algunos jefes de cartera de no hacer uso correcto del tapabocas, los cuales terminaron haciendo uso del mismo solo porque algunos medios de comunicación se atrevieron a ponerlos en evidencia, no por verdadero convencimiento.

Hoy se pretende maquillar la situación con el cierre de tres establecimientos comerciales, tres de cerca de quince mil que puede haber en la ciudad. En algún momento algunos quisimos conocer nombres de esos establecimientos que no cumplen protocolos, justamente para no arriesgarnos a aparecer por allí, pero lo que reinó fue la ley del silencio. Ahora todos dicen cumplir con protocolos, pero no hay nada más allá de un frasco de gel antibacterial vacío en la entrada.

Y mientras uno y otro estudio señala que el COVID-19 se transmite por el aire, principalmente en espacios cerrados y con poca ventilación, acá, en la ‘noble y leal’, se autoriza a un cupo total del transporte público porque supuestamente no hay prueba de contagio al interior de un bus, que es otro de tantos espacios cerrados y de poca ventilación.

El consuelo sigue siendo el mismo de aquella época de reiterativas pero vacías transmisiones de Facebook Live, proyecciones de lo que podría haber sido pero no fue gracias a la previsión. Discurso que pierde toda legitimidad al ver lo que hoy ocurre, pues si se hicieran tan bien dichas proyecciones, se habría previsto la cifra de contagios que hoy genera terror entre los ciudadanos, con las consecuentes medidas para reducir el impacto.

La cuarentena en Tunja ha sido un verdadero despropósito, pues la desaceleración del contagio solo se pospuso, pero la ciudad poco y nada aprendió. Hoy pululan los rebeldes de la teoría de que la pandemia es una conspiración, los indolentes incapaces de pensar en el prójimo, y especialmente los pretextos para hacer creer que la situación está controlada, cuando verdaderamente lo que se ve en el horizonte es otra cuarentena, ojalá y no sea tan extensa y desaprovechada como la primera.

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