Cultivos transitorios, mano de obra familiar y minufundios, el campo en Boyacá en medio de una pandemia

Foto | Gabriela Martínez
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Mientras que la mayoría del país migró hacia los cultivos permanentes a comienzos de la década de los 90, en Boyacá persiste el modelo del cultivo transitorio, que se acopla con mayor facilidad a las necesidades y realidades de los pequeños agricultores. La escasez de jornaleros a causa de la pandemia tuvo como consecuencia un aumento de la vinculación de la familia en las tareas de producción agrícola.

Boyacá, que es ampliamente reconocido por su vocación agrícola, pasa difíciles momentos en medio de la pandemia, aunque es necesario aclarar que las problemáticas del campo han venido presentándose de tiempo atrás, mucho antes de que el mundo empezara a hablar del COVID-19.

La predominancia de cultivos transitorios son un reflejo de ese sinfín de dificultades. Es que de acuerdo al informe Boyacá: Contexto Social, Económico, Laboral e Impactos COVID-19, el 61,9% de los cultivos en Boyacá son de carácter transitorio.

No se trata de un asunto menor, es que la diferenciación entre cultivos transitorios y permanentes va más allá de un simple tecnicismo o definición. Mientras que los cultivos transitorios han sido concebidos pensando en una mayor flexibilidad de las técnicas o las condiciones para la producción, los cultivos permanentes permiten una mayor especialización, lo que a su vez conlleva a que las inversiones sean concretas y definitivas, puesto que el producto no va a cambiar.

Y esa caracterización de los cultivos va de la mano con la distribución de la tierra, pues para la existencia de cultivos permanentes se requiere, por ejemplo, de un área considerable para que el producto agrícola se dé a escala de producción y de esa manera sea rentable. En Boyacá, donde la tenencia de la tierra está más dada hacia el monocultivo, esa condición no se cumple, lo que a su vez explica el porqué de la escasa existencia de cultivos permanentes.

En Boyacá solamente el 23,7% de los encuestados afirmó dedicarse a la tenencia y explotación de un cultivo permanente ubicándose por debajo, no solo de los cultivos transitorios, sino también de actividades como la cría de ganado bovino.

La especialización del saber es otro de los problemas que implican los cultivos transitorios, pues no permite el mismo grado de experticia el hecho de dedicarse a la siembra de un producto permanente, que estar cambiándolo cada tres o seis meses. Más con el grado de incertidumbre que genera hoy el cambio climático, advirtiendo que ese producto que hoy es factible cultivar, puede que no lo sea dentro de un año, aunque esto es algo que amenaza tanto a cultivos transitorios como permanentes.

La rotación de los cultivos implica a su vez la inversión de recursos en la adquisición de plántulas para los diversos tipos de cultivos que se pretende hacer, advirtiendo que puede que alguno de estos no fructifique, representando una pérdida para el agricultor.

Los cultivos transitorios requieren de un inmenso conocimiento por parte del agricultor, pues en caso de un mal manejo puede darse la acumulación de nutrientes en la tierra, que puede terminar afectando al siguiente producto que se pretenda cosechar.

De todas formas, no es que un cultivo transitorio sea algo indebido o necesariamente problemático. La rotación de cultivos, bien manejada, incrementa la fertilidad de la tierra, aumenta el rendimiento de los cultivos, el incremento en los nutrientes del suelo, reduce la erosión de la tierra, limitan la concentración de plagas y enfermedades, reducen la contaminación, entre otra serie de ventajas además de la diversificación del producto, que a evita a su vez la dificultad de una mala cosecha o un mal periodo en un cultivo permanente.

Luego de los cultivos transitorios, la cría de ganado bovino y los cultivos permanentes, las principales actividades agrícolas en el departamento son cría de aves de corral (15,6%), producción de panela (3,4%), cría de ovejas y cabras (3,4%), cría de ganado porcino (3,4%), transformación de productos pecuarios (2,9%), cría de otros animales (2,7%), pesca o acuicultura (2,7%), apicultura (1,4%), transformación de productos agrícolas (0,9%), y silvicultura (0,7%).

Más allá del tipo de cultivos, la pandemia generó una serie de problemáticas como el aumento en el costo de los jornales y la falta de trabajadores, lo que llevó a su vez que se reemplazaran jornaleros por mano de obra familiar.

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