Crecer y avanzar en estilo libre

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Por | Christian Miguel Jaimes-Villalobos / Escritor y abogado

El compromiso moral de los padres con sus hijos, llamado por las leyes “obligación alimentaria”, no solo consiste en proveer aquello que entra al estómago con un contenido nutritivo, sino también las oportunidades de desarrollar una vida integral a través de la formación en sus diferentes formas y colores.

En medio de alguna fría y solitaria madrugada el oleaje de YouTube me permitió descubrir la película intitulada “A contracorriente”, protagonizada por el entonces joven actor australiano Jesse Spencer[i], conocido por sus personajes en la serie de Chicago Fire o el del Dr. Robert Chase en la entretenida serie de drama médico “Dr. House”; en aquel filme interpretó a Anthony Fingleton, un nadador de la vida real, también de nacionalidad australiana quien ganó la medalla de plata en los Juegos del Imperio Británico y de la Mancomunidad de Naciones del año 1962, y de ñapa una beca para estudiar en la prestigiosa universidad de Harvard.

Tony, como le llamaban de cariño, experimentó desde su infancia el amor incondicional de su madre, Dora, quien se deleitaba al escucharlo tocar el piano, particularmente el Vals del Minuto de Chopin, aunque su vocación no se encontraba en ese camino; no obstante Harold, su padre, un hombre recio de la vieja escuela del patriarcado con problemas de alcoholismo, infortunadamente no había aprendido otra forma de desahogar su enojo o quizás frustración y golpeaba cruelmente a su esposa, al tiempo que maltrataba física y psicológicamente a sus hijos, inclusive generando rivalidad entre ellos por quién sería el más digno de su privilegiada y narcisista admiración.

Aún pese a dicho contexto disfuncional, parafraseando al ficticio Dr. Chase, un diagnóstico no es un pronóstico, por lo cual el joven Tony no se dio por vencido ni permitió que se ahogaran sus sueños en las vertiginosas olas de la amargura y el desánimo, sino que decidió inscribirse en el equipo olímpico de natación y desde allí desarrolló su habilidad, además de demostrar a su familia y a sí mismo que su apariencia debilucha de un niño mimado no podía opacar la tenacidad con la que se abrió paso tanto al podio de la natación en el estilo de espalda, como a una de las mejores universidades del mundo.

No es que los deportes solucionen todos los problemas de la vida, pero sí permiten formar el carácter, desarrollando la resiliencia o adaptación necesaria para no desmayar ante las presiones, la ansiedad o la frustración; tanto en el ámbito físico, como en el psicológico y el social, la práctica del deporte es muy provechosa, inclusive para los aspectos cognitivos puesto que facilita el proceso de conexión de las neuronas y con ello se puede aprender mucho mejor, sin contar con que puede disminuir en un 6% la prevalencia de casi la mitad de las demencias o trastornos de la memoria y el razonamiento que se asocian a los hábitos de vida, según manifiesta el neurólogo colombiano Francisco Lopera[ii].

Con agrado asistí a las clases de natación una vez a la semana en la época del colegio de primeras letras, era bastante entretenido, pues con base en el principio de Arquímedes en posición horizontal se puede flotar gracias a la fuerza de empuje –hacia arriba- que se produce por el peso del agua que desaloja la masa sumergida, y así se adquiere para algunas personas mucha más agilidad que la que se puede tener en seco, además de que el movimiento es mucho menos trabajoso para las articulaciones; esta actividad fue también la predilecta en las piscinas de Moniquirá y Guateque, y en las termales de Paipa durante las vacaciones, en las que jugaba a competir por llegar más rápido al otro lado de la piscina o a contener por más tiempo la respiración.

Afortunadamente, los niños y jóvenes que residen en Tunja no necesitan ir tan lejos, mucho menos a Australia, si desean incursionar en el ámbito de la natación ya sea como actividad recreativa o deportiva, pues la ciudad cuenta con piscinas privadas como la del Hotel Hunza y la del Colegio Andino, y también con la piscina semiolímpica de Indeportes Boyacá, la cual es apta para llevar dicha actividad a un nivel competitivo bajo la instrucción de entrenadores expertos, por lo cual se encuentran disponibles sesenta cupos para ingresar en la modalidad de natación de la escuela de formación deportiva del Instituto de Recreación y Deporte de Tunja, cuyo teléfono de contacto[iii] aparece en la siguiente imagen:

Si se fomentan los hábitos de vida saludables a edades tempranas existe mayor probabilidad de que tengan repercusión a lo largo de la vida del individuo, como sostiene el laureado cardiólogo español Valentín Fuster Carulla[iv], quien sugiere que en la etapa de los 3 a los 6 años se debe enseñar a los niños dichos hábitos; sin duda los grupos etarios de 6 a 10 años y de 11 a 17 años que se encuentran disponibles en la escuela de natación del Irdet serán no solo un laboratorio de hábitos de vida saludables, sino de todas las posibilidades que en el ámbito social y del desarrollo personal pueden lograrse por medio de la actividad deportiva, con el apoyo invaluable de los padres de familia.


[i] Véase la imagen del encabezamiento, el joven que aparece al lado izquierdo.

[ii] Recuperado de revista Semana: https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/como-mantener-saludable-la-computadora-humana/202122/

[iii] Para mayor información comunicarse al correo electrónico: [email protected]

[iv] Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=HZFxdMTA-c8;entrevista realizada por Caracol al especialista.    

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