Confesión de un asesino

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Por | El púlpito del Diablo / Guillermo Velásquez Forero

“Si la autoridad, serena, firme y con criterio social implica una masacre, es porque del otro lado hay violencia y terror más que protesta.”: Álvaro Uribe Vélez. Esta es la confesión pública que hace un criminal descarado, arrogante y presuntuoso, que la impunidad ha convertido en un dios del delito, intocable e invulnerable, un genio del genocidio y la corrupción, omnímodo y eterno, autor intelectual de más de  mil masacres e incontables crímenes de lesa humanidad. Quizás sea el peor delincuente que ha azotado a Colombia a lo largo de su sangrienta historia. Por sus altos méritos como homicida, supera con creces al general Carlos Cortés Vargas, célebre autor de la masacre de las bananeras.

Este monstruo se atreve a divulgar su vocación sanguinaria, a través de los medios de manipulación de  masas imbéciles, porque se siente todopoderoso, pues sabe que para él no existe la ley y la justicia. La única justicia que conoce es la que él impone con su mano firme para matar, la que él utiliza para ordenar los asesinatos de sus víctimas, a través de sus sicarios y sus bandas criminales que actúan a sus anchas en la clandestinidad. Su perversidad no tiene límites y su canibalismo tampoco. La sed de sangre de este vampiro es insaciable. Por eso es un ídolo de la gentuza retrasada mental y con vocación de asesinos.

“La autoridad serena y firme” es la que él ha utilizado como arma para ejercer el crimen desde el poder. Pero no ha sido la autoridad, que es legítima, la que ha usado este psicópata para masacrar a Colombia, sino el autoritarismo, con el que ha impuesto su régimen de terror de ultraderecha, que viola las leyes, corrompe la Justicia, pisotea y desaparece los derechos consagrados en la Constitución, desconoce los Derechos Humanos, criminaliza la protesta social, adopta el asesinato y la masacre como forma de dominación política, inventa leyes amañadas para legalizar sus atropellos y fechorías, y pretende robarles la pensión, pauperizar y matar de hambre a los trabajadores. Y así, montado en la bestia apocalíptica del poder violento y “democrático”, quiere reinar sin oposición ni críticos por los siglos de los siglos, mientras dure la eternidad.

Por eso, con cinismo y desfachatez, aprueba, cohonesta, legitima y sigue ordenando masacres, porque la barbarie es su estilo de gobierno, su manera de resolver los conflictos sociales, de satisfacer las necesidades urgentes del pueblo, de atender la protesta social. Porque ese ha sido siempre su modus operandi. Su exitosa carrera política ha estado fundada en el odio, la violencia, el asesinato, el terrorismo de Estado y la corrupción. Y se ha propuesto, contando  con la obediencia ciega y perruna de  sus legiones de huestes y secuaces matarifes, exterminar toda forma de oposición, masacrando a los líderes sociales, políticos, indígenas, sindicalistas, campesinos; y también, a defensores de derechos humanos, periodistas, intelectuales, artistas e incluso, a cualquier persona decente, inteligente y pensante que no esté del lado de los asesinos, sino al otro lado, el de las víctimas del Centro Democrático, que somos la mayoría de los colombianos, que nunca hemos elegido a ese criminal como gobernante.

*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan la postura editorial de EL DIARIO.

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2 COMENTARIOS

  1. Tal cual! Cada palabra, cada frase, es el pensamiento y sentir de los que aborrecemos el criminal accionar de este personaje uribe.

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