​​Cómicos y Bufones, formados para derrocar y salieron derrocados

Imagen Fragmento: Laughing Fool circa 1500, posiblemente por Jacob Cornelisz. van Oostsanen
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Por | Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Vicerrector Académico de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Ph.D en Derechos Humanos, y Ps.D en Economía y DDHH

Una escuela española de construcción de personajes desde el bufón anuncia que los pasos a seguir durante un trimestre son: Trabajar la parodia con ánimo de burla; la burla no solo de lo que se hace, sino también de las convicciones; Trabajo desde el cuerpo para encontrar la deformidad, voz y desplazamientos; Utilización de la energía de juego y la potenciación de emociones; Fabricación de otro cuerpo y reinventar la propia imagen para actuar con mayor libertad. El cuerpo entero queda concebido como una máscara. Después vienen las estructuras dramáticas para hacer protagonista al bufón. El objetivo es utilizar el personaje bufonesco como héroe de la historia de improvisación.

       En el presente local los tres meses bastaron para formar dos personajes bufonescos con las reglas del “líder”, que anuncia, señala y gradúa a o no a sus personajes a la sucesión en el reino para “salvarlo” (al reino, no al país) de la gravedad de la cotidiana corrupción que los delata y los lleva hacia el vacío. El primer bufón se puso un alias y aprendió refutación, el otro haría la recitación del cuidador de la chequera, no hubo personajes para diálogos con ballenas. Junto a los bufones algunos personajes del elenco reptaban de un bufón a otro, que parecían casados en un duelo a muerte, que era ficción, parte del libreto.

     La construcción de personajes la dirigía el “líder” y ocurría en dos áreas: una sala y; un escenario, arquitectónicamente enfrentadas “como si su disposición física quisiera reflejar la confrontación público-simulacro sobre la que se sustenta, en el campo de lo imaginario, la verosimilitud de su ficción. Y es que, siendo falso en la realidad todo lo que acontece en escena, el espectador lo toma por verdadero cuando está bien «representado» o, por decirlo de otra manera, cuanto más (di)simulado está lo artificioso de su urdimbre.” (Ladra. David, Graciosos, bufones…). Estuvo bien representado.

      El “líder” enseñaba tomando palabras prestadas de Shakespeare: “Te ruego que recites el pasaje tal como lo he declamado yo, con soltura y naturalidad… Guárdate también de aserrar demasiado el aire, asi, con la mano. Moderación en todo…. debes tener y mostrar aquella templanza que hace suave y elegante la expresión (…) No seas tampoco demasiado tímido; en esto tu propia discreción debe guiarte. Que la acción responda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la Naturaleza… ¡Oh!, cómicos, forman tal casta de hombres, que resultaron unos engendros: ¡tan abominablemente imitaban la Humanidad! (Hamlet).

    Sí, en tres meses resultaron abominables. Uno, aprendió a esperar que Medea cogiera las hierbas mágicas que lo rejuvenecieran como al viejo Esón, pero sus frases cortas y turbadas pudieron más que su esfuerzo y solo recitaba que le quitaría la chequera a los corruptos, el otro aprendió a distorsionarlo todo a replicar el engaño, que los pregoneros en expresión de un “periodismo militante” inmoral y deshonesto por taparles sus desastres, multiplicaron la imagen real, desnuda e impura de los graciosos y bufones personajes, que “como pareja de enamorados se encuentran y desencuentran, reciben aplausos de las “gentes de bien” que se creen reyes, príncipes, duques, condes, que, desde su alta posición social los aclaman. Abajo en la sala, porque en las áreas del teatro solo hay un solo arriba y un abajo, no hay mitades, ni sitios de refugio para reptantes, los “hombrecitos” y las “mujercitas” que con sus pagos provocan las deliciosa vida del personaje usurero, y halagan al personaje feudal que los trata como siervos del patrón, está el gran mundo, la gente común, la que sí es real, con sus, «miserias – prosperidades», su «hartura de indigestiones – vacío de hambre»… la gente a la que los bufones no logran explicar nada y que entre balbuceos y repaso al libreto tratan como sea de agrupar palabras que no se mezclan, que continuamente se enfrentan. Entonces se contradicen y, «ponen en marcha» frases inconexas sin entender la base la confrontación de sus significados.

      Los dos Bufones se forman para “hacen reír con su genio, sus gracias y desgracias”, ocupan un lugar privilegiado junto a los poderosos, deleitan al “líder”. Sus habilidades cómicas, destrezas, y malabarismos les permite reírse de quien quieran. Los dos bufones fueron tan ambiguos como déspotas y crueles. El delicioso y el alias, tenían por encomienda formarse en el trimestre para derrocar al pueblo, pero infortunadamente para el reino el final anuncia lo contrario: que el pueblo derrocará al reino y se olvidara por largo tiempo de los bufones y la astucia del “líder”. 

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