Por | Edilberto Rodríguez Araújo- Profesor investigador, integrante del grupo OIKOS de la UPTC
Se prenden las alarmas…
Esta semana causaron revuelo los resultados de la Encuesta Nacional de Consumo de Sustancias Psicoactivas realizada por el Dane conjuntamente con el Ministerio de Justicia, que revelan, que Boyacá encabezó el año pasado, el poco honroso escalafón de los departamentos de mayor consumo de bebidas alcohólicas (cerveza, vino, chicha o licores fuertes) y ocupaba el segundo lugar en tabaco (cigarrillos, cigarros, pipas, puros u otros), junto a Risaralda y Cundinamarca, con mayor prevalencia en la población masculina de 12 a 65 años.
Este aumento del consumo está asociado a un estilo de vida y la cotidianidad familiar, laboral y de estudio, y afecta el comportamiento personal, siendo una fuente de tensiones y conflictos, con severas implicaciones en el bienestar individual y colectivo.
Si ese era el panorama antes de la pandemia, puede pensarse que la situación derivada del confinamiento forzado, -con una alta dosis de temores y ansiedades-, en lugar de mejorar, quizá, ha tendido a acentuarse, pese a las apaciguadoras declaraciones de los funcionarios responsables de la salud pública.
No obstante, la reapertura selectiva de bares, restaurantes y la exótica figura de los gastrobares, las fiestas clandestinas rociadas con licor a chorros, han venido proliferando, y las alarmas no se desactivan.
El impacto en las arcas departamentales…
La contradicción está centrada en las campañas para reducir el alcoholismo y el tabaquismo, sin que ello afecte los recaudos que provienen de los llamados “impuestos al vicio”, un círculo vicioso que, paradójicamente, contribuye a la financiación de la salud.
Las rentas de licores y tabaco en el presupuesto departamental de Boyacá (en millones de pesos)
Durante el periodo 2014-2019, el, crecimiento de los ingresos tributarios recaudados por
la Gobernación de Boyacá, se derivó del repunte de los impuestos a licores, cerveza y
tabaco, cuya participación, bordeó el 70 por ciento, no obstante que el año pasado, haya
descendido esta proporción.
Participación de las rentas de licores y tabaco en los ingresos tributarios de Boyacá (%)
Pese a que las proyecciones financieras del Gobierno departamental para el periodo 2020-2023, se hicieron antes de la aparición de la pandemia, la administración del gobernador Barragán incluyó un estimativo, correspondiente a este año, que representa una caída de los ingresos propios de -12,9 por ciento, equivalente a un poco más de $106.000 millones, cifra cuantiosa, si se tiene en cuenta las afugias presupuestales de las entidades territoriales. Es más, el 58 por ciento de esta reducción corresponde a los “impuestos al vicio”.
En términos globales, en el periodo 2019-2020, los ingresos corrientes del gobierno departamental pasarán de $1,1 billón a $935.318 millones: una contracción del 22 por ciento, es decir, $259.253 millones menos. Si no fueran por las transferencias giradas por la Nación el balance fiscal de 2020 arrojaría un saldo en rojo. Según los cálculos de la Secretaría de Hacienda departamental el modesto superávit de las finanzas territoriales en 2020 se situaría en $10.000 millones.
La paradoja del flujo de caja…
Así las cosas, es paradójico que un mejor desempeño fiscal del departamento de Boyacá dependa de que la caja registradora de la Gobernación se mueva, por cuenta de los “impuestos al vicio”. De lo contrario, los recursos propios esc.asearían
Un dato de referencia: a junio de este año, transcurrido el primer semestre, sólo se había recaudado el 37,6 por ciento del presupuesto inicial del impuesto a los licores y al tabaco, lo que significa, menores ventas de estos productos etílicos.
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