Abiertas las inscripciones para participar del concurso de cuento ‘La Pera de Oro’

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Hasta el próximo 10 de mayo podrán inscribirse los trabajos para la quinta edición del concurso departamental de cuento ‘La Pera de Oro’.

Las inscripciones para participar de la quinta edición del concurso de cuento ‘La Pera de Oro’ ya están abiertas. Este certamen literario, que se ha consolidado como una tradición en los últimos años, tiene grandes incentivos y premios para sus ganadores.

“Les invito a fomentar la escritura en nuestros niños, promovamos estos espacios de participación en donde su creatividad, imaginación y alegría queden plasmados en el libro Senderos de Escritura 2018”, comentó Nancy Amaya, gestora social del departamento.

En su quinta edición el concurso contará con cuatro categorías: A, B, C y Docentes. La primera de estas dirigida a estudiantes de grado primero a quinto, la segunda a estudiantes de grado sexto a octavo, la tercera a estudiantes de noveno a once, y la categoría docente dirigida a los educadores que trabajen en las instituciones educativas del departamento, ya sea pública o privada..

Para participar del concurso será necesario presentar un cuento de producción propia, completamente inédito, cuya temática debe ser el Bicentenario de la batalla del Puente de Boyacá.

Los escritos deberán presentarse en español, en formato digital, arial 12, interlineado a 1,5, con márgenes de 3cm x 3cm x 3cm x 3cm, en tamaño carta, con una extensión máxima de 1.500 palabras. El texto puede ir acompañado por gráficos o dibujos pero debe estar al final del escrito.

Para participar de este concurso es indispensable estar matriculado en alguna institución educativa oficial o privada  en Boyacá.

Los cuentos deben ser enviados a través de la web www.laperadeoro.com

Para esta quinta edición del concurso de cuento ‘La Pera de Oro’ se repartirá una bolsa de premios cercana a los 50 millones de pesos. El juzgamiento de los cuentos estará a cargo del Instituto Caro y Cuervo en una primera instancia, en la que seleccionarán 15 cuentos por cada categoría. Luego quedarán en manos de jurados del Festival Internacional de la Cultura, que serán los que decidan a los ganadores en esta quinta edición.

Los 15 cuentos que superen la primera fase, por categoría, serán dados a conocer el 20 de junio. Los ganadores como tal se conocerán en el marco del XLVII Festival Internacional de la Cultura.

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1 COMENTARIO

  1. Acabábamos de despedir los restos mortales de nuestro abuelo en el cementerio de la Chacarita. Era una mañana soleada de invierno, así que la tristeza que sentíamos por despedir en su última singladura al más viejo de la familia, un marino de alma, era un sentimiento fuerte. Se unía el frio invernal que penetraba nuestro cuerpo con la tristeza de nuestras almas…

    De ambas sensaciones tratábamos de escapar, por eso finalizada la ceremonia de despedida de los restos mortales, abandonamos prontamente el Pabellón Naval donde sería su última morada.
    Con mi hermana recordábamos los momentos de nuestra vida que habíamos compartido con este extraordinario hombre.

    Había sido además de abuelo un maestro para nosotros, nos enseñó a querer y a temer al mar. Recordábamos una poesía suya en la cual uno de los versos decía así: «el mar, tumba salobre de todos los marinos que en su vida pagaron la osadía de no respetar las leyes naturales que rigen las tormentas, peligros y bajíos ….»

    Pobre abuelo, él, que había respetado todas las leyes naturales no pudo zafar del destino de los mortales. Claro que falleció en una cama y casi sin darse cuenta. Pero pienso hubiera preferido partir desde el puente de mando de un barco cumpliendo su deber de marino.

    Había enviudado muchos años atrás y teníamos un recuerdo menos presente de nuestra abuela. Únicamente lo que nuestra madre nos recordaba sobre cómo había sido como esposa y compañera.
    Ella como hija tampoco pudo disfrutarla muchos años, pero si la protección y amor paterno que le permitieron mitigar la orfandad.

    Llenos de recuerdos y con poca conversación cruzamos la avenida Corrientes que a esa hora ya era un torrente de vehículos, y en el bar «El Imperio» frente a la estación Federico Lacroze tomamos un café bien cargado, que ambos necesitábamos.

    Fue ahí cuando después de soltar la conversación que habíamos reservado , decidimos casi sin discutirlo encaminarnos a la casona del abuelo en Parque Lezama.. Él vivía acompañado por una señora que lo cuidaba desde hacía muchos años una gallega llamada Rosita Alonso.

    Esta valiente mujer siendo adolecente había emigrado en 1936 a bordo del torpedero Tucumán, donde la conoció mi abuelo, quien luego le brindó un hogar para su refugio en Buenos Aires. Y ahí quedó ayudando a la familia y cuidandonos a nosotros cuando nuestros padres viajaban.

    Los abuelos vivían en la calle Defensa al 1600 frente al Museo Histórico Nacional en una antigua casa que guardaba aun la nobleza arquitectónica de lo que supo ser uno de los barrios más característicos de Buenos Aires del siglo XIX.

    El abuelo era descendiente directo de Adolfo Carranza, quien como fundador y director del Museo Histórico Nacional habitó la casona del Parque Lezama desde 1897 cuando se trasladó la sede del museo a ese lugar.

    Luego sus descendientes es decir nuestra familia, se mudaron a la casona frente al museo, casi llegando a la esquina de Balcarce. Siempre sentimos aún cuando íbamos a jugar de niños que la casa de los abuelos era parte del museo histórico nacional por todo los recuerdos que atesoraba.

    De hecho con mi hermana decidimos que Rosita siguiera viviendo el resto de su vida en la casona y la mantuviera, luego veríamos que hacer. Afortunadamente no necesitábamos venderla. Referente a los elementos históricos la voluntad era donar todo lo que pudiera servir para reconstruir la historia de la Patria.

    Queríamos revisar todo antes que las mudanzas y el tiempo borrara los recuerdos que guardaban su biblioteca y arcones.

    Sabíamos que por parte materna pertenecíamos a una familia de marinos y que el fundador de la dinastía había sido un héroe naval poco recordado a pesar de haber sido el primer comandante naval argentino y luchado junto a Bouchard contra los españoles, su nombre Juan Bautista Azopardo o Jean Baptiste.

    Para entender quien fue es necesario ponernos en época: Belgrano, quien se hallaba en el Paraguay, fue derrotado en Paraguarí y pidió entonces al gobierno de Buenos Aires los refuerzos necesarios para no tener que batirse en retirada. Vía terrestre se complicaba la situación por estar la provincia de Entre Rios ocupada por el español Gaspar de Vigodet.

    Se decidió entonces asignarle a un corsario maltés, don Juan Bautista Azopardo (de muy destacada actuación en la defensa de Buenos Aires ante las Invasiones Inglesas) el comando de lo que sería la Primera Escuadrilla Naval Argentina, con la misión de acompañar logísticamente la campaña del general Belgrano.

    Azopardo al mando de la ‘Invencible’ y junto a dos franceses, Hipólito Bouchard en el ’25 de Mayo’ y Ángel Hubac, en la ‘Americana’, surcaba las aguas del Paraná, cuando al hallarse a la altura de San Nicolás de los Arroyos entró en combate con siete buques españoles comandado por el Capitán realista Francisco de Romarate.

    En esa batalla fueron derrotados los patriotas. Por lo tanto los refuerzos requeridos por Belgrano no llegaron a destino, lo que dio lugar a su derrota en la Batalla de Tacuarí y nuestro pariente fue hecho prisionero justo cuando pretendía hacer volar su buque, incendiando la santabárbara. Quizás hubiera sido un mejor final para un héroe.

    Preso fue trasladado a Montevideo, donde se le instruyó un sumario por delito de alta traición (debido a que en reconocimiento a la defensa de Buenos Aires en las invasiones inglesas había sido designado Capitán de Fragata por la monarquía española). El Tribunal militar lo condenó a prisión perpetua y engrilletado fue remitido a España, donde permaneció prisionero durante nueve años.

    Restaurado en el trono, como rey absoluto Fernando VII comenzó una dura represión de los liberales, muy numerosos en el ejército, que intentaron una serie de pronunciamientos militares fracasados entre 1816 y 1820.

    El 1 de enero de 1820 se produce la sublevación del coronel Rafael de Riego, quien proclamó la Constitución y detuvo al general en jefe del cuerpo expedicionario (Conde de la Bisbal) que pretendía embarcarse a América para sofocar los movimientos independentistas.

    El apoyo económico dado a la revolución liberal de 1820 por nuestro gobierno logró la libertad de Azopardo y otros presos americanos.

    Al regresar al rio de la Plata Juan Baptista volvió a embarcarse y le tocó pelear primero en las guerras intestinas, y luego en 1826 a las órdenes de Brown en la guerra con el Imperio de Brasil.
    Con el Almirante Brown no terminó en buenos términos. Así que después de discutidas acciones de combate fue castigado por el comandante de la flota y víctima de un juicio militar.

    Zafó de dicha situación siendo absuelto por Bernardino Rivadavia por lo que debió retirarse del servicio activo y murió pobre y olvidado como todos los héroes de su época.

    Por eso si bien mi familia no había recibido una herencia de dinero si la habíamos recibido de historia y héroes. Los Azopardo y los Carranza se formaron sobre historias de batallas navales y tumbas de héroes.

    Llegados al caserón de la calle Defensa, abrimos los ventanales, dejamos entrar el sol y con la ayuda de Rosita y de mi hermana pasamos horas revisando y seleccionando documentos que nos parecían importante, sea grabados, fotos, cartas, todo lo que nos sirviera para que nuestra descendencia supiera de nuestras raíces.

    Así fue que encontramos en un arcón heredado del bisabuelo una carta especial que quiero conozcan y quizás se emocionen como nos pasó a nosotros. Fue escrita en la prisión militar española de Ceuta en 1820. La Ley de Prisiones española disponía que los castigados a cadena perpetua cumplieran su condena en la ciudad de Ceuta y otros presidios africanos menores. Previo a eso Jean Baptiste había estado preso en el castillo de San Sebastián de Cádiz.

    Les leo la carta: «Ceuta enero de 1820 Querido hijo: En este momento se me mezcla la emoción de volver a verte (dado que cuando me fui contra mi voluntad, eras un niño) y la ansiedad por llegar a Buenos Aires para poder reencontrarme con tu madre y con tantos amigos que quedaron en esa Ciudad, que viví y defendí.

    Sé por las misivas de familiares que he recibido, que has crecido y que en tu corazón palpita la voluntad de ser marino como yo. Estoy orgulloso pero un poco triste por eso, orgulloso porque me tomas de modelo y triste porque temo que tu destino sea tan duro como es el mío.

    Como te habrá contado tu madre nací en Senglia, Malta, el 20 de febrero de 1772 entre marineros y barcos, pero para aprender correctamente el arte naval tu abuelo me envió como aprendiz al arsenal francés de Toulón. Mi amor por la aventura me alejó de la construcción naval y me convirtió en corsario. Con esa profesión conocí el Rio de la Plata, atacando los barcos ingleses que traficaban con las colonias españolas.

    Cuando los ingleses invadieron el Rio de la Plata en 1806 yo ya era Capitán del buque «Dromedario», y en ese carácter me puse a órdenes de Liniers. Junto a él combatí en las invasiones del 6 y del 7.Rechazamos las invasiones.

    Por mi valor en lucha los españoles me nombraron Teniente Coronel pero cuando los criollos decidieron cortar la dependencia del rey de España, me alié a ellos, porque su tierra era mi patria de adopción.

    Lo demás lo conoces, fui derrotado y condenado como un traidor. Condenado tres veces a muerte y perdonado a último momento, tres veces me despedí de este mundo y recé por tu madre y por ti, y tres veces fui perdonado. Creo que esas vigilias de condenado marcaron mi corazón.

    De una manera u otra hace 9 años que estoy pudriéndome entre las paredes de piedra de las cárceles que me contuvieron, pero ahora finalmente existe un fuerte rumor que la revolución liberal que se encendió en Europa desde España, ha tenido fuerte apoyo de América y agentes argentinos han intercedido por mi libertad. Mis compatriotas no me han abandonado.

    Por eso me decidí a escribirte estas líneas que posiblemente te entregue en tus manos en unos meses y relatarte todo aquello que no sería capaz de explicártelo en palabras.

    Como hombre de mar, la soledad del mando nos hace parcos y poco dados a hablar. Escribir es mi mejor manera de hacerte llegar mis sentimientos y tratar de aconsejarte para que en base a lo que he vivido tomes tus propias decisiones.

    Igual lo que decidas de tu vida, yo lo apoyaré. He sido un padre ausente y quiero recuperar el tiempo perdido cuando este con ustedes. Te quiero profundamente como a tu madre mi amada María Sandalia Pérez Rico.

    Juan Bautista Azopardo, preso por haber peleado por su patria.»

    Terminamos la lectura y las lágrimas eran el marco de nuestra emoción. El resto de la historia fue que el pobre Jean Baptiste poco pudo disfrutar de su familia, se retiró en 1827 y vivió pobre en una pequeña casa cerca de la Iglesia de San Nicolás lo que ahora seria Corrientes y Cerrito en Buenos Aires.

    Buscando huellas de nuestra historia habíamos encontrado una verdadera joya, la carta de un héroe que dejaba de ser la estatua de bronce que está en San Nicolás para convertirse en un ser sensible de carne y alma.

    Dios lo tenga en su gloria y haya alcanzado el eterno descanso a su fatigado espíritu.

    Si alguno de ustedes quiere rendirle homenaje o dejarle una flor le indico que su tumba esta en la Provincia de Buenos Aires en San Nicolás mas precisamente en la calle Pellegrini y la Barranca, ah y por favor no se olvide de mi abuelo en el Panteón Naval de la Chacarita.

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