4 de septiembre, fuego y reconstrucción del Templo del Sol de Sogamoso

Foto | vía Museo Arqueológico Elíecer Silva Celis
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El Templo del Sol fue el mayor centro religioso de los muiscas por su suntuosidad y riquezas. La historia de su saqueo, incendio y reconstrucción, son hoy esencia de la cultura boyacense.

El Templo

Desde los Cojines del Zaque, en los altos de San Lázaro, el cacique y los sacerdotes se arrodillaban mirando hacia el lugar.

Construido sobre la margen derecha del riachuelo Monquirá, según las crónicas, era un enorme bohío de estructura circular con techo de paja. Su piso era de esterilla finamente tejida y no tenía ventanas.

Sus columnas, en tres filas concéntricas, eran gigantescos guayacanes traídos desde los llanos del Casanare. Este árbol tenía gran significado cosmológico por cuanto que varios guayacanes sostenían el mundo antes que Bochica encargara esta tarea a Chibchacum. Por otra parte el Templo representaría el cosmos, los guayacanes las bases y el universo el techo.

El profesor Silva Celis que construyó una réplica, creía que había cuatro caminos de acceso al Templo que coincidían con los puntos cardinales y que marcaban el paso del sol; estos caminos eran utilizados unos para acceso y otros de salida exclusivamente; las pequeñas escotaduras por las que se debía entrar a gatas mostraban el paso del sol.

También era una necrópolis donde reposaban los restos de sus caciques o sumos sacerdotes.

La destrucción

Cuando Jiménez de Quesada tuvo conocimiento del Templo del Sol, ávidamente llegó en los primeros días de septiembre de 1537, luego de someter al cacique Sugamoxi y asegurar el poblado, decidió esperar a la luz del nuevo día para saquearlo.

Pero en horas de la noche, los soldados Miguel Sánchez y Juan Rodríguez Parra, ansiosos de conocer las riquezas, alumbrados con teas ingresaron. Encontraron a un anciano y silencioso sacerdote que luego sería víctima de las llamas. Adornados con finos ornamentos, estaban colocados sobre barbacoas de finas maderas resinosas los cuerpos momificados de antepasados ilustres.

Mientras recogían parte del tesoro, incendiaron accidentalmente el lugar, las llamas tomaron tal fuerza, que no pudieron remediarlo, huyendo con lo apoderado. Ocurrió el 4 de septiembre de 1537.

El fuego duró mucho tiempo. Juan de Castellanos, cuenta: «El fuego de esta casa fue durable espacio de cinco años, sin que fuese invierno parte para consumirlo; en este tiempo nunca faltó humo en el compás y sitio donde estaba: tanto grosor tenía la cubierta, gordor y corpulencia de los palos sobre que fue la fábrica compuesta».

La reconstrucción

En 1942 Silva Celis halló en las cercanías del barrio Mochacá de Sogamoso un cementerio muisca, con tumbas indígenas que conservaban el testimonio de los rituales funerarios. Encontró las momias de muiscas de linaje y pudo precisar el sitio en el que se alzaba el Templo del Sol, dedicándose entonces a reproducirlo.

La réplica construida tiene 18 metros de altura. Los símbolos en la cúpula de carrizo tejido narran la formación de las tierras que conformaban los cacicazgos del Zipa y el Zaque. Sus pequeñas aberturas sirven de calendario: cada 22 de diciembre el sol se proyecta perfectamente sobre el robusto pilote central, dentro del templo circular. Alrededor del templo se encuentra un cementerio que contiene cuerpos momificados.

Hoy es parte del Museo Arqueológico de Sogamoso, una dependencia adscrita a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.

Fuente | pueblosoriginarios.com

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