¡100 mil boyacenses infectados de COVID-19!

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COVID-19, aislamiento, bioseguridad, virus, confinamiento, Pfizer, asintomático, coronavirus, cuarentena, distanciamiento social, antígeno, PCR, AstraZeneca, SARS-Cov-2, secuelas o gel antibacterial eran términos muy poco usuales o tal vez desconocidos entre los colombianos y ahora, desde hace un año y medio, hacen parte de nuestro lenguaje cotidiano.

Ese, así parezca intrascendente, es apenas uno de los aspectos de la manera como un virus, que apareció en Wuhan, China, en diciembre del 2019, le cambió la vida a millón 217 mil habitantes de Boyacá, a más de 50 millones de habitantes de Colombia y a los 7.674 habitantes del planeta tierra.

El primer caso de COVID-19 en Boyacá

Se descubrió el 25 de marzo de 2020, 19 días después del primer caso nacional, en medio del aislamiento preventivo obligatorio en Colombia, que había sido ordenado por el presidente Iván Duque, y el 4 de abril se presentó en nuestro territorio el primer fallecimiento como consecuencia de esa enfermedad.

A pesar de ese primer infectado y de esa primera víctima, nadie en ese momento imaginó que la enfermedad se extendería de la manera como lo ha hecho. Un virus del que escuchamos las primeras noticias por los canales internacionales y que imaginábamos tan lejano y remoto, ha llegado ya a todos los rincones del planeta y Boyacá, con sus 123 municipios, no es la excepción.

Verdades a medias

Ha pasado más de un año y medio en el que los ‘expertos’ y hasta los medios de comunicación desorientan a los ciudadanos del común, dándonos toda clase de teorías y consejos, muchas veces contradictorios, sobre las formas de transmisión, los métodos efectivos para no contagiarnos o los alcances de medicamentos.

Y todas esas ‘verdades’ se han difundido de manera profusa por redes sociales y cadenas de Whatsapp: que el virus es un engaño, que es solo una gripa, que los gatos y los perros transmiten el virus, que a los médicos les pagan por cada muerto de COVID-19, que haciendo gárgaras con clorox se elimina el riesgo, que el virus se lleva en la ropa o en el cabello, que solo los que están enfermos deben usar tapabocas, que el virus se transmite a través de los objetos que tocamos, que el gel antibacterial no sirve porque el COVID no es una bacteria sino que es un virus;  que el virus se combate con cloro, que solo afecta a las personas mayores, que la de Sinovac es la vacuna de los pobres, que el consumo de alcohol contrarresta el efecto de  la vacuna.  

Un año

El COVID-19, que es el nombre abreviado de CO (corona), VI (virus) y D (Disease-enfermedad) y 19 (porque fue descubierto ese año) puso en jaque la economía, disparó las cifras de desempleo, desafió al sistema de salud, cambió las relaciones interpersonales, modificó los sistemas de educación, afectó la salud mental, despertó la ambición de la industria farmacéutica y generó un drama de enfermos, muertos y duelo que aún no se detiene.

Después de más de un año de los primeros casos de COVID en el mundo, los grandes laboratorios anunciaron la buena nueva de la creación de vacunas para contrarrestar los efectos del virus y se despertó la esperanza de que tal vez el mundo pueda volver a ser como antes.

Sin embargo, el virus sigue produciendo enfermedad y muerte y ahora las autoridades en todas partes se enfrentan al reto de reabrir actividades y de reiniciar labores, sin que los seres humanos tengamos que morir en el intento.

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